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BAJO EL TELON DE LAS MASCARAS

EL CLUB DE LOS INADAPTADOS 4 - Parte 2

EL CLUB DE LOS INADAPTADOS 4 - Parte 2

Jul 06, 2024

Jason se metió en la playera del uniforme del equipo de vóleibol mientras se miraba en el espejo del baño.
Hace unos días había pasado la prueba para estar en el equipo. Creyó que en las pruebas vería de nuevo a Alex, pero el chico no estuvo en ellas, solo otros miembros del equipo. Había sido elegido por sus propios medios. Se sentía como palomear objetivos en una lista de cotejo. Cada vez estaba más cerca de la casilla final.

Le habían entregado el uniforme de los Mapaches, como se llamaba el equipo por la mascota y escudo de la institución de la península.

La camiseta de un color blanco con rayas negras en los brazos y el número diecinueve del mismo color en el pecho y la espalda. Hacía juego con el short gris con una franja ancha de color negro y una blanca.

No estaba convencido de la imagen que veía en el espejo.

Se recogió el cabello y salió del baño.
Estaba por irse cuando la puerta principal se abrió y vio entrar a su compañero, Emmett. Sabía su nombre al haberlo visto escrito en sus cuadernos.

No había cruzado palabras desde la última vez y tampoco se habían visto mucho; parecía que cuando Jason estaba en la habitación, Emmett tenía mejores cosas que hacer y así sucesivamente.

Esa vez, Emmett tenía el ojo morado y había tratado de cubrirlo con unos lentes de sol en forma de corazón, de esos con los que había visto salir a las personas de los antros, de esos que regalan cuando la fiesta se pone buena.

—¿Qué miras, imbécil? —bramó antes de que pudiera decir algo.

Jason levantó las manos en señal de rendición. No quería peleas. Emmett no dijo más, se metió en su cama y se cubrió hasta la cabeza.

Jason decidió no darle importancia y salir de ahí cuanto antes. No quería llegar tarde en su primer día de entrenamiento. Eso sería desaprovechar cualquier oportunidad para socializar con Alex.

Corrió hacia la cancha cercada. Miró el reloj en la torre de las oficinas del decano. Aún era temprano. Cruzó las puertas y el equipo ya estaba ahí, también el otro chico nuevo. Se reunió con los demás chicos que estaban calentando, lanzando saques y recibiendo. Hizo un escaneo rápido y Alex no estaba por ahí.

Jason se dispuso a calentar también. Como un camaleón adaptándose a lo que sus ojos captaban. En el pasado aprendió que de esa forma no resaltaba.

—El entrenador aún no llega, así que haremos las presentaciones. Yo soy Nico, el capitán del equipo —se presentó el chico que había estado en las pruebas con el entrenador. Movió las manos en un gesto hacia el centro de su cuerpo, solicitando que Harris, el otro novato y él, se acercaran de frente.

Ambos se posicionaron en una línea horizontal para escuchar lo que tenía que decir.

—La prueba fue bastante fácil, pero queda un camino largo que afrontar y no voy a ser dócil con los que quieran rendirse. —Cada vez se le figuraba a Jason como esas películas de militares que había visto en la habitación del campus. —Hemos defendido la posición de campeones por dos años consecutivos, es lo que ha logrado mi generación y no vamos a perderla por los novatos, así que esperamos que estén a la altura de los Mapaches de la península.

Nico había estado moviéndose y tomando muchas posiciones en su discurso. Por un momento se le perdió de la vista a Jason. No se le ocurrió buscarlo con la mirada; después de todo, seguía escuchando su voz. Una punzada en su cuello llegó como un aviso. Por sobre su hombro, tomó la muñeca de quien fuera que sostenía una cubeta con una sustancia pegajosa detrás de él. La cubeta cayó al suelo a su espalda al sostener el agarre fuertemente.

Jaló el brazo por sobre su cuerpo y lo lanzó al suelo frente a ellos. Había frustrado el plan de una novatada.

Nadie daba fe a lo que sus ojos veían. De un momento a otro, Nico había volado sobre el hombro de Jason. Se escuchó un estruendo cuando su cuerpo fue azotado contra el suelo. Nico se retorcía de dolor allí tirado.

—¿Pero qué mierda te pasa, fenómeno? ¡Pudiste romperme el brazo! ¿Sabes cuánto vale este brazo? Seguramente ni la mitad de la casa donde vives —escupió un montón de insultos, soltando toda su ira en Jason. Nico estaba furioso, más por la humillación de ser lanzado por un chico la mitad de pequeño que él. Su furia aumentó cuando sus gritos no perturbaron en lo más mínimo a Jason.

Sin embargo, aunque su semblante lo mostrara, no estaba tranquilo. Jason nunca había luchado contra su instinto cuando sintió un peligro, incluso si sentía que podría empeorar las cosas, siempre encontraba otra forma, pero justo ahora comenzaba a creer que hubiera sido mejor no hacerlo. Debió haber soportado la broma por el bien de la misión.

Nico se levantó agarrando su brazo derecho y se acercó con toda intención de cobrarse el arrebato. Jason no se movió, pero intentó arreglarlo con una disculpa.

—Lo siento, creí que se trataba de algo más... — Pronto se quedó sin qué decir. No era una charla común el explicar por qué su cuerpo reaccionaba de esa manera.

—Me importa una mierda. Si vas a quedarte, quiero que sepas qué haré de tu vida un infierno. No serás parte del equipo, serás un simple lacayo. Cargarás las toallas por toda tu estadía en el equipo y tendrás que soportarlo si quieres graduarte. — Nico se aprovechaba de que todos necesitaban los puntos extras que brindaban los clubes, por eso hacía lo que quería con los miembros.
En toda su palabrería, había invadido de nuevo el espacio personal de Jason, empujando con sus brazos el pecho.

—Estás chiflado si crees que voy a obedecer —Jason regresó el empujón de vuelta, ya no pudiendo sostener más esa careta. No sería la marioneta de nadie más. Nico no recibió bien el empujón y se preparó para empujarlo de nuevo. Jason lo esquivó. Nico se cayó en el charco pegajoso que hace un momento estaba por arrojar sobre Jason y Harris.

—¡Tú, maldito hijo de perra! — Nico se levantó resbalando en el suelo, con toda intención de golpear a Jason. Su puño nunca avanzó. Alguien le había detenido. —Suéltame, Alex —ordenó intentando zafarse. Alex no se movió incluso con la presencia del entrenador en la cancha.

—Chicos, no sé qué está pasando, pero estas no son las formas —habló el entrenador después de recuperar aire. Jason le dio una mirada a Alex. Aún sostenía a Nico del brazo.

—¡Él fue quien lo inició todo! — Nico señaló a Jason. Sabía que tendría el respaldo del entrenador. Sonrió con suficiencia cuando el entrenador empujo su mano en la espalda de Jason para hablar lejos.

Ni Nico ni Alex pusieron atención a lo que el entrenador le estaba diciendo a Jason, pero Jason sí estaba muy pendiente de lo que seguía pasando a la mitad de la cancha.

—Te dije que no hicieras ese viejo ritual, no es divertido, Nico — parecía que Alex le había advertido de antemano a Nico sobre la novatada que estaba acostumbrado a hacer.

—¿Y a ti qué te importa? No te metas en mis asuntos —intentó zafarse, pero Alex lo impidió.

—Estabas a punto de golpear a alguien, claro que tengo derecho a meterme. Si no coperas con lo que ya habíamos hablado, meteré un reporte con el decano y le contaré que acosas a los chicos de primero e intimidas a los miembros de tu equipo. —Esa insubordinación no le gusto a Nico. Su mueca mostró frustración y después volvió a su tono altanero.

—Yo que tú, yo calladito, no vaya a ser que tu papito venga a regañarte, eh, chico bueno. — Jason pudo ver cómo esas palabras movieron algunas fibras dentro de Alex. Algo dentro de él se movió como un fuego, una combustión que arrasaba todo lo que quedaba del sol radiante que mostraba como máscara. Jason se quedó cautivado por esa naturaleza destructora que desbordaba del cuerpo flacucho de Alex, para salir disparado en un puño directo al rostro de Nico.

Lo siguiente que se escuchó en ese momento fue un grito de dolor. Alex ya no lo estaba sosteniendo del brazo y Nico estaba de nuevo en el suelo sin algunos dientes.

El entrenador dejó la plática con Jason en el aire y corrió de nuevo a la cancha para tomar a Alex.

Después de eso, Jason disocio las cosas que pasaron. Sus ojos se quedaron fijos en la sangre en el suelo, con los puntos blancos que eran los dientes de Nico. Para cuando Jason pudo recapitular los sucesos de ese día, ambos estaban expulsados del club de vóleibol, con puntos menos de clase y condenados a servicio comunitario por su falta. Todo estaba jodido. Había jodido el plan por culpa de las reacciones involuntarias de su cuerpo.

La gente tenía que dejar de acercársele por la espalda.
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