Aquella nota, aquel simple papel, termino por romperme. Todas esas fotos, los hechos que acababa de leer y aquellas palabras, me llevaron hasta el límite. Mi cabeza comenzó a dar de vueltas, la respiración me faltaba y sentía como el corazón se me salía. La visión comenzó a fallarme y el miedo de perder la vida comenzó a llenarme. Con movimientos torpes tome mi teléfono, con la poca visión que me quedaba trate de marcar el número de emergencias; logre escuchar como contestaban la llamada, pero mi voz no lograba salir. Después de lo que me pareció una eternidad tratando de decir algo, perdí la conciencia.
El sonido de un leve pitido, me fue sacando lentamente de la obscuridad de mi mente. Con trabajo abrí mis ojos y deje que el tiempo se encargara de que mi visión se enfocara nuevamente; una vez que mis alrededores se volvieron claros trate de averiguar donde me encontraba. Las paredes blancas y los pocos muebles, escondidos en la profundidad de la noche, acompañados del sonido de las maquinas me dejo claro que estaba en la habitación de un hospital.
Trate de levantarme un par de veces sin éxito, antes de que una enfermera pasara por mi cuarto; en cuanto se percató de que estaba despierto, comenzó a llamar agritos al doctor para que fuera a verme. Después de unos momentos vi al señor White cruzar el umbral de la puerta con paso apresurado. Agradeció a la enfermera por avisarle y le pidió que se retirara.
“¿Cómo te sientes Raúl?” pregunto con notable preocupación en su voz. Me quede en silencio sin saber que decir, o si sería correcto hablar sobre lo que había pasado. El doctor se me quedo viendo con seriedad por un par de minutos, dándome algo de tiempo para decidir que contestar. Sin embargo, antes de poder decir algo, él soltó un sutil suspiro y abrió la boca.
“¿Tu situación tiene que ver con el envió de tu madre?” su pregunta me tomo completamente por sorpresa, llevándome del asombro a la desconfianza “¿Qué sabes de eso? ¿Acaso tú lo enviaste?” musité con ira en la voz. Antes de responder, el Sr White tomo una silla, acomodándola cerca de la cama y sentándose calmadamente.
Se quito sus lentes lentamente y los coloco en el bolsillo de su camisa. Dio un largo respiro y se estiro levemente antes de voltear a verme. “Lamento haberte sorprendido con mi pregunta” comenzó, dejando notar arrepentimiento sincero. “Yo no envié nada, y tampoco tengo idea de que es lo que trama tu madre” menciono con una sonrisa llena de compasión. “Entonces, ¿cómo sabes del envío?” pregunte en voz baja. “Alcance a ver algo de las cosas regadas en el suelo del comedor, al llegar a tu departamento, después de recibir tu llamada” dijo bajando la mirada. “Mi llamada” dije confundido.
“Parece que, al intentar llamar a emergencias durante tu ataque, por accidente terminaste llamando me a mí. Al no escuchar respuesta tuya me disponía a terminar la llamada, sin embargo, alcance a escuchar una respiración forzada. Una vez me di cuenta de lo que pasaba, revise la información en el archivo de tu madre, anote la dirección y espere que siguiera siendo tu domicilio. Al llegar golpe a tu puerta y al no escuchar respuesta entre a la fuerza. En cuanto te encontré, llame una ambulancia y me dedique a dejarte estable. Mientras hacía eso me percate de lo que tenías a tu alrededor y de alguna forma me las arregle para guardar todo antes de que la ambulancia llegara. Una vez los paramédicos te tenían, les pedí que te lleváramos a mi hospital” termino de hablar sin dejar de mirarme.
Medite sus palabras por un momento. “¿Por qué?” sus ojos se abrieron ante mi pregunta. “¿A qué te refieres?” respondió en un tono ansioso. “Quiero que me expliques el porque ocultaste todo antes de que alguien más lo viera, el como llegaste a la conclusión de que eso me lo había enviado mi madre, la razón por la que jamás ofreciste un tratamiento para ella y… por, sobre todo, la razón detrás del hecho de que lleves puesto el relicario y única herencia de familia de mi madre” dije casi en una amenaza.
El doctor bajo la mirada, coloco entre sus dedos el relicario que sobresalía levemente por el cuello de su camisa, lo tomo con fuerza mientras respiraba lenta y profundamente un par de veces. Después de lo que pareció una eternidad, oculto el relicario bajo su ropa, sacudió un poco la cabeza y dirigió su mirada de vuelta a mí.
Se quedo en un silencio incomodo por un poco más y después abrió la boca. “Tu madre y yo nos conocimos en este hospital, el día en que te dejo para que vivieras por tu cuenta. Como sabes, en ese entonces su mente estaba completamente destrozada, por lo que nadie prestaba atención a lo que decía. Una noche, durante mis rondas, al pasar frente a su habitación la escuche llorar mientras repetía tu nombre. Quise entrar para calmarla, pero, me paralice en el momento en que me fije en su rostro y note que no había ni una pisca de tristeza en el. Simplemente me quede parado en el arco de la puerta y la escuche, musitaba sobre tu padre, su familia, el dolor que le causo y muchas cosas más. Esto se repitió cada noche a partir de ese día y solo se detuvo cuando ella estuvo mejor mentalmente. Decidí entonces hablar con ella, esperé a la noche y fui a su habitación. Inicial mente ella entro en pánico al conocer todo lo que sabía, pero poco a poco me gane su confianza. Fue entonces cuando me conto que sabía de su estado de salud desde el día de tu nacimiento, y había hecho las paces con su inminente muerte.” La voz se le corto al decir eso.
Paro por un momento para secarse un par de lagrimas que se habían formado en sus ojos, se aclaro la garganta y continuo. “Después de ello, me conto del día en que se entero de la muerte de aquel policía y la preocupación que nació en su corazón, pero no fue si no hasta el día en que le llego aquella caja azul que decidió hacer algo para ayudarte. Me conto que hizo un plan, esperando que, en caso de que ella ya no estuviera presente, tu pudieras salir adelante; aunque jamás me lo detallo. Por eso escondí todo aquello y asumí que te fue enviado por tu madre” menciono.
Lo mire fijamente, mientras asimilaba lo que me había dicho, tratando de averiguar que tan sincero era. No tarde en percatarme de que, la respuesta a mis dos ultimas dudas, serian decisivas para saber que tan confiable era. “Continua” dije con rudeza.
Con una leve sonrisa el medico continuo “Durante los años, fui conociendo más del tipo de afección que ella tenía, y la convencí de probar un par de tratamientos, pero ninguno fue exitoso, y lo único que conseguíamos era que su mente se perdiera nuevamente. Tu madre detestaba que eso pasara, por lo que me hizo prometer que ya no buscaría la forma de salvarle, dude, pero al final, cedí. Para asegurar que nadie intentara hacer algo, llamo a un abogado y se encargo de dejar claro su deseo. Esa fue la razón por la que no te mencione ningún tratamiento especifico y solo nombre las cosas que haríamos para que su muerte fuera menos dolorosa” Hizo una pausa, viéndome por un momento antes de continuar. “En cuanto al relicario” dijo con duda y meditando sus próximas palabras “Simplemente tome de vuelta lo que le pertenece a mi familia”.
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