Al llegar al cruce, Jaslynn Alpha optó por torcer hacia la izquierda e internarse en la abarrotada calle peatonal. Una muchedumbre entraba y salía de las distintas tiendas que copaban ambos márgenes, se entretenía observando los escaparates o prestaba atención a las actuaciones de unos cuantos artistas callejeros. Jaslynn Alpha iba con la idea de gastarse una considerable cantidad de dinero en esta zona comercial. Había transcurrido bastante tiempo desde la última vez que se había comprado algo de ropa y quería renovar un poco su fondo de armario.
En la misma situación, Jaslynn Uno se movió hacia la derecha, en dirección al parque central. Era un día perfecto para pasear entre sus coloridos jardines y disfrutar al aire libre del agradable tiempo veraniego. Aunque lo solía frecuentar bastante gente, el parque destilaba tranquilidad y era un entorno excelente para relajarse y desconectar de las cargas del trabajo. Esta semana en particular había sido muy agobiante para Jaslynn Uno, por lo que la caminata por este emplazamiento le venía de maravilla. La ayudaría a despejarse y olvidar por un rato la tensión vivida en la oficina.
Y Jaslynn Aleph continuó de frente, con la intención de acudir al auditorio. Hoy tenía lugar un concierto que siempre había querido presenciar. Por primera vez se celebraba dicho espectáculo cerca de donde ella vivía y estaba decidida a no perdérselo. No podía dejar escapar esta oportunidad. Mientras caminaba hacia su objetivo la emoción y el nerviosismo la invadían y cada poco sentía la necesidad de revisar su bolso para asegurarse de que llevaba la entrada consigo.
Jaslynn Prima ni siquiera llegó hasta el cruce. Ella no salió de la cafetería en la que había estado merendando y se quedó charlando con Matteos, un chico con el que ya se había citado en numerosas ocasiones. Seguía sin tener muy claro qué esperaba de esta relación pero tal vez había llegado el momento de descubrirlo. Como mínimo, siempre pasaba un buen rato conversando con él.
En el caso de Jaslynn I, quien le hacía compañía era una chica llamada Carlota, aunque las dudas sobre lo que podía suceder a partir de entonces eran más o menos las mismas. Ellas dos se conocían desde sus años de educación secundaria y siempre habían estado muy unidas. No obstante, no había sido hasta fechas recientes cuando habían surgido indicios de que su amistad podía desembocar en algo más.
—¿Qué tal le está yendo? —preguntó Kami mientras echaba un vistazo al panel de control que ocupaba gran parte de una de las paredes de la sala. Diversos monitores mostraban recreaciones de lo que cada una de las Jaslynn estaba viendo en esos momentos. Otros se ocupaban de vigilar sus signos vitales.
Kami no había formulado la pregunta porque necesitara saber la respuesta. Ella ya la sabía. Sin embargo, quería que las personas que estaban a sus espaldas la oyeran. Debía transmitirles confianza. El futuro del proyecto que ella supervisaba dependía de que dichos testigos se llevaran la impresión adecuada. Sin su aprobación y, sobre todo, sin la inversión económica que supondría, sería muy difícil continuar.
—Muy bien. Todo marcha según lo previsto —respondió Olver, uno de los cuatro técnicos sentados ante el panel de control—. Se han generado los primeros ramales y el sujeto se ha internado en ellos sin ningún problema. La situación es completamente estable.
La supervisora asintió con un movimiento exagerado de su cabeza.
—Perfecto. Sigamos adelante. —Miró por encima del hombro en dirección a los evaluadores y apreció en ellos expresiones de tranquilidad. Quiso esbozar una sonrisa pero se contuvo. Profesionalidad ante todo.
Era la primera vez que Jaslynn Aleph visitaba el auditorio desde su reapertura hacía ya casi dos años. Se sorprendió al contemplar la reforma que se había llevado a cabo en el vestíbulo. Ahora era mucho más amplio y luminoso que como ella lo recordaba. Además, en una de sus alas se había habilitado un pequeño local para vender la mercadotecnia relacionada con el concierto que estaba a punto de empezar. Antes, este tipo de ventas se efectuaban en un par de mostradores montados de forma temporal. Jaslynn Aleph-1 aprovechó para comprar un póster y una camiseta como recuerdos del evento. En verdad, ella no era muy dada a coleccionar esta clase de objetos pero la ocasión lo merecía. Por otra parte, Jaslynn Aleph-2 prefirió pagar por uno de los álbumes que recogían grabaciones de conciertos anteriores. Ya había tenido la oportunidad de escuchar varios fragmentos de ellos gracias a los vídeos que otros asistentes habían colgado en la red, pero le hacía ilusión ampliar su colección de discos con una grabación oficial y de mejor calidad.
Mientras volvía a su casa en un taxi, Jaslynn Prima-Ichi reflexionaba sobre la decepción que se acababa de llevar con Matteos. Durante la conversación en la cafetería había descubierto una faceta suya que lo descartaba por completo como posible pareja. ¿Cómo no se había dado cuenta antes? No quería seguir teniendo trato con una persona tan egocéntrica, tan despreocupada de los problemas que podían afectar a los demás. Por otra parte, Jaslynn Prima-Hachi había ido convenciéndose de que tocaba dar un paso más en esta relación y, finalmente, había aceptado la oferta del joven para ir a su casa. En esos instantes estaba a punto de entrar en su habitación.
Jaslynn Alpha-Azul salió algo contrariada de la primera tienda en la que había decidido probar suerte. Sólo había encontrado una prenda que le gustase lo suficiente como para comprarla. Por desgracia, no le quedaba tan bien como hubiera deseado. Así que se marchó de ese local con las manos vacías. Esperaba tener mejor fortuna en la siguiente tienda. En cambio, Jaslynn Alpha-Blanco se agenció un elegante vestido de noche. No sabía cuándo podría estrenarlo, ya que no tenía ningún evento a corto plazo en que pudiera lucirlo pero seguro que en algún momento surgiría la ocasión propicia.
Jaslynn I-H había acertado con la película que había sugerido ver en el cine: una cinta de superhéroes. No había sido una apuesta muy arriesgada, puesto que tanto Carlota como ella siempre habían disfrutado de este tipo de películas. La confirmación de lo atinado de su decisión fue que, mientras se proyectaban los créditos finales, Carlota le agradeció la invitación al cine con un beso en la mejilla, aunque tan cerca de los labios que pareció la promesa de uno más interesante. En cuanto a Jaslynn I-He, su velada no estaba discurriendo por ninguna de las sendas que ella habría escogido. No sabía cuándo había sucedido exactamente pero, en algún punto desde que abandonaron la cafetería, la situación se había torcido. Notaba que Carlota no se encontraba cómoda, como si tuviera ganas de marcharse a su casa, y tenía la impresión de que se debía a que había soltado algún comentario inapropiado. Aunque repasaba mentalmente una y otra vez las conversaciones que habían surgido a lo largo de esa tarde, no era capaz de ver en qué se había equivocado.
La zona norte del parque era la preferida de Jaslynn Uno-A. Allí el ayuntamiento había levantado un museo de escultura al aire libre. La mayoría de las piezas formaban parte de una exposición permanente, y muchas ya evidenciaban los estragos del paso del tiempo. Sin embargo, también incluía una sección que se iba renovando cada pocos meses. Jaslynn Uno-A estaba deseando contemplar las nuevas incorporaciones. En su mochila llevaba la cámara que al fin se había podido comprar después de ahorrar durante unos cuantos meses y esperaba sacar unas fotografías más que dignas de dichas esculturas. Jaslynn Uno-B se sentía más atraída por lo orgánico. En especial, le gustaba observar el movimiento de los animales, ver cómo se desenvolvían en su ambiente. Así que se dirigió hacia la zona de los estanques. Varios puentes de madera permitían cruzar de un lado a otro de los estanques más pequeños y Jaslynn Uno-B caminó hasta situarse en el centro de uno de ellos. Era un excelente puesto de observación. Luego, sacó unas hojas en blanco y unos lápices de su mochila y comenzó a plasmar en un boceto la escena de la vida animal que tenía ante ella. Más tarde, cuando regresara a su casa, podría realizar un dibujo más preciso y detallado tomando como base dicho boceto.
Como el experimento marchaba con normalidad, Kami se había apartado un rato del panel de control y estaba mirando a través del ventanal que ocupaba otra de las paredes. El grueso cristal devolvía una tenue imagen de los observadores que habían venido a evaluar la prueba, todos vestidos con el mismo tipo de traje austero de tela negra. Sin embargo, la atención de Kami estaba puesta en lo que había al otro lado: una esfera de metal pulido de casi tres metros de diámetro, que reposaba sobre una plataforma escalonada y de la cual sobresalía una maraña de cables de distintos colores y grosores que se perdían en las paredes y el techo.
En el interior de la esfera se encontraba Jaslynn, inmersa en su viaje por los ramales y ajena por completo a lo que acontecía en la estancia contigua. Mientras tanto, Kami sentía cierta envidia, pues ella no había usado nunca la máquina y tenía curiosidad por saber cómo era la experiencia en primera persona. Tal vez más adelante contaría con la oportunidad de cumplir ese deseo. De momento, su prioridad era procurar que el proyecto fuera viable. Los caprichos personales tendrían que esperar.
—Quizás se trate de un detalle sin trascendencia pero he visto hace unos momentos algo que ha captado mi atención. Los monitores que informan de la salud de la voluntaria han mostrado de repente unos picos irregulares y no he visto que se hayan repetido más adelante ni recuerdo haberlos observado antes. ¿Podríais explicarnos a qué se han debido? —La pregunta de uno de los evaluadores no puso nerviosa a Kami. Sabía que no había ocurrido nada preocupante, ya que no había saltado ninguna alarma, y confiaba en la capacidad de sus técnicos para ofrecer una respuesta adecuada y convincente.
—Sí, claro. Podemos revisar rápidamente qué ha sucedido cuando se produjeron esos picos. Deme unos segundos, por favor —contestó Olver.
El técnico introdujo varios comandos en el panel de control para que se rebobinaran las recreaciones y que la computadora localizase la posible causa de esos picos. El resultado llegó enseguida.
—Aquí lo tenemos —dijo señalando hacia una de las pantallas, en la cual se veía cómo una persona se dirigía hacia Jaslynn en actitud amenazadora—. Se ha llevado un pequeño susto porque una de sus versiones ha sufrido un intento de atraco. Esa reacción entra dentro de lo normal.
—De acuerdo. Muchas gracias por la aclaración —dijo el hombre mientras realizaba unas anotaciones en su tableta electrónica.
Viendo que el observador parecía haberse quedado satisfecho con la contestación y no quiso plantear más cuestiones, Kami volvió a concentrarse en la esfera.

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