Todo parecía tan irreal.
Una parte Raúl todavía seguía sin creérselo del todo, a pesar de haber experimentado en carne propia tantas maravillas y peligros en ese mundo extraño al que había transportado apenas un par de días atrás, junto con otros tres niños, tres completos desconocidos que habían pasado a convertirse en sus mejores.
“¿De verdad todo esto sucedió? ¿No lo habré soñado solamente?” se preguntaba él, echado sobre su cama esa mañana de sábado.
Cerrando sus ojos, evocaba mentalmente los paisajes de aquel planeta misterioso, la Tierra de Danann, el lugar en donde una misteriosa mujer de níveos cabellos llamada Lavinia les había señalado como los héroes destinados a salvar al Universo entero de las fuerzas del Mal.
Recordó los grandes manatíes desérticos, la exuberante selva de Iss, la misteriosa montaña flotante habitada por hadas y espíritus; así como también esa graciosa ciudad habitada por animales de felpa, en la que él terminó encontrándose con algunos juguetes suyos de la infancia, que ya creía completamente desaparecidos.
“Cuando yo era un niño pequeño, también me imaginaba que viajaba a lugares fantásticos. Soñaba despierto con reinos encantados… ¿Cómo sé que la Tierra de Danann no es un sueño también?”
Erebo, aquella terrible entidad a la que se había enfrentado en compañía de sus tres nuevos amigos, era el tipo de horror que la mayoría de personas serían únicamente capaces de concebir en sus peores pesadillas.
Y él la había enfrentado sin temor, desplegando un poder que jamás supo que tenía dentro de sí, el poder correspondiente a los Guardianes Místicos, aquellos legendarios héroes destinados a salvar al Universo…
—Parece cosa de fantasía…—musitó, con la vista fija en el cielo raso de su habitación—. Una tonta historia de superhéroes peleando contra monstruos…
Pero todo eso en verdad sucedió. No lo soñó simplemente.
Raúl de verdad viajó a otro mundo, y lucho contra un horror venido del espacio.
E hizo amigos.
Los primeros amigos verdaderos que alguna vez hubiese hecho en su vida tan amarga y solitaria, desde la muerte de su padre, acontecida dos años atrás.
El haber tenido la oportunidad de conocer a Alex, Luis y Luna había hecho renacer en el alma de Raúl viejas alegrías que ya creía completamente olvidadas, permitiéndose tener dentro de sí esperanzas otrora ridículas para él.
Por primera vez en mucho tiempo, Raúl se sentía verdaderamente feliz.
Comments (0)
See all