Federico afirma con un gesto de cabeza.

"Sí", responde. "Estoy vivo".

Elizabeth pregunta confundida, "¿Cómo es posible? Te habían matado".

"No lo sé", responde Federico, desconcertado. "No lo entiendo".

Federico se tambalea hacia Elizabeth y ella lo sostiene.

"Ayuda", murmura. "Estoy herido".

Elizabeth lo acompaña hasta la cabaña y lo hace acostar en la cama.

"Buscaré agua y vendas", anuncia mientras sale de la habitación.

Elizabeth sale de la cabaña y vuelve unos minutos después con agua y vendas.

Se sienta junto a Federico y comienza a limpiar sus heridas.

"¿Cómo te sientes?", pregunta.

"Me duele", dice Federico. "Pero estaré bien".

Elizabeth termina de limpiar las heridas de Federico y comienza a vendarlas.

Elizabeth se queda mirando a Federico sin saber qué decir. Después de un momento, ella finalmente habla: "Es un milagro".

"Estoy de acuerdo", responde Federico mientras gira los ojos. "Creo que es un milagro".

Elizabeth termina de vendar las heridas de Federico.

"¿Qué vas a hacer ahora?", pregunta.

Federico se queda pensando por un momento.

"No lo sé", dice. "No sé qué hacer".

"Puedes quedarte aquí conmigo", dice Elizabeth. "Estarás a salvo aquí".

Federico medita por un momento.

"No lo sé", dice. "No sé qué hacer".

En respuesta a su preocupación, Elizabeth besa tiernamente la frente de Federico, asegurándole que está a salvo.

Con los ojos cerrados, Federico se sumerge en un sueño pacífico.

Elizabeth se sienta a su lado, observando con satisfacción que Federico está vivo y seguro.

Elizabeth está sentada junto a Federico, mirándolo dormir. Está contenta de que esté vivo, pero también está preocupada por él. Sus heridas son graves y no sabe cómo se recuperará.

De repente, Federico abre los ojos y despierta en medio de una habitación.

"¿Cómo te sientes?", pregunta Elizabeth con una sonrisa de alivio.

"Aún duele un poco", responde Federico. "Pero estoy mejor, gracias".

"Estoy muy feliz", dice Elizabeth. "No puedo creer que estés vivo".

Federico sonríe y agradece sus palabras.

"Yo también estoy feliz de estar vivo", añade.

Elizabeth reflexiona sobre lo sucedido y se siente asombrada.

"¿Cómo pudiste sobrevivir?", pregunta ella.

Federico se encoge de hombros, incapaz de encontrar una respuesta.

"No lo sé, honestamente", admite.

Elizabeth considera la posibilidad de que se haya producido un milagro y se lo sugiere a Federico.

"¿Es posible que haya sido un milagro?" preguntó ella.

Federico la miró sorprendido, reflexionando sobre la idea.

"¿Un milagro?" repitió él.

"Sí," insistió Elizabeth, "tal vez Dios nos ha salvado".

Federico reflexionó por un momento.

"¡Quizás!", dijo con ironía, girando los ojos con desdén, "es una posibilidad".

Elizabeth sonríe y dice: "Me gustaría creer eso". Al mirar a Federico, se da cuenta de que él la ama profundamente. Él responde: "Yo también". Con un gesto de cariño, Elizabeth besa a Federico y le dice: "Te amo". Con ternura, él corresponde: "Yo también te amo".

Todo en mi vida era normal. Hasta que entre a ese bar. ¿Dirás cuál es el problema? Ahi los conocí, conocí el secreto de este pueblo. No puedes confiar en ellos, ellos so...

Después de alejarse del abrazo, Elizabeth se sienta a su lado y pregunta: "¿Qué vamos a hacer ahora?". Federico se queda pensando por un momento antes de responder: "No lo sé. No sé qué hacer".

Para brindarle seguridad, Elizabeth le ofrece quedarse con ella. Federico sonríe y agradece: "Gracias, me gustaría eso". Con un beso en la frente, ella le asegura que estará a salvo con ella.

Elizabeth se sienta junto a Federico, observándolo con atención. Está agradecida de que siga con vida, de que esté a salvo. De repente, Federico despierta.

"Elizabeth", la llama.

"Eh, ¿qué sucede?", pregunta ella.

"Necesito sangre", responde Federico. "Tengo que alimentarme".

Elizabeth se sorprende.

"¿De sangre?", cuestiona ella. "¿Cómo?"

Elizabeth reflexiona por un momento.

"De acuerdo", acepta. "Te daré mi sangre".

Elizabeth se inclina y Federico le muerde el cuello.

Elizabeth gime de placer al sentir los colmillos de Federico en su piel.

La sangre de Elizabeth corre por la garganta de Federico. Él la bebe con avidez.

La salud de Federico mejora rápidamente, sus heridas comienzan a sanar y sus fuerzas a recuperarse.

Con gran cariño, Federico mira a Elizabeth y le dice: "Gracias, me salvaste la vida".

Elizabeth sonríe y responde: "No tienes nada que agradecer, mi amor. Te amo".

Federico la besa apasionadamente en los labios y le dice: "Yo también te amo".

Federico y Elizabeth comparten un momento agradable en la cabaña. Federico se ha recuperado por completo de sus heridas y se siente más fuerte que nunca.

De repente, Federico se acerca a Elizabeth y le pide ayuda. Sorprendida, Elizabeth le pregunta qué es lo que necesita.

Federico, con pesar en su voz, le confiesa que quiere vengarse de aquellos que lo lastimaron.

Elizabeth se queda sin palabras, sin saber qué decirle.

Federico continúa diciendo que no puede dejar que sus agresores se salgan con la suya, ya que le han quitado todo lo que tenía.

Comprendiendo el dolor de Federico, Elizabeth decide ofrecer su ayuda.

Federico sonríe agradecido, sabiendo que puede contar con ella.

Federico y Elizabeth se encuentran en un sótano oscuro. En el centro de la habitación, hay una mesa de metal con Nicholas atado sobre ella.

Con malicia, Federico se acerca a Nicholas y le pregunta: "¿Cómo te sientes?".

Nicholas le mira con odio y le pregunta: "¿Qué quieres?". Su voz temblorosa refleja el miedo que siente.

Federico se inclina y le susurra al oído: "Quiero que sufras".

Nicholas grita de terror.

Federico saca un cuchillo de su bolsillo y comienza a cortar la ropa de Nicholas.

"No por favor", ruega. "No lo hagas".

Federico no hace caso a sus súplicas. Continúa cortando la ropa de Nicholas, hasta que queda desnudo.

Federico se aleja de Nicholas y toma un frasco de sal. Abre el frasco y echa sal sobre las heridas de Nicholas.

Nicholas grita de dolor. Federico se aproxima a Nicholas y le susurra, "Esto es por lo que me hiciste". Nicholas lo mira con lágrimas en los ojos y responde: "No fue mi culpa"

Federico se ríe. "¿Por qué me dejaste morir?"

Nicholas no responde.

Federico toma un látigo y comienza a golpear a Nicholas. Nicholas grita de dolor.

Federico golpea a Nicholas una y otra vez, hasta que el cuerpo de Nicholas está cubierto de sangre.

Federico se detiene y dirige su mirada hacia Elizabeth.

"¿Te gustaría participar?" pregunta él. Elizabeth asiente con la cabeza.

Federico le entrega el látigo a Elizabeth.

Elizabeth se acerca a Nicholas y comienza a golpearlo.

Elizabeth golpea a Nicholas con furia, descargando toda su ira sobre él.

Federico la mira con satisfacción. Sabe que Elizabeth está disfrutando de la venganza tanto como él.

Después de un rato, Elizabeth deja de golpear a Nicholas.

Un cambio repentino ocurre cuando Lucinda abre la puerta del sótano y entra. Ella se acerca a Federico y le quita el látigo de las manos. "¿Qué estás haciendo?" le pregunta ella. A lo que Federico responde: "Esto es por lo que me hizo."

"Yo fui la que te encontré en el bosque y te llevé a la cabaña".

"¿Por qué?", pregunta Federico.

"Porque te amo", responde Lucinda. "No podía dejar que te murieras".

"Yo te encontré en el bosque y te llevé a la cabaña", dice Lucinda.

"¿Por qué?", pregunta Federico.

"Porque te amo", responde Lucinda. "No podía permitir que murieras".

Federico se queda sin habla y no sabe qué decir. Lucinda le suplica que se detenga mientras Nicholas yace en el suelo, herido y cerca de la muerte. Federico se niega a dejarlo ir, pero Lucinda lo insta a hacerlo por ella. Finalmente, Federico mira a Lucinda a los ojos y ve el amor que ella siente por él.