El video estaba terminado tras algunas horas de edición. Me sentía satisfecha con el resultado, un video corto para una plataforma, el proceso completo para otra. El contenido era suficiente para llenar la semana y mantener las estadísticas fluyendo. Me recliné en la silla de mi escritorio, rodeada por las luces tenues de mi habitación, que generaban un ambiente de calma y concentración.
Al empezar a leer los comentarios mientras subía el nuevo contenido, mi mirada se detuvo en uno particular. “Ese maquillaje solo funciona en gente bonita, si lo intentas en una cara normal no se va a ver así”, se leía en la pantalla. Un suspiro escapó de mis labios. "Siempre hay alguien…" pensé, intentando sacudirme la pequeña punzada de duda que ese comentario había sembrado.
El video estaba arriba, programado para salir el martes a las 4pm, el pico de mis visitas. Con todo listo, tomé mi teléfono y tecleé rápidamente "ya voy saliendo" y lo envié. Al recoger mi bolso y un suéter, la brisa fresca de la tarde me rozó el rostro al salir de casa. La ciudad estaba bañada en el cálido resplandor del atardecer. Julián estaba ya en su auto, su silueta recortada contra el brillo del sol poniente. Se giró brevemente para mirarme cuando me acerqué.
Julián conducía su auto mirando hacia el frente, atento al camino, pero siempre relajado. No pude evitar admirar su actitud despreocupada, que añadía tanto a su ya evidente encanto. Observé sus manos, firmes en el volante, los músculos de sus brazos ligeramente tensos. Su rostro sereno, con esa perfecta nariz y mandíbula definida, sus fríos ojos ámbar qué contrastaban perfecto con su piel bronceada.
—¿Qué tal estuvo tu día? — preguntó Julián, rompiendo el silencio
Reflexioné un momento, pensando en los comentarios del video
—Fue... interesante— respondí, con una leve vacilación
Julián me miró brevemente con una ceja levantada, una señal de que no me creía del todo
—¿Todo bien con el canal? — preguntó
—Sí, ya sabes, el drama de las redes sociales— dije, intentando sonar despreocupada.
Miré hacia afuera, las luces de la ciudad parpadeaban al pasar, logrando distraerme brevemente de mis propios pensamientos.
—Bueno, mira, te contaré— dije antes de revelarle mi preocupación — alguien hizo este comentario en mi último video, dijo que mis técnicas solo me funcionan a mí, pero que, si otra chica se maquilla como yo, él resultado no sería bueno, y llevo un rato pensando en ello
—Ya veo— respondió Julián calmadamente —¿y crees que eso es cierto?
—creo que si, tal vez me falta sensibilizar mi contenido— dije tratando de pensar en cómo darle una solución al problema que parecía hacerse evidente.
— Sara, no es tu culpa qué tus seguidoras sean feas— dijo Julián secamente.
Me mordí el labio, tratando de no dejar que su comentario descarado me descarrilara.
—Baby, no seas así. No es que haya culpas, es que creo que tienen razón en algo, las mismas técnicas no funcionan en todos los rostros, y tal vez es hora de traer diversidad al canal.
Mientras las luces de la ciudad pasaban velozmente a mi lado, una idea empezó a tomar forma en mi mente.
— ¿Y si empezara a invitar a diferentes personas a mi canal? Podría mostrar una gama más amplia de técnicas adaptadas a distintos tipos de rostros.
—Supongo que es una buena idea, dijo Julián sin mirarme, ¿y a quién vas a invitar?
—No lo sé, debo buscar personas no hegemónicas qué estén dispuestas a tener un makeover, esto me servirá incluso a mí, para aprender cosas
—"No hegemónicas" qué manera tan complicada de llamar a la gente fea— dijo Julián de una manera sarcástica
—No se trata de belleza, Julián. Se trata de mostrar que la belleza tiene muchas caras— expliqué con calma esperando que entendiera mi punto
—Bueno, puedes empezar con gente de mi carrera, lo que dicen de las mujeres en ingeniería es real, ninguna es "hegemónica" —dijo Julián con cierto dejo de burla — O de tu grupo, si quieres empezar con más confianza.
La idea de mi novio, de hecho, era un gran punto de partida
—¿Sabes? No es mala idea— admití, sorprendida de estar considerando seriamente su propuesta —Invitaré a alguna chica de mi grupo— La idea de colaborar con alguien de mi entorno académico me parecía menos intimidante que buscar completas desconocidas.
Julián asintió, mientras devolvía la mirada hacia el camino.
—Solo asegúrate de no transformar tu canal en un proyecto de caridad— dijo y siguió conduciendo sin apenas seña de alguna emoción. Me quedé mirando por la ventana, reflexionando sobre la conversación.
La mañana siguiente era tranquila, los domingos son en general un día flojo.
Julián aún dormía a mi lado, compartíamos ese aroma a alcohol qué nos dejó la noche anterior. Bailar y beber en compañía de algunos amigos, era algo que hacíamos ocasionalmente, la mayor parte del tiempo éramos sólo nosotros dos.
Me levanté lo más silenciosamente qué pude y me dirigí a la cocina en busca de agua. Mientras bebía, mis pensamientos vagaron hacia el proyecto que había considerado la noche anterior. La idea de introducir diversidad en mi canal me emocionaba, pero también me inquietaba. Debía planearlo bien. Estaba concentrada en ello, lo suficiente como para casi olvidar qué era casi medio día y no había desayunado.
Llevé mi tablet al comedor para hacer algunas notas, mientras tomaba una taza de café y vi salir de la habitación a Julián, que aún se veía adormilado.
—¿Qué haces? — preguntó acercándose a mí
—Solo estoy planeando algunas cosas— respondí manteniendo la concentración
Julián se acercó y colocó sus manos en mis hombros
—Deja eso y ven a bañarte conmigo
Reí, sabiendo que era lo que en verdad quería decirme. Julián qué era siempre directo elegía no serlo en estas situaciones, me parecía una característica sumamente adorable
—Ni siquiera has desayunado
—Ya lo haré después, ven— me dijo tomándome de la mano y dirigiéndonos a la habitación.
Mi depa yacía silencioso por la tarde, luego de que Julián regresará a su casa dejándome sola.
Desde que empecé la universidad me mudé a este lugar que mis padres rentaron, primero para mi hermana, y luego para mí. Era un espacio pequeño pero muy cómodo, en una buena zona, cerca de la universidad.
Vivía sola en el tercer piso de un edificio de 5 niveles. De vez en cuando recibía la visita de mis padres, de mi hermana, algunas amigas, y más frecuentemente de Julián, quien a veces pasaba la noche conmigo.
El lunes llegó, mi primera clase en la universidad era a las 9 am. Ese día en clase estaba decidida a buscar a la candidata perfecta para empezar la nueva fase de mi canal. Un día antes me tomé la molestia de regalar a mis seguidores de redes un pequeño teaser de que venían cosas nuevas para el canal, y que pronto anunciaría cosas, primero necesitaba asegurar la participación de las personas que tenía en mente.
Anoté los nombres de algunas de mis compañeras que consideraba potencialmente interesantes para mi canal, y la primera de ellas se cruzó conmigo en el pasillo afuera del aula. Luisa Castillo, una chica de mi grupo a la que había considerado como opción.
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