El enorme cuerpo muerto del rojizo Escorpión yacía sobre la arena y aunque hacía poco que lo vio moverse e intentar matarlos a los dos, Alexandros igual podría haber confundido aquel colosal ser con una de las tantas estatuas y monumentos que rodeaban las ciudades Egipcias o las antiguas ciudades fantasmas que se encontraban por las cercanías del Nilo. El viento comenzaba a soplar y era uno demasiado fuerte, eso solo podía significar una cosa: una tormenta de arena.
Acercándose a donde estaba Alexandros, Agath le pidió:
- Déjame verte
- No es nada- mintió Alexandros, la verdad era que si poseía un gran daño y le ardía demasiado el vientre, espalda y cintura mientras sentía mucha sangre correr por sus costados- es solo un rasguño
- ¿Ah sí?- se molestó Agath tomándolo con fuerza de los brazos y apartándolos de su cintura de manera brusca- pues en mi opinión ese rasguño me parece bastante mortal
- ¡Estoy bien!- continuó mintiendo Alexandros, pero ni bien trató de levantarse, largó un fuerte grito de dolor
- No, no lo estas. ¡Ahora deja de mentirme y de mentirte y permíteme verte!- le habló Agath con severidad observando mejor las heridas, estas eran profundas pero no lo suficiente como para haber dañado algún nervio, musculo o tendón en especial. Viendo que su cabellera comenzaba a moverse con más fuerza debido al viento, supo que no tenían mucho tiempo- esto es grave, debo hacerme cargo ¡Ahora!
- ¿Agath?- le preguntó Alexandros preocupado ante lo que ella acababa de insinuar
Tomando las cosas de la carga que se encontraba en la espalda camello muerto, logró sacar la madera junto a los elementos necesarios para hacer una mini fogata. La gran cantidad de viento le era una ventaja porque podía hacer que el fuego se produjera rápido. Colocándose casi encima de la mini fogata improvisada, puso el filo de su espada y esperó unos minutos a que esta se pusiera al rojo vivo. Sonriendo al ver que esta se encontraba en su punto perfecto. Apagó la fogata al enterrarla en la arena y después se dirigió a donde estaba Alexandros, quien se veía horrorizado.
- ¡Agath, no!, Estoy bien, puedo sobreponerme al dolor y…
- Aunque las pinzas del Escorpión no te hayan dañado de gravedad, de todos modos la sangre te seguirá saliendo y posiblemente tu herida se infecte dentro de unas horas- acercando la espada a sus heridas, Agath añadió- lo siento Alexandros pero está es la única manera
- Agath- susurró Alexandros, de manera repentina Agath puso la espada sobre las heridas del costado de Alexandros y estas comenzaron a arder, obligándolo a largar fuertes alaridos de horror
- Resiste Alexandros, sé que tienes la fuerza para lograrlo- lo alentó Agath volviendo a colocar aquel filo sobre las heridas del vientre. Aprovechando aquella situación, añadió- ¡Y no quiero que vuelvas a desobedecerme nunca más! ¡Si yo te digo que te quedes quieto, te quedas quieto jovencito! El Escorpión pensaba en atacarme a mí y yo me encontraba preparada para enfrentarlo pero ni bien huiste, dirigiste su atención hacia ti en lugar de mí
- Lo… lo siento- jadeó Alexandros, sintiendo como sus lagrimas corrían debido al dolor que sentía en ese momento. Un dolor físico insoportable junto a una vergüenza que lo carcomía del mismo modo por haber huido como un cobarde- tuve miedo y…
- Mejor guarda tu aliento para cuando vaya cauterizando tus heridas- le pidió Agath volviendo a colocar su espada sobre el otro costado de su cintura- créeme que lo necesitaras. Ahora mejor será que me escuches- viendo como las heridas estaban cauterizando bien, añadió- entiendo que estabas asustado, lo comprendo y no te juzgo por ello. Al final de cuentas eres un mensajero con una misión muy importante, pero no eres un soldado o alguien entrenado para pelear. Tengo entendido que no todos los estados griegos o reinos son como Esparta, sin embargo eso no significa que tus acciones no tuviesen consecuencias. No te culpo por tener miedo y huir, pero si quiero que sepas que durante tu huida lograste que mataran a tu camello a quien necesitábamos para llevar la carga con nuestras cosas, limitando nuestro movimiento y el tiempo que podamos tener- dándolo vuelta, colocó su filo ardiente sobre las heridas de la espalda- por eso quiero que confíes en mí ¿De acuerdo? De ahora en más si nos vemos en una situación de vida o muerte, tú vas a hacer lo que yo te diga ¿Entendido?
- S… sí- gimió Alexandros quien no solo se encontraba llorando por el dolor junto a la vergüenza sino que también estaba mortalmente agotado, al punto de caer en la inconsciencia. Se sentía peor que avergonzado debido a que, durante la cauterización, no pudo evitar orinarse encima y se encontraba a un paso de liberar sus heces fecales, pero por fortuna lo estaba conteniendo demasiado bien. Viendo la mancha de orina, añadió- lo… lo siento
- No te preocupes, está bien, es una reacción natural del cuerpo. Me hubiese asustado mucho si no lo hubieses hecho- moviendo la espada una última vez sobre las heridas terminando la cauterización y provocando que Alexandros pudiese defecar, añadió- listo, ¿No te sientes mejor? Prefiero que antes esté afuera que adentro
Incapaz de pensar, al borde de la inconsciencia y sintiéndose más allá de la vergüenza, Alexandros solo pudo romper en un fuerte llanto que lo hizo sentirse como si fuese un bebé. Acariciando su cabeza, Agath lo calmó diciéndole:
- Está bien Alexandros, está bien. No te preocupes muchacho, ya todo pasó- con una suave sonrisa añadió- ya todo está bien, ahora nos quedaremos aquí un momento y nos cubriremos mientras esperamos que la tormenta de arena pase ¿Entendido? Después continuaremos ¿Está bien?
- S…si- asintió Alexandros, concordando con la idea de Agath debido a que no se sentía con fuerzas para hacer nada, salvo llorar.
Armando un campamento con rapidez, Agath cargó a Alexandros a su interior y luego procedió a limpiarlo mientras la cabeza de su caballo se encontraba dentro de la carpa con un poco de pasto y agua cerca para que pudiese hidratarse y comer algo.
Tras terminar de limpiarlo, Agath lo revisó una última vez comprobando que se encontraba fuera de peligro. Alexandros se encontraba dormido y Agath cumplió con su misión de cuidar de él. Mientras tanto afuera, el cadáver de aquel enorme escorpión fue sepultado en un montículo de arena como si de un antiguo monumento perdido se tratara.
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