El sudor corría por su rostro mientras se preparaba para oír aquella pregunta que podría decidir su vida o su muerte y, en el fondo, rogaba que aquella Esfinge fuese un monstruo de palabra porque sino entonces Alexandros también iba a acompañarla en el juicio de Osiris.
- Soy importante para los hombres, más ellos no me tienen en cuenta. Siempre estoy a su lado aunque ellos no me vean o no lo sepan y si yo me fuese, entonces la humanidad perecería. Dime Doncella Del Nilo ¿Quién soy?- la sonrisa de aquella Esfinge dio a entender que el juego ya había terminado porque no había forma de responder a esa pregunta de manera correcta y lo peor es que cualquier tipo de inspiración, ayuda o lo que fuera sería motivo de derrota. Mirando con dureza a su reflejo en los ojos de ese ser mitad humano y mitad León, Baskmeth sonrió y le respondió
- La imaginación
- ¡¿Cómo?!- exclamó la Esfinge al ver que ella sabía la respuesta
- La imaginación siempre nos acompaña a todos lados, pero al no ser un ser vivo entonces no podemos verla, la imaginación es importante para todos nosotros porque es gracias a ella que hemos podido construir nuestras ciudades, monumentos, medios de viaje, herramientas junto a nuestras propias creencias, sin ella nuestra sociedad nunca habría podido existir. Por desgracia la humanidad no la tiene en cuenta como debería y se refiere a ella como algo sin importancia o algo malo. Aun así si la imaginación de los hombres desapareciera algún día, entonces la humanidad se estancaría y eventualmente desaparecería- le contestó Baskmeth con una sonrisa triunfal
- Asombroso- murmuró Alexandros, sorprendido por la gran sabiduría de Baskmeth. Él mismo admitía en secreto que no habría sabido dar con esa respuesta, por supuesto que no lo diría en voz alta, pero claramente no habría podido ganar aquel juego mortal de acertijos
Tras estar un minuto en silencio, La Esfinge largó una pequeña risa y le dijo en voz baja:
- Bueno, ¿Quién lo diría? Finalmente encontré la horna de mis zapatos- mirándola con una ira asesina mientras mantenía su divertida sonrisa, la Esfinge finalizó- felicidades Agath Baskmeth, Doncella Del Nilo, pasaste mis cuatro preguntas con gran magnificencia, pueden pasar- una especie de aura morada cubrió a Agath y a Alexandros- este es su salvo conducto, aconsejo que se marchen rápido porque este salvo conducto durara unas pocas horas, ahora largo… tengo cosas que hacer
- Fue un honor jugar contigo- lo saludó Agath, tomando sus cosas y marchando junto a Alexandros al interior de la ciudad de las Esfinges.
Dejando a aquella esfinge atrás, aquella criatura miró el sol ponerse en el horizonte y con una sonrisa divertida, le preguntó:
- Adivíname esto, adivíname aquello ¿Qué hay mas allá de lo que vemos?- sus ojos se volvieron azules y se respondió- supongo que me toca averiguarlo
Viendo al sol ponerse, el cuerpo de la Esfinge largó un brillo de color azul y desapareció, respondiendo así a su última pregunta.
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