“Espero con ansias ver las nuevas anotaciones. Invito la
comida la próxima vez si logras llenar esta cosa antes de regresar. Si lo usas
como diario igual podría funcionar, las novelas dramáticas venden bien ;)”
Septiembre 12 – Erling
—. . . . . . . . . . — No hubo
comentarios. En solo unos cuantos minutos logro picar su paciencia de varias
maneras y ni si quiera estaba presente la persona en cuestión.
La primera página databa con esta dedicatoria, el problema radicaba
en que era lo único en toda la libreta. Al menos ahora tenía una fecha y podía
recordar vagamente. Tanto él como su contratista Erling partirían temporalmente
por caminos separados con fines investigativos. Erling era un biólogo prodigio,
con interés por la fitoquímica, entomología y la botánica, alguien con grandes
recursos y apoyo familiar pero con personalidad excéntrica, aun con ello sin
dudas era el empleador de oro. Un salario al cual no se podía presentar quejas,
oportunidades de experiencia laboral, contactos. . . Si se dejaba de lado el
hecho de tener que convivir con un fumador compulsivo en realidad estaba
bastante bien. Cinco años de trabajo en conjunto parecían haberse ido
volando.
¿Leif?, ilustrador, en estos últimos años especializándose en el campo
científico/botánico. Rápido para percibir detalles que el resto pasaría por
desapercibido. Trabajando a la par las investigaciones tenían mejores
resultados al tener un apoyo visual más preciso.
Lo último rescatable antes de partir fue la libreta que
ahora poseía entre manos, era bastante ligera pero el número de hojas no era
una broma, sin dudas era un reto el texto “Invito la comida la próxima vez si
logras llenar esta cosa antes de regresar.”, pero seguramente no tendría
problemas en hacerlo.
Anotaciones saltaban en la siguiente página y un ágil lápiz deslizaba trazos antes
de cerrar la libreta de golpe.
Pediré mucha comida, será mejor que vayas preparando la
cartera. – Leif espeto.
Trozos de madera, hojas, y cabezas de cerillos molidos fueron reunidos y envueltos en tela de sus mangas junto a agujetas de zapato, dividiendo todo entre 8 piedras.
El suéter fue retirado y untado lo mejor posible con el polvo restante de los cerillos. Lo que antes era una camisa de manga larga impecable, ahora era una que poseía un corte desprolijo del lado izquierdo a mitades de brazo, por encima aun poseía un chaleco ligero pero su mayor protección contra la temperatura era este suéter y aun con ese hecho, la prenda fue incendiada. Al principio el fuego se esparció muy lentamente, pero una vez tomo su camino lo que antes era una flama se convirtió en principios de una pequeña hoguera.
Dos de las particulares bolsitas de tela fueron inmediatamente encendidas a la par y arrojadas lo más lejos posible pero una más cerca que la otra, luego la tercera, la cuarta… Y consecutivamente hasta que la sexta se encontraba lo más cercas posible. Las raíces reaccionarían como locas al calor de las pequeñas bolsas, siguiendo el rastro y extinguiéndolas una a una apenas eran alcanzadas pero en cuanto tocaron la tercera piedra no perdió el tiempo, Leif salió despavorido y el suéter que antes se encontraba en llamas fue abandonado en el suelo donde el fuego comenzaría a extenderse. Una vez se encontró una distancia medianamente razonable, se dedicó a observar.
Esta vez no hubo persecución.
Las raíces parecían inspeccionar a detalle, pero al igual que las bolsas el suéter también seria apagado.
¿Húmedo? – Igual a después de llover, la tierra comenzó a ser levemente fangosa.
— . . . Día más raro.
Transcurrió una hora y no parecía haber señales de ser
seguido por “El bosque”.
Funciono.
Las anotaciones en la libreta seguían y seguían mientras los pasos tomaban su
curso.
Las raíces no responden agresivamente aun si las tocas, no
responden al peso, ni tampoco si son agredidas, pueden percibir el calor pero…
¿Por qué dejaron de seguirle cuando antes lo perseguían con tanta persistencia?,
eso le era intranquilizador. Despertó y de buenas a primeras no tuvo problemas sin
embargo apenas toco o tuvo la idea de “liberar” una de las “presas” de esas
ramas, actuaron de manera agresiva; no pueden ver u olfatear, pero pueden
percibir el calor. Con el paso del rato su temperatura descendió, aquellas
plantas buscaban fuentes de calor y terminaron por reconocerlo a “él” como el
suéter que abandono atrás y las bolsas de tela sus “pasos”. Debieron concluir
que la amenaza fue erradicada, descartando su baja temperatura en comparación.
Era una especie “inteligente”, no había problema puesto que ya desde antes
existían registros sobre el cómo las plantas podían “pensar” hasta cierto punto
pero esto era otro nivel. Verificaron su rastro e incluso que el tamaño de la
hoguera fuera equivalente a lo que buscaban.
Para su fortuna, eran inteligentes, sí, pero aun poseían delimitaciones al no poderle diferenciar de una simple prenda en llamas. A pesar del calor acumulado por correr, su cuerpo seguía bastante frio asi que su temperatura corporal actual no debía llamar tanto la atención. Las ideas seguían llegando una tras otra hasta que algo interrumpió.
—. . . Esta caliente.
Paso de la humedad a calidez el suelo y ello no le era lo extraño, si no…
—. . . . . . . . ¿Ese es un auto?
No partes de un avión, avioneta, ni si quiera en el más extraño de los caso un
tren, era directamente un auto en medio de la nada, agregando el hecho que parecía
haber sido abandonado hace mucho.
. . . . . .
¿Quizás era uno de esos momentos de vida
al azar donde solo encuentras cosas extrañas en lugares menos esperados?, no,
de hecho la situación en la que se encontraba ya por si sola tenia variedad de
rarezas.
. . . . . . Qué- – Prestando mayor atención, ahora no solo era cálido, si no que una superficie dura llego a su pie. Rápidamente despejo el musgo y hierbajos; por debajo de ellos se encontraba cemento sólido.
De pronto. . . – ¿De pronto se había convertido en un escenario post-apocalíptico u algo por el estilo?, llego a leer una que otra novela al respecto, pero esto era ridículo.
Sea lo que sea que esté ocurriendo por lo menos el frio ya no parecía ser un problema, se encontraba preocupado por morir de una posible congelación, pero la temperatura estaba cambiando justo debajo de él. Tenía cierta intuición zumbándole por la oreja, por ahora sería mejor seguir los rastros de calor y ver hasta donde le dirigirían.
Mientras más avanzaba, más particular se veía el entorno ahora que no debía correr por su vida. Sus ojos finalmente se habían ido acostumbrando a la iluminación del lugar, no era oscuridad absoluta, de alguna manera existía luz tenue para distinguir una que otra cosa alrededor. Lo que parecían ser grandes rocas en realidad eran escombros que se fusionaron con la flora del lugar, ¿Significaba que alguna vez hubo construcciones por el sitio?, era intrigante, aunque lo que particularmente llamo su atención fue el tipo de fauna local que se desarrollaba.
La luminiscencia en plantas era una cosa pero las especies
que se paseaban de vez en cuando tampoco se quedaban atrás.
Mariposas destellando brillo como si de un semáforo tratase, encendiendo y
apagando con cada aleteo de distintos colores, era bellísimo en cambio como
contraste, creaturas como lo era una combinación extraña entre aves e insectos
desencajo totalmente; enterrándose por debajo de la tierra en picada y saliendo
con parte de las raíces brillantes como si hubiera ido a pescar en el agua,
¿Por qué nunca pudo documentarse cosas como esta?, ¿No es acaso que todo aquí
tuvo un caso de adaptación repentina?, ¿Algo similar a mutaciones?, si esto
alguna vez fue un lugar habitable, ¿Entonces cuánto tiempo transcurrió para que
las cosas llegaran hasta este punto?, segundo a segundo las dudas aumentaban
mientras que las respuestas carecían.
Leif se detuvo.
Entre las irregularidades, finalmente se hizo presente un acantilado con mayor
humedad y calor que antes. Viendo más de cercas, no muy a lo hondo, se
encontraba algo similar a un caudal.
Tomo precauciones, no se mataría si llegara a caer pero mínimo acabaría con
varias lesiones, así que bajaría con calma para inspeccionar.
Al menos no es un pozo de ácido u algo parecido- ¡Ugh! – Ya hace un rato que su temperatura corporal comenzó a regularse, aunque sus dedos aun sufrían por el frio de antes, el sujetarse de superficies ahora mismo era lastimero hasta cierto punto y empeoro con el hecho de tener pésima condición.
– Quizás en verdad
sea buena idea comenzar ejercitarme un poco, esto es un asco. Me duele todo el
cuerpo, Erling, seguro te romperías una pierna aquí, no es nada como ver muestras
de invernadero o tus paquetes que te llegan por correo en la puerta de la casa.
Seguro has ido a expediciones, pero no creo hayas tenido que correr tanto
tiempo, a no ser que te persiguiera un oso. Donde sea que estés, creo que
podría envidiarte, seguro es más tranquilo que aquí o quizás sea al revés, te
volverías loco con todas las muestras que me he encontrado, sin duda el paraíso
para ti.
¡IGH! – Termino resbalando.
De alguna manera logro estabilizarse entre rocas, desafortunadamente la caída rasgaría
parte de su brazo izquierdo
Esto duele bastante. . . Venga, no es el mejor viaje de todos, pero ha habido peores. – El pie derecho punzaba. Por lo menos no era una fractura, aunque mínimo un esguince debía debía ser.
. . . Es decir, una vez casi te cae un caballo encima y seguramente debe haber escenarios peores, aunque ahora no recuerde ninguno. – Mirando hacia arriba y luego abajo ya se encontraba a medio camino, pero si antes era complicado bajar, entonces ahora era toda una misión incluso subir. Quizás sería bueno descansar un momento.
¿Encontraré personas siguiendo el caudal?, si están como el grupo anterior… – ¿Qué?, ¿Despertarlas?, por algo se alejó; si no encontraba a nadie luego de un rato o en las mismas condiciones, debía comenzar a plantearse sobre qué hacer. La única razón por la que está apostando por seguir este camino es porque existen yacimientos humanos, con un poco de suerte podría encontrar algo de utilidad, aunque algo seguía sin cuadrarle.
Algo brilló.
No la iluminación base del sitio que apenas era perceptible o similar al brillo
de las raíces que escapo, sino algo más pequeño, una pelota muy pequeña no muy
lejos de donde se encontraba.
Eran bayas de un azul brillante, increíblemente lo único
familiar en todo este lugar a pesar de ese hecho.
Las ilustro alguna vez apenas comenzó en esta profesión, eran comestibles pero que
fueran fosforescentes era algo nuevo, así que ahora era incierto sobre si
podían consumirse, nada era accesible por el momento sin embargo no haría mal
acercarse a inspeccionar.
Una baya fue arrancada, el brillo no cedió, fuera de eso, no tenía nada
particularmente distinto a una baya común. Fue aplastada en el brazo contrario
al que estaba herido; luego de 10 minutos no parecía haber alguna reacción
adversa al jugo. Lo que resto de la baya rozaría la boca, pero sin ser
consumida.
No hubo reacción tampoco.
Solo cuando se pudo asegurar la baya fue consumida
“Odio el helado de naranja”
????????????????????????? – Escucho una voz pero mirando rápidamente en todas direcciones
no se encontraba ni una sola alma en la zona, además. . . ¿“Odio el helado de naranja”?, de todas las cosas que podrían
expresar. . .
. . . – Observo con atención el arbusto y un ligero nerviosismo le invadió.
– . . . No, me asegure, estoy seguro, esta cosa no es venenosa.
. . . . Estoy seguro, muy seguro de ello. . . – Se lo pensó
un momento, aunque dejo de dudar al poco tiempo. Quizás solo imagino cosas a
raíz de todo lo ocurrido. Otra baya estaba por ser consumida hasta que-
– ¡¿No tuviste suficiente?!
Qué- – Esta vez no fue su imaginación, gritaron fuerte y
claro provocando que esto le desconcertara por lo repentino que fue. Leif volvió
a caer o al menos esto hubiera ocurrido de no ser porque fue rápidamente
atrapado del brazo.
– ¿Te falta sentido común o que rayos te sucede?, es que- – Estuvo por replicar
la nueva aparición.
– DUELE, DUELE, DUELE – Pero Leif no dio cavidad.
– ¿De qué-
– SI VAS A SUBIRME HAZLO DE UNA VEZ, TENGO ABIERTO EL BRAZO, DUELE HORRIBLE.
– . . . Oye, tu-
– SUBEME YA.
. . . – En su lugar el
agarre comenzó a aflojarse deliberadamente.
. . . . – Leif se mostró escéptico –. . . . .
No serias tan desgraciado, ¿Verdad?
Lo que antes fue una acción caprichosa termino siendo contraproducente, la
persona que lo sujetaba, por aflojar el agarre comenzó a titiritar intentando
cargar el peso a la vez que mantenía el equilibrio.
. . . No. . . ¿Harías tal tontería siendo tan enclenque?. . . – Leif comenzaba a sudar, pero las quejas seguían
presentes.
– ¿POR DIOS SOLO TE LA PASAS QUEJÁNDOTE?, ¿QUE TE PARECE SI
ME AYUDAS UN POCO AQUÍ?, ¿EH?, TE ESTOY AYUDANDO, PERO NO HAS MOVIDO UN SOLO
MUSCULO POR INTENTAR SUBIR.
. . . – Leif dio un vistazo hacia abajo antes de regresar su visión en
dirección a la persona que parecía querer enterrarle un cuchillo con los ojos.
Mmm. . . No, en realidad estoy bien, muchas gracias. – Por alguna razón, pico
una sensación de molestia.
. . .
. . .
. . .
El agarre volvió a aflojarse un poco más.
– NO, espera, era broma, era broma, solo súbeme. – El dolor fue remplazado por
nerviosismo.
– Mmm, en realidad comenzó a dolerme mucho el brazo, ¿Cómo sigue el tuyo?, al
parecer estas bien, ¿Verdad?
– SOLO SUBEME.
Entre tira y afloja, por fin se encontraban ambos en terreno estable.
Leif se encontraba hecho polvo respirando con pesadez antes
de darle un vistazo a su nueva compañía quien se encontraba sacudiéndose.
– Nombre.
– ¿Qué?
– Yo soy Leif.
–. . . Kassius.
Kassius. – Se refirió en seco antes de arrojarle un guijarro en la frente.
– ¿¡Que mier-
–Maldito desgra-
–Pero gracias, perdona por ser un pesado hace un momento. – Estaba siendo sincero.
–. . . ¿Qué sucede contigo?
– Te debo una, no, te debo dos, una por salvarme y otra por el guijarrazo.
Kassius se mostraba escéptico, “¿Quizás sería mejor arrojarle de regreso?”
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