Nicholas entra en la habitación con una maleta a cuestas, y pregunta a Elizabeth si está lista para irse. A pesar de su tristeza, ella responde afirmativamente, pero desea observar su cuarto por última vez.
Nicholas se va, y Elizabeth se queda sola. Sin embargo, Federico aparece en la puerta y llama a Elizabeth por su nombre. Sorprendida, ella se gira y se encuentra con Federico.
Federico pregunta con tristeza si Elizabeth se va, a lo que ella responde afirmativamente. Federico le confiesa que no quiere que se vaya, y ella admite que tampoco quiere hacerlo.
En un momento de pasión, Federico se acerca a Elizabeth y la besa apasionadamente. Mientras se besan, Federico acaricia el cabello de Elizabeth, y ambos comparten la tristeza de tener que separarse.
"¿Por qué te vas?" pregunta él.
"Por Nicholas", responde ella.
"¿No lo amas?", insiste.
"No", aclara ella.
"¿A quién amas entonces?", pregunta él de nuevo.
"A ti", confiesa ella.
"¿Entonces por qué te vas con él?", cuestiona él.
"Porque debo hacerlo", responde ella.
"¿Por qué?", pregunta él.
"Porque Nicholas me ama. Y no quiero lastimarlo", suspira ella con lágrimas.
Con tristeza, él dice "Entiendo".
En un momento de complicidad, Elizabeth y Federico se miran a los ojos. Poco a poco, se acercan y se besan apasionadamente, llenos de amor y deseo.
"¿Por qué te vas?" pregunta él.
"Por Nicholas", responde ella.
"¿No lo amas?", insiste.
"No", aclara ella.
"¿A quién amas entonces?", pregunta él de nuevo.
"A ti", confiesa ella.
"¿Entonces por qué te vas con él?", cuestiona él.
"Porque debo hacerlo", responde ella.
"¿Por qué?", pregunta él.
"Porque Nicholas me ama. Y no quiero lastimarlo", suspira ella con lágrimas.
Con tristeza, él dice "Entiendo".
En un momento de complicidad, Elizabeth y Federico se miran a los ojos. Poco a poco, se acercan y se besan apasionadamente, llenos de amor y deseo.
"Te amo," dice Elizabeth mientras besa a Federico.
"Yo también te amo", responde él.
Luego, Federico y Elizabeth se separan.
Los seis amigos se separan en la calle y se van en diferentes direcciones.
Elizabeth y Nicholas se dirigen hacia la estación de tren, donde tomarán el tren que los llevará a su nuevo destino. A pesar de que Elizabeth está triste por dejar a Federico, sabe que esta es la mejor decisión para ella y para Nicholas.
Mientras caminan hacia la estación, Nicholas le pregunta a Elizabeth si está bien. Ella asiente y sonríe, aunque por dentro siente una gran tristeza. Nicholas le toma la mano y le asegura que todo saldrá bien en su nueva vida juntos.
Al llegar a la estación, Nicholas ayuda a Elizabeth a subir al tren con sus maletas, y se sientan juntos en un compartimento. Elizabeth mira por la ventana mientras el tren comienza a moverse lentamente.
En su mente, Elizabeth piensa en Federico y en todo lo que dejó atrás. Pero también piensa en Nicholas y en el amor que siente por él. Sabe que no será fácil, pero está dispuesta a hacer lo que sea necesario para que su relación funcione.
Mientras tanto, Federico camina solo por las calles vacías de la ciudad. Se siente triste y desolado, pero a la vez lleno de esperanza. Sabe que Elizabeth lo ama y que algún día podrán estar juntos de nuevo.
Con estas emociones encontradas, Federico sigue caminando, sintiendo el frío de la noche en su piel. Pero sabe que, con el tiempo, todo cambiará y que habrá un nuevo amanecer para él y Elizabeth.
La despedida entre Elizabeth y Federico es conmovedora y llena de pasión, ya que ambos expresan su amor el uno por el otro a pesar de las circunstancias que los separan. Aunque Elizabeth se va con Nicholas por respeto hacia sus sentimientos, su corazón pertenece a Federico, quien comprende su difícil situación.
Mientras tanto, los seis amigos se despiden y siguen caminos diferentes, cada uno enfrentando sus propios desafíos y emociones. Elizabeth y Nicholas parten hacia un nuevo destino, mientras que Federico se queda atrás, lleno de esperanza y determinación para enfrentar el futuro. Aunque la tristeza los acompaña, el amor que sienten el uno por el otro les da fuerzas para seguir adelante.
En la Europa del siglo XVII, la joven Elizabeth II era conocida por su curiosidad e inocencia. Enamorada del hombre Nicholas Vorhis, un vampiro de 123 años, Elizabeth quería acompañarlo, pero Nicholas sabía que eso pondría en peligro su vida. En ese tiempo, la ley prohibía el amor y la amistad entre humanos y vampiros, lo que hacía que su relación fuera peligrosa.
A pesar de que Elizabeth quería aventurarse y ser diferente a las otras princesas, Nicholas no podía permitir que su amor lo pusiera en riesgo. La Princesa Elizabeth II de Windsor entendía que los vampiros podían vivir en el mundo humano, pero solo si estaban dispuestos a servirles para mantener la paz. Nicholas sabía que debía partir y dejar ir a Elizabeth para protegerla de cualquier peligro.
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