CAPÍTULO 1
Esta historia comienza con un día de invierno, un día común, o al menos lo era para Amira Hippler en aquel entonces. Amira Hippler era una chica que obviamente no puede describirse para la mayoría en lo común, a menos que seas una de esas personas adineradas, si es el caso, entonces si entra en lo común, con sus excepciones, claro.
Como era de esperarse, Amira a sus veintitrés años era una chica muy bonita, las bonitas y finas facciones de su rostro acompañados de aquellos ojos color violeta, esa piel clara, ese cuerpo delgado, y sumando su largo y ondulado cabello color negro, era en toda la palabra y estereotipos una mujer bella.
Diciendo esto, queda claro que Amira no era alguien común, pero para ella, su vida era bastante común, pues a pesar de todo eso, ella era la chica "rara" que adoraba ir a los museos, así como le gustaba apreciar todo tipo de arte, pero en especial las pinturas.
Esto comienza un día de invierno, ese día por casualidad o asares del destino Amira había decidido quedarse en la casa de su abuela por unos días, había pasado un tiempo desde la última vez que fue, quería volver a ver a su abuela, pues le gustaba recordar aquella época en la que escuchaba sus historias.
Pero no contaba que, recién llegada a la casa, encontraría un gran cuadro en la sala, estaba envuelto en plástico para evitar que se maltratara, ella no pudo evitar acercarse, y aunque no lo tocó, lo observó con gran curiosidad, hasta que volvió su mirada a su alrededor y dijo.
— Abuela...
Su abuela bajando las escaleras la vio con entusiasmo, hasta que llegó a estar junto Amira y habló.
— Sabía que me llamarías en cuanto vieras esto, la emoción en tus ojos no puede contenerse.
Amira se rio un poco, al oír las palabras, y con esa sonrisa respondió mirándole a los ojos.
— De acuerdo — aun riendo —. Me atrapaste, es cierto, me emocioné en cuanto vi aquella pintura en la sala, no puedo evitar pensar cuál es su contenido, pero... ¿la compraste?
— ¿Qué dices?, ¿¡comprarla!?, ¡por supuesto que no! — la abuela dijo estando un poco molesta.
— ¿No?, ¿y entonces?... — en tono de burla —. No me digas que la hiciste tú.
La abuela se sentó en el sofá a lado del cuadro y prosiguió indignada.
— ¡Por supuesto que lo hice yo!... niña malcriada, ¿acaso creíste que era mentira el hecho que pintaba en mi juventud? — suelta un suspiro —. Es increíble que mis anécdotas también hayan pasado por historias fantásticas igual que los cuentos que leía contigo antes de dormir durante las vacaciones .
— Tal vez un poco, pero lo siento, no pensaba que lo dijeras enserio — Amira se acercó a su abuela y le dio un abrazo.
Su abuela corresponde al abrazo y se levanta del sofá, después toma una esquina del marco de aquel cuadro envuelto en plástico, y dijo:
— Está bien, te perdono. Hace unos días pedí que me regresaran el cuadro, estuvo por mucho tiempo en aquella galería de ~~~, pero quise que me lo devolvieran, sentí que debía de hacerlo — la ve de forma nostálgica —. Ya estoy vieja, y no dudo que morirme algún día, así que... pensé, ¿por qué no darle a mi familia algo que les haga recordarme?
— Y elegiste este cuadro — Amira se acerca y toma una esquina del marco de la pintura.
— Exacto, además... eres la única que cargaría con mi legado, sólo tu preferirías el cuadro en vez de la herencia monetaria, así que ayúdame a quitarle el plástico.
— Si abuela — Amira lo dice sonriendo levemente.
Amira colocó el cuadro en el piso con ayuda de su abuela, y empezó a quitarle el plástico de una forma cuidadosa para evitar que el cuadro recibiera algún daño. Después de un rato, cuando terminó de quitar el plástico que protegía el cuadro lo miró a detalle.
Se trataba de un cuadro de las medidas 60 x 80 centímetros, enmarcado en un marco de metal, pintada al óleo según había dicho su abuela, en la pintura se representaba la escena de un baile en un salón, todos vestían de manera elegantiosa y ostentosa, una combinación entre los llamados "cuentos de hadas" y un baile del siglo XIX, esa apariencia alegre, misteriosa y un poco mágica hacían del cuadro una pintura hermosa, pero lo interesante de esta pintura, era que dicha escena se podía apreciar desde una ventana, en la que al parecer, una mano se apoyaba en el vidrio para poder verla.
Al ver tal pintura, Amira se sintió algo extrañada, y no pudo dejar de verla por unos minutos, pues le intrigaba la sensación que le había provocado la pintura, su abuela al notar lo absorta que se encontraba en la pintura le dijo:
— Te gusta ¿cierto?
Amira dejó de mirar la pintura por un momento y vio a su abuela estando algo desconcertada.
— Al ver tu falta de atención, creeré que es un sí — se ríe —. La pintura se llama "baile en sueños", es una de las que más me gustó pintar, le puse así porque en aquel entonces... cuando yo era joven soñé con la escena que vez pintada, toda la escena, incluyendo la mano, pues, aunque no lo creas, la mano que se recarga en el vidrio para poder ver el baile, no era mía.
Amira al escuchar tales palabras no pudo evitar mostrar una expresión de sorpresa, además de que la intrigaba aún más, era tal su asombro que dijo:
— ¡¿Entonces de quién era!?
— No lo sé, no pude verle el rostro, solo recuerdo que usaba un lindo vestido color lila, además del anillo que se muestra en la pintura. — con una gran sonrisa —. Cuando desperté, seguía pensando en aquel sueño, así que decidí pintarlo con todo detalle antes de que se me olvidara — lo decía con alegría al recordarlo —. Y ahora, está pintura es tuya, sé que eres la única de la familia que la conservará bien, por eso te la doy a ti — La abuela lo dice con una sonrisa.
— Gracias, no esperaba que de verdad quisieras dejarme la pintura que más te gusta — Amira le responde con una cálida sonrisa.
— Por supuesto que sí, en la familia eres la única que realmente la apreciaría — La abuela le responde mientras sonríe...
Al llegar la noche, ambas subieron al cuarto de invitados, Amira, se asomó por la ventana y dijo:
— La Luna se ve muy blanca.
— Tienes razón, a pesar de que sólo es media Luna se ve muy blanca — La abuela decía mientras miraba por la ventana
— Me pregunto ¿por qué casi nadie habla de esta faceta de la Luna? — Amira lo decía sin despegar la mirada.
— Tal vez porque no está tan romántica o tan fantástica como las otras — ríe un poco —. En fin, me iré a dormir, descansa — La abuela se retira de la ventana y se va de la habitación.
— Buenas noches, descansa.
Amira ve salir de la habitación a su abuela y enseguida vuelve a ver la Luna por la ventana, unos minutos más tarde, Amira se recuesta sobre la cama y cierra los ojos hasta que se quedó profundamente dormida, justo para empezar a soñar, o al menos, eso creía.
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