Entre los tantos cambios de su rutina diaria, Jason no había tenido mucho tiempo de visitar a Erika y Ritchie. Fueron ocasiones en las que fue a verlos para cerciorarse de que se encontraran bien. De ello ya hacía tiempo que no los veía.
Se sentía mal de no poder hacerlo en esa ocasión. Siempre aprovechaba pasar de vuelta después del servicio comunitario, pero las cosas con el club lo habían complicado. Debía pasar al centro por unos encargos para la pequeña presentación que harían en el patio.
Apoyó la pala en la tierra y sus brazos en el mango para poder darse un respiro. El sudor resbalaba por su cara y le picaba en los ojos. Jasón los talló con los ásperos guantes que le habían dado. No pudo mitigar la molestia. Parpadeó unas cuantas veces antes de notar que Alex le estaba mirando. Se había quitado la camisa y quedado solo con la ramera debajo. Alex estaba igual de empapado de sudor, pero no parecía estar incómodo. Se quedaron mirándose por unos minutos antes de que alguno se entreviera a hablar; Alex fue el primero, como siempre.
—Parece que nos hacen cavar nuestras tumbas —comentó. Por impulso, Jason miró al hueco en la tierra al lado de sus pies. Jason no lo había pensado de esa manera, pese a que había cavado muchas tumbas en su pasado.
—Deberían sentirse aliviados de que no sea así, porque a este ritmo, dudo que uno solo de ustedes quepa en ese agujero —regañó Piel detrás de Alex. Alex gritó. Su sorpresa no fue por la inesperada llegada del oficial Piel, sino porque le rozó el brazo con una de las botellas de agua helada que había traído en la patrulla. Alex se volteó para agarrarlas y, con un movimiento ágil, arrojó la botella destinada a Jason, esperando que él la capturara en el aire.
El oficial Piel era de pocas palabras, pero nunca fallaba en proveerles agua o bocadillos. Jason lo valoraba mucho, especialmente porque nunca se molestaba en traer su propia bebida.
Piel encontró un lugar bajo la sombra de un árbol, lo suficientemente cerca para ser parte de la charla o simplemente para escuchar. A pesar de su apariencia, no rebasaba los cuarenta, y su condición física era evidente, probablemente gracias a las exigencias de su profesión.
Se concedieron un momento para disfrutar del agua helada, saboreando el alivio antes de que el ritmo constante de las palas golpeando la tierra volviera a llenar el aire. Con solo girar la cabeza hacia la derecha, Alex podía contemplar el extenso terreno yermo; hacia la izquierda, los árboles recién plantados se erguían orgullosos. De repente, su pala chocó con un objeto metálico oculto bajo la superficie.
—Piel, encontré algo —dijo Alex cuando su pala sonó contra algo de metal. Jason se estremeció por el ruido. Por suerte, ni Piel, ni Alex lo habían visto. El oficial se acercó para inspeccionar el hallazgo de Alex. Agachándose en la excavación, extrajo una caja metálica pequeña, similar a una lonchera. Jason, movido por la curiosidad, se aproximó para echar un vistazo.
—Al parecer alguien perdió su tesoro —comentó Piel con una sonrisa irónica al descubrir fotografías de modelos en lencería posando ante la cámara. Jason no mostró interés, y Alex tampoco parecía impresionado.
—Necesito un encendedor —solicitó Piel, extendiendo su mano hacia Alex.
—Yo no tengo... —empezó a decir Alex, confundido.
—Escucha, no me importa lo que hagas con él. Recuerdo que tenías uno antes, ¿me lo prestarías? — La petición pareció persuadir a Alex, quien sacó un encendedor de su bolsillo y se lo pasó. La caja, de un plateado brillante, estaba adornada con bordes de intrincados arabescos y, en su centro, una prominente 'V' mayúscula. Piel prendió fuego a una de las fotos y la arrojó dentro de la caja, junto con las demás, para que ardieran.
Piel se retiró en busca de otra botella de agua, con la intención de extinguir el fuego una vez consumido todo.
—No tenía idea de que fumaras —comentó Jason, recordando la ocasión en la que habían bebido y compartieron dulces.
—No fumo, ¿y tú? —Jason negó con la cabeza. —Entonces, ¿hay algo que realmente hagas, o solo tratas de encajar?
La pregunta dejó a Jason desconcertado, pero antes de que pudiera responder, Alex continuó: —Tomaste la botella cuando te la ofrecí, a pesar de tus dudas. Además, escuché que Nico te eligió para el equipo de vóleibol porque decía que eras bueno siguiendo órdenes —dijo, como si hubiera estado esperando el momento para sacarlo a relucir.
—Bueno, ya ves que no es así, de lo contrario no estaría aquí contigo, cavando —se defendió Jason, sin entender a qué venía todo eso. Alex lo ignoró.
—Y creo que sigue el mismo patrón con esos tipos del club. Siempre tan complaciente.
—¿Cuál es el problema? Estoy donde quiero y con quien quiero.
—No parece —Alex dejó caer su pala al suelo mientras se acercaba a Jason. — Te he visto mirándome. Aún no llego a la razón de por qué de repente te has acercado tanto a mi círculo. ¿Él te envió?
—¿Quién? —Jason tartamudeó, pensando que podría estar refiriéndose al Hombre de Negro.
La mirada penetrante de Alex pareció durar una eternidad. Sin una máscara que lo ocultara, Jason casi sintió que su interior estaba al descubierto.
El sonido de un claxon interrumpió el tenso momento entre ellos. Detrás de Alex, en la acera, Jason vio a un hombre en un auto de lujo asomándose por la ventana. No parecía un chofer, lo que llevó a Jason a sospechar que era Sebastián Roger recogiendo a su hijo.
Jason no se percató de cuándo Piel regresó.
—Eso es todo por hoy, chicos. Pueden irse a casa. Alex, tu padre te está buscando —informó Piel, señalando el auto en la acera. Alex pasó detrás de Jason para recoger su mochila.
—Él no es mi padre —gruñó Alex, empujando a Jason con el hombro al pasar. Alex desapareció de la vista de Jason al subir al auto.
Piel se quedó mirando, sorprendido con cómo se alejaba el auto. Luego, volvió su atención a Jason, buscando alguna explicación. Pero Jason no tenía ninguna. Se preguntaba si se trataba de un resentimiento o si la información del informe estaba equivocada. Lo dudaba, los informes del Hombre de Negro nunca fallaban.
Jason volvió al campus universitario con la caja que los chicos le habían encargado para la presentación de esa tarde. Piel lo había llevado al centro y, para regresar, tuvo que tomar el autobús, una experiencia que disfrutó plenamente. Ansiaba recorrer esas calles bajo otras circunstancias.
Al llegar al club, casi todo estaba listo. Vestían ropa que habían diseñado ellos mismos a partir de materiales reciclados; no era la apariencia más elegante, pero sí muy creativa. La combinación de ropa casual con elementos de la moda medieval les confería un aspecto futurista.
Jason, sin una palabra de queja, se vistió con su atuendo de papel y cartón. Recordó las palabras de Alex sobre siempre estar dispuesto a sus peticiones y ser manso con ellas. Aunque reacio a aceptarlo, si otros lo veían así, tal vez había algo de verdad en ello. Era como un perro, siempre en espera de la próxima orden de su dueño, sin importar quién fuera, siempre en busca de alguien a quien servir.
—Jason, aquí tienes tu espada. No la necesitarás para la escena, pero completa tu vestuario —dijo Sally, entregándole la espada de cartón que ella misma había fabricado con los materiales que Jason compró esa mañana.
—Entonces, iré a ayudar a Archie con el resto de las cosas —respondió Jason, decidido a ser útil de alguna manera, ya que no tenía un papel relevante.
—Este tiene que ser el disfraz más incómodo que he usado jamás —se quejó Cass, emergiendo con una capa excesivamente larga y botas que parecían sacadas de un cuento de príncipes medievales.
—Lo siento, pero Jason no podía ser Hamlet, porque no se sabe el guion, quizás para la próxima. — Jason guardó silencio sobre el hecho de que podría haber memorizado el guion en segundos gracias a su memoria fotográfica, pero no tenía interés en un papel principal. Ser Horacio era suficiente, especialmente en una escena donde su presencia sería apenas notable.
Con las cosas en manos, salió camino a la explanada del campus. Atrajo miradas por donde iba caminando. Subió al foro de piedra, que estaba ahí para dar informes oficiales de la institución o para quienes quisieran usarlo. Los estudiantes comenzaban a reunirse alrededor en espera de lo que se fuera a presentar ahí.
Debía reconocer el valor de Cass y Archie para pararse frente a todos. No era a lo que estaba acostumbrado. Sus misiones siempre eran en sigilo. Muchas veces también interpretó un papel, pero nunca quedándose mucho tiempo para ser reconocido. Siempre moviéndose en un círculo pequeño. Eso y que se había hecho una idea de cómo iban a reaccionar, basándose en los perfiles y los informes que proporcionaba el Hombre de Negro.
Jason no sabía cómo iban a tomarlo esas personas y, desde su posición en el foro, ya podía sentir las miradas hostiles. Sus alertas se encendían, anunciando catástrofe.
—Tranquilo, yo también me sentía nervioso la primera vez que participé en una obra —la voz de Ritchie lo hizo volver a centrarse en la utilería que estaban acomodando a las faldas del telón.
—¿Cuál fue tu razón para unirte?—preguntó. Jason había visto muchas otras habilidades en Archie que lo calificaban en cualquier club que él quisiera. Archie era talentoso en la mecánica, las personas a su alrededor se sentían cómodas y sus rasgos físicos lo hacían atractivo. Sin embargo, estaba con los chicos del club, un club del cual ni siquiera sabían si lograría ser un club oficial.
—Viky— responde mientras se cubre la boca con la mano, señal de estar avergonzado. —Tal vez no se note o tal vez sí, pero ella me gusta. —Jason pudo notar un rubor más fuerte. Nunca lo había notado porque no tenían mucha interacción entre ellos. —La primera vez que la vi fue cuando pasaba por la facultad de gastronomía. Los chicos de mi clase solían ir a pedir comida de las prácticas. Nunca teníamos suerte. Nadie quería darnos nada. Entonces le pedí que me regalara una galleta y ella aceptó.
—¿Y sabía bien?
—Para nada. A menos que la intención fuera hacer una galleta salada. Te juro que bebí agua por días para quitarme el sabor —Archie rio con una mirada nostálgica—. Pero, en cambio, solo la comí, ella me sonrió y fue ahí cuando supe que era la indicada.
—Así que antes estabas en otro club.
—Así es, el club de mecánica. Seguí a Viky cuando la echaron del club de cocina. ¿Y tú? ¿Por qué estás aquí?
—Eso es lo que intento averiguar.
Tan pronto como las chicas llegaron cargando consigo las demás cosas y portando sus atuendos, cada quien tomó lugar en la escena.
Sally se paró firmemente en el borde del foro. Se secó el sudor de las manos en su falda antes de tomar el micrófono y hablar.
—Hola a todos. Mi nombre es Sally. Quizás algunos me conocen, otros no. Soy la chica del club de teatro, no el otro club, este club —explico haciendo un ademán de unión con sus manos. Se aclaró la garganta y miró al público cuando la presencia del decano se hizo presente. Como un poste, parado en primera fila de una forma tan rígida. También estaba ahí el señor De Laurentes —El día de hoy vamos a presentarles una escena del quinto acto de Hamlet. Espero que la disfruten y recuerden que son bienvenidos a unirse.
Dicho eso, Sally salió del escenario para abrir paso a los actores. Entre ellos, incluido, Jason.
—Rómpanse una pierna, chicos —deseó Cass, siendo la primera en salir a hacer su monólogo con la calavera.
—Ni lo menciones, soy muy capaz de hacerlo —reclamó Archie abrazándose a sí mismo de solo pensar en romperse un hueso. Jason le dedicó una mirada antes de salir a acompañar a Cass a la escena.
—"¡Oh, pobre Yorick! Yo lo conocía bien, Horacio" —recito Cass con el cráneo que se había tomado prestado de la facultad de medicina. Cass se había metido tanto en el papel que su movimiento se veía tan natural, firme, de un porte de la realeza como era a quien interpretaba. Recitaba todo sin cometer un mínimo error. Sin duda, tan cautivante que Jason se perdió unas cuantas líneas, sumido en su pesar. —"Dime una cosa, Horacio".
—"¿Cuál es, señor?" —respondió Jason siguiendo la línea. Él no se movía por el escenario al igual que Cass. Seguía parado, cerca de una lápida de unicel.
—"¿Crees que, Alejando, metido debajo de esa tierra, tendría esa forma horrible?"
—"Cierto que sí".
Meterse en el papel de alguien era fácil. Conoces todo del personaje, que lo motiva, que lo enoja, que lo entristece. Su pasado, el amor y el desamor. Fuera de empatizar y entenderlo, Jason lo veía como un escape, fingir ser otro por un momento y preocuparse por los problemas del personaje, que bien se sabe cómo van a terminar desde el principio en el que se entra en esa piel.
Muertos, todos terminan muertos, menos Horacio. Aun así, todos actúan como si no supieran que les depara el destino y quizás eso es lo que los hace tan similares a las personas reales. Y entonces Jason se vio preguntándose a sí mismo cuál era su determinación, si seguía siendo el títere del Hombre de Negro o algo había cambiado en él todo ese tiempo. ¿Cómo terminaría su odisea?
—"¡Oh! ¡Qué alevosía! ¡Oh! Cerrad las puertas... Traición... "Buscad por todas partes" —exclamó Cass regresándolo de vuelta a la escena. Viky también se había unido. Estaba en el suelo con una copa en las manos. La escena donde Gertrudis bebía el veneno.
—"No, el traidor está aquí. Hamlet, tú eres muerto... No hay medicina que pueda salvarte, vivirás media hora, apenas..." — Jason tampoco se había dado cuenta cuando Archie entró a escena para interpretar a Laertes. Cass tenía el traje manchado de sangre en donde la espada de Archie se había clavado. Sangre que Jason se había encargado de conseguir —"En tu mano está el instrumento aleve, bañada con ponzoña su aguda punta. ¡Volviese en mi daño, la trama indigna! Verme aquí postrado para no levantarme jamás. Tu madre ha bebido un tosigo... No puedo proseguir... El Rey, el Rey es el delincuente".
—"¡Está envenenada esta punta! Pues, veneno, produce tus efectos." — Siguió Cass esperando escuchar la siguiente línea.
Hubo un silencio en el público. A falta de actores, se les había repartido un folleto donde venía el guion y una participación donde todo el público debía recitar: "Traición, traición". Obviamente nadie los siguió. Eso los puso nerviosos, y Jason se dio cuenta, pese a que intentaban mantener su apariencia imperturbable.
—"Amigos, estoy herido... Defendedme" —Sally alzó la voz más de lo requerido para motivar a sus compañeros a seguir. Jason tampoco se había enterado en cuanto entró en escena y creyó que quizá se había perdido alguna línea suya. Su vista se fue al rostro de sus compañeros para ver si revelaban su error. Lo que vio fue lejos de la tensión de la lucha actuada entre Hamlet y Laertes. Todos estaban ansiosos.
Sus extremidades temblaban con cada movimiento y la voz comenzaba a tartamudear.
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