CAPÍTULO 3
Justo cuando Amira puso un pie sobre la barandilla de piedra para poder aventarse en un acto de valentía, fue interrumpida por una voz que dijo:
— Mujer... ¡¿te has vuelto loca!?
Amira volteó hacia arriba al escuchar la voz, y para su sorpresa, descubrió que alguien la estaba observando por la ventana arriba del balcón. Se trataba de un joven que aproximadamente tendría la misma edad que ella, mismo que se caracterizaba por tener el cabello castaño oscuro y unos ojos color avellana, además de las facciones representativas de los personajes ficticios que ella había leído.
Amira lo vio fijamente por un momento hasta que le respondió diciendo:
— No estoy loca, ¡¿qué te hace pensar eso!?
—Si no lo estás... entonces supongo que bebiste más de la cuenta o quizá consumiste... — le dijo con un tono de burla.
Amira se enojó tanto que quitó el pie de la barandilla, volteo completamente en dirección a la ventana y lo interrumpió respondiendo muy molesta.
— ¡No soy una borracha, ni una adicta!, ¡¿en qué diablos estás pensando!?
—¿Qué diablos pienso? — el joven sonríe con burla —. Sólo te estoy diciendo lo que cualquiera que vea lo mismo que yo, te diría, es más... me atrevo a decir que incluso utilizarían palabras similares a las mías.
— ¿Enserio?, ¿y que te hace decirlo con semejante seguridad? — Le respondió Amira aún molesta.
— ¿Siquiera sabes en donde estás parada? — Con un tono de burla.
Amira lo vio fijamente con una expresión seria, estaba tan molesta que pensó «Es tan molesto, si lo tuviera en frente ya lo habría golpeado», después estando tan molesta le respondió con un tono de voz muy agresivo.
— ¡¿Por qué no te callas!?
Él, al ver que Amira estaba muy enojada, sonrió con burla aún más, y le respondió con una gran sonrisa diciendo:
— Supongo que no tienes ni idea.
— No, no la tengo, ¿por qué? — lo dice Amira con un tono agresivo.
— Pues... para empezar.... todo lo que he dicho hasta el momento es verdad, créeme que no sería ni el primero ni el ultimo — la ve fijamente haciendo su expresión más seria —. Porque dime, ¿Quién no lo creería después de todo lo que vi?
— Déjate de explicaciones y ya dime de una vez — Amira lo interrumpe.
— Está bien, ya no te enojes — se ríe levemente —. Todos estarían de acuerdo con mi opinión después de ver a alguien en un balcón en donde está prohibido el paso para los invitados, después dicha persona hace un montón de caras extrañas como si el mismo diablo se le hubiera aparecido enfrente, empieza a susurrar algunas cosas, mismas que la hacen ver aún más aterradora, además de que empieza a hablar de la nada cosas sin sentido, hasta que de repente decide ponerse de pie y aventarse por un balcón— suelta un suspiro y la ve —. No sé qué pasa por tu cabeza, pero cualquiera que viera esto te diría que estas loca, o por lo menos, lo pensaría.
Amira al escuchar la forma en que se estaba comportando hace algunos minutos, no pudo evitar agachar la cabeza y ocultar la mirada por la vergüenza que sentía. El joven se dio cuenta de ello y no pudo evitar sonreír mientras decía:
— Parece que ya entendiste.
— ¡Qué importa!, ni siquiera sabes mi situación, no tienes ni idea de porque quise hacer semejante locura...— Amira cubre su rostro con ambas manos por la vergüenza —. Incluso es una locura que te diga esto, ni siquiera vale la pena — suelta un suspiro y levanta un poco la mirada mientras deja de cubrir un poco su rostro —. Y más que una locura, hasta me siento ridícula.
— Bien, creo que ya entendí... — el joven sonríe —. O al menos un poco — suelta una risita —. Pero lo que no entiendo es... ¿por qué una locura?, ¿podrías contarme por qué de tantas otras palabras escogiste esa?
— Ja, ¿crees que te lo diría? — Amira deja de ocultar su rostro y lo dice con burla.
— ¿Y por qué no? — él la mira mientras sonríe —. Soy el único que le interesa saber, ¿o acaso hay más oyentes esperando escuchar tu aburrida historia? — lo dice con un tono de burla.
Amira lo vio fijamente con una expresión seria por unos segundos, hasta que en su expresión se dibujó una leve sonrisa y le dijo.
— No, no la hay, pero tampoco pienso gritarlo desde el balcón, si lo hago... — Amira de un vistazo por la ventana y luego lo ve a él —. Estoy segura de que no serás el único en llamarme loca, además de que lo más seguro es que la gente de seguridad me saque del lugar por escandalosa y por estar en un lugar prohibido.
Él, al escuchar las palabras de Amira se le escapó una ligera risa, se recargó en el marco de la ventana con los brazos y le dijo con una gran sonrisa.
— De acuerdo, y si yo bajo hasta donde estas... ¿me contarías?
— Sí claro — Amira ríe sarcásticamente —. ¿Acaso se te olvidó que yo estoy parada en un lugar que está prohibido para los invitados? — lo ve mientras sonríe irónicamente —. Ni siquiera podrías acercarte a la ventana.
— Tienes razón, el lugar en el que te encuentras si está prohibido para los invitados, pero... no sabes un detalle — él se lo dice.
— ¿Detalle?, ¿cuál? — Amira lo dice.
— El detalle que no sabías es que yo sí puedo entrar a el lugar en donde tú te encuentras — lo dice mientras la ve fijamente.
— ¿Y por qué tu si puedes?, ¿cuál es la diferencia? — lo dice Amira.
— La diferencia es que yo sí puedo pasar al lugar en el que tú estás porque yo soy el dueño de este lugar, por ende, yo soy el anfitrión — él lo dice mientras la ve con una sonrisa y se aleja de la ventana para ir hacia donde está ella.
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