El sol se estaba poniendo cuando llegaron a la tierra de Larses. Lo primero que vieron fue una enorme estatua con forma de esfinge cuya piedra se encontraba rotosa mientras los rojizos rayos del sol la iluminaban. Detrás de aquella esfinge se encontraba un largo corredor de piedra que tenía varias columnas de mármol a los costados y que llevaba a una pequeña pirámide cuya punta se veía dorada. Maravillado ante la magnificiencia de aquella visión, Alexandros estuvo a punto de caminar hacia adentro cuando Baskmeth lo tomó del hombro y lo apartó de forma violenta mientras miraba con detenimiento el entorno que los rodeaba.
- Atrás- le ordenó en voz baja
- ¡¿Oye qué es lo que te ocurre?!- protestó Alexandros en voz alta, solo para ser callado por Baskmeth al colocar su mano en su boca
- Silencio- le ordenó en voz muy baja, casi siendo un susurro, otra vez- estamos en territorio de Esfinges y a menos que seas el hombre más ingenioso o inteligente del mundo, entonces no conviene que sepan que estamos aquí- no queriendo arriesgarse a que Alexandros volviese a hablar, solo para preguntarle lo jodidamente obvio, le explicó- estos infelices adoran los acertijos, son muy astutos a la hora de formularlos y si no contestamos de forma satisfactoria sus preguntas entonces estamos muertos. Tenemos que rodear esta zona si queremos evitar ser descubiertos- soltando la boca de Alexandros, añadió- vamos
- Ya es muy tarde joven Doncella Del Nilo- les contestó una voz tronante detrás de la esfinge de piedra- porque ya sé que ustedes están aquí- saliendo detrás de la estatua, una criatura con cuerpo de León y cabeza humana que poseía un sombrero egipcio apareció delante de ellos. Esbozando una sonrisa llena de colmillos mientras ambos se reflejaban en sus ojos rojos, la Esfinge añadió- Y ahora tendrán que responder mis adivinanzas
Alexandros se encontraba asustado, lo ocultaba muy bien con su falsa postura guerrera, pero el sudor que cubría su cuerpo lo delataba y su voz, casi temblorosa, dejaba en claro que actuaba por bravuconería antes que por autentico valor.
- ¿Y qué si nos negamos?
Sonriendo, la esfinge le respondió:
- Oh, sí se niegan pues…- posando su vista en la estatua, sus ojos adoptaron un tono azul y una especie de energía de ese mismo color salió de su mirada vaporizando a la estatua al entrar en contacto con ella- creo que ya demostré mi punto
- En efecto- asintió Baskmeth colocándose delante de Alexandros- sin embargo me gustaría pedirte que sea yo quien responda a tus adivinanzas, el muchacho es medio tonto y podrías aburrirte con él
- Oye eso no es cier…- Alexandros no pudo continuar porque Baskmeth le dio un codazo en el estomago quitándole el aliento
- Por lo tanto que dices, tú contra yo. Si pierdo puedes dejar al muchacho marchar, no es un contrincante digno y te sería más una molestia que un entretenimiento lidiar con él
La Esfinge lo observó de manera detenida por un minuto y tras sonreir, asintió, diciendo:
- Está bien Doncella del Nilo, tú ganas, voy a jugar contigo y dejaré ir a este insensato niñito mimado
- Gracias Esfinge- le agradeció Baskmeth con una sonrisa mientras que un tenso miedo se delataba en su mirada
- Ahora- sentenció la Esfinge con un tono de excitación y gran ansiedad- ¡Qué comiencen las adivinanzas!
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