Entre la bruma del sueño, escucho un ruido, que se hace más fuerte a cada segundo hasta hacerme abrir los ojos. Una vez que me despierto apago la alarma estiro mi cuerpo y me levanto de la cama. Tomo una playera de mi armario, saco mi laptop de la habitación y tomo mi mochila de camino al comedor. Al intentar dejar mis cosas en la mesa lo noto; quieto a la orilla de la mesa, aquel paquete que llego después de mi pesadilla; doy un fuerte suspiro y me dispongo a preparar todo para tomar clases.

Una vez con todo acomodado, vi la hora y al notar que me quedaba tiempo antes de la clase fui a la cocina a prepárame algo que desayunar. Estando en la cocina me puse a pensar en aquel paquete, lo había olvidado por completo debido a los últimos acontecimientos, me preguntaba que podría haber dentro. La voz del profesor me saco de mis pensamientos, haciendo que agarrara rápidamente mi plato y me sentara frente a la laptop.

Mis clases transcurrieron con completa tranquilidad; y aunque estaba prestando atención suficiente como para tomar notas, de rato en rato alzaba la mirada de la pantalla y observaba el paquete al otro lado de la mesa cuestionándome su contenido.

Después de unas cuantas clases me estire en mi asiento, el cansancio de permanecer en la misma posición por tanto tiempo estaba apareciendo, haciéndome extrañar mis carreras para tratar de llegar a la siguiente aula a tiempo. Entonces escuche la voz de Julián, regrese mi atención a la pantalla preguntándome por el profesor Tadeo. “Agradezco su trabajo realizado, durante la semana pasada. Les recuerdo que el profesor Montenegro regresara hasta la próxima semana. De momento agradecería que pacen las siguientes copias y trabajen el material que dejo el profesor” dijo y salió del aula. Al poco rato me llego un correo electrónico de Julián donde me compartía el material que dio en clase.

Me quede en el comedor por otro rato haciendo todo el trabajo del día anterior y lo que quedo pendiente del día de hoy. Una vez envié el último email apagué mi laptop, levantándome del asiento y dirigiéndome a la cocina para preparar mi comida. Hice un sándwich rápido y me quedé en la cocina al lado de la barra viendo fijamente el paquete posado en la mesa del comedor. Una vez termine de comer, lave mis trastes, los seque y acomode. Entonces con paso lento me dirigí hasta el paquete.

Una vez estando frente a aquel paquete que me había llegado respire hondo al tiempo que ponía mis manos sobre él. Con calma baje mi mirada y moví mis manos de lugar; observe la gran caja, levantándola de la mesa y sacudiéndola un poco para adivinar que podría estar adentro. Después de un rato quise ver la etiqueta para recordar quien y cuando me había enviado eso. Entonces al leer la etiqueta y ver el nombre de mi madre me puse pálido; escudriñe en mi cabeza para recordar cuando llego el paquete. Al cabo de un rato me percate de que llego por la mañana antes de que fuera informado del estado de mi madre. Entonces, antes de abrir aquella caja me puse a buscar la carpeta que me dio el médico.

Había hecho un desastre en mi lugar antes de ser capaz de encontrar aquella carpeta, entonces me dejé caer en el suelo y me puse a leer cada papel dentro de esa carpeta. Poco a poco las alarmas dentro de mi comenzaron a sonar estrepitosamente. Había buscado aquello para calmarme con respecto a la fecha en que llego el paquete, pero en lugar de encontrar alguna clase de paz, simplemente comencé a llenarme de ansiedad.

Al cabo de un tiempo termine de leer todo, la información en esos papeles era aun peor de como el medico lo había hecho sonar cuando me lo explico. Comprendí que el estado de mi madre había ido en decadencia y que ese día solo me llamarón debido a que ya no había esperanzas para ella. Teniendo las fechas de los informes en mente me dirigí al paquete y me enfoqué en la etiqueta sobre él. Entonces lo vi, la fecha de envió era de antes de aquel suceso.

La risa resonaba en el ambiente, llenándome de miedo y paralizándome en el instante. Aquella persona iluminada por la luna me veía con los ojos desorbitados mientras lanzaba golpes al suelo. Su figura era desgarbada, sucia y casi deforme, dando una sensación de estar viendo algo sobre natural. Lagrimas caían por mir mejillas ante aquella escena, haciendo que mi corazón se sienta pesado y adolorido. Quería de todo corazón correr y abrazarle, pero mi cuerpo no respondía. Me quede ahí, con el corazón partido observando mientras a lo lejos se escuchaban los ecos de las sirenas.

Mis ojos estaban desbordantes de lagrimas mientras sostenía la caja entre mis manos. Silenciosamente deje caer mis lagrimas mientras buscaba con que abrir el paquete. Tarde un largo rato en encontrar un cúter, tomé la caja entre mis manos y con pulso tembloroso comencé a abrir la caja. Sentía como el aire me faltaba conforme el paquete era abierto; al terminar pose mi mirada en el sobre color amarillo que tenía escrita a mano y con letra grande mi nombre. La imagen de esa letra trajo a flote varios recuerdos de mi madre escribiendo cartas con una sonrisa delicada y la mirada vacía.

Tome nerviosamente la carta entre mis manos, y dejando la caja con el resto de su contenido sin revisar, camine a mi habitación. Mantuve la mirada fija en aquel papel mientras me acomodaba entre mis almohadas tratando de encontrar un poco de seguridad antes de comenzar a leer. Una vez acomodado comencé a rasgar el sobre amarillo que sostenía. Saque lentamente la carta en papel floreado que había dentro y suspire suavemente al tiempo que leía: “Querido Raúl…”