El viento continúa persiguiendo su camino, cambiando constantemente de dirección, atrapado en la repercusión que otorga un desenlace a su metamorfosis, tratándose esto de nada más que el efecto del tiempo. Ellos vienen y van, algunos más rápidos que otros, poseen como yo, un inicio y regresarán a él habiendo recorrido el mundo. Su realización se encuentra en su travesía. Cuando la trayectoria de los vientos haya culminado, aquello que fueron habrá sido relevado, así mismo lo que son ahora lo será conforme sigan avanzando. No hay un final para ti, solo para el cuerpo en el que habitas, de modo que no hay un final para tu viaje. Habrá un momento en el que te detengas, voltees y observes el camino ya recorrido, al reparar en tus antiguos pasos, que quedaron grabados como temblorosas huellas en el suelo notas lo diferentes que lucen a los que yacen bajo tus pies ahora mismo, la piel que habitas habla de como sucedió el cambio, te has perdido, sido herido y has caído, pero hoy aún vivo, estas de pie. Hallas en la reminiscencia de lo que fuiste el júbilo que adormece el dolor de heridas pasadas, se presenta en forma de lluvia, una que en el pasado solía despojarte de tu seguridad, ahogándote en tu incapacidad, cargándote de culpa a causa de no ver un camino detrás de ti en ese momento, porque eras incapaz de moverte, más ahora esta lluvia te demuestra ya no mediante la aflicción el camino de la superación.
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Una vida pacífica es en la que no tengo que vivir. Por eso todos se mueven, pero yo no. ¿Detenido en el tiempo, que no se detiene? Vislumbrando el ir y venir de los vientos. ¿Será qué tiempo cedería a detenerse por mí? Yo necesito detenerme solo un momento, ¿un momento? Quisiera que fueran décadas, pero seguiría sintiendo mi respiración porque aún sigo aquí. Las aguas debajo de mis pies parecen funcionar como los vientos sobre mi cabeza, moviéndose y cambiando constantemente, pero tú no cambias no quieres cambiar no quieres moverte de lugar, las hojas muertas cubrieron mi inmóvil cuerpo y los vientos las recogieron trayendo nuevas, lo que anhela tu corazón es posible si decides ponerte en marcha. Las nuevas hojas están aquí, pero no puedo apreciar su belleza porque no quiero siquiera verlas. En algún momento volverán a marchitarse, no término de comprenderlo. Yo también añoro la libertad de los cielos, pero no me atrevo a ir hacia ellos. No merezco nada, pero tengo mucho. Ignoraba algo sujeto a mi espalda, cosa nacida de mi ansiada autonomía, por la libertad que suponía, a pesar de su aparición tardía, la cual me indicaría, que con ello, podría surcar el cielo. No quise prestarle atención así que comenzó a lastimarme, pues no está de acuerdo con mi varada voluntad sobre como llevo mi existencia, de modo que las corte de mí, porque no sé usarlas, el corte se infectó y pudrió todo a su paso, ya no dejara nacer a la libertad, será consumido en su depresión, todo lo que simboliza la liberación es atrapado por la inseguridad del alma a un mundo que repudia a un mundo que va a dañarla y contaminarla, pero tú también puedes ser las aguas, al igual que puedes ser los vientos. La libertad regresará a ti porque siempre estuvo contigo. Aunque preferiría quedarme en mi lugar pretendiendo ser nada, ¿algún día podré estar en ese momento en el que observé desde lejos el inicio sin conocer mi final?
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