CAPÍTULO 6
— ¡NO! — negando con la cabeza —. ¡Esto no es posible!
Amira seguía negando con la cabeza mientras acercaba su cabeza cada vez más cerca del mapa, como si esperara entrar en este o que cambiara drásticamente. Su mirada de desesperación combinada con una gran estupefacción no dejaba de hacerla mirar el mapa fijamente mientras lo giraba en todas direcciones. Puso el mapa bruscamente sobre la mesa y soltó un suspiro, miró al techo y luego se alejó del escritorio para ver un enorme mapa que cubría gran parte de la pared de aquel gran estudio en el que se encontraba.
Este era realmente inmenso, era un salón entero, el cual estaba conformado por al menos cuatro estantes de libros al fondo de la habitación, y justo enfrente un gran escritorio acompañado de un amplio anaquel con una gran variedad de mapas, mientras que en la pared a mano derecha del escritorio se encontraba aquel mapa enorme que cubría más de media pared, misma pared que, daba a la puerta principal del estudio.
Fue por medio de esta puerta en donde ingresó Tyler, quien miró estando recargado en el marco de la puerta a Amira, que en ese momento se encontraba observando aquel enorme mapa de la pared. Ella, sin quitar los ojos de aquel mapa, empezó a sujetarse el cabello hasta hacerse una coleta alta, misma que sujetó con un listón color lila. Fue entonces cuando Tyler habló.
— Es la tercera vez del día que te veo viendo eso.
— ¿Qué? — Amira deja de ver el mapa y voltea en dirección a Tyler.
— ¿Cuánto tiempo llevas viendo ese mapa?
— No mucho, ¿Por qué?
— Por nada — mira en dirección al escritorio — ¿Sigues sin encontrarlo?
— ¿Tendrás algún mapa de otra dimensión? — sonríe levemente.
— Por supuesto que no — la ve con una expresión seria.
Amira suelta un suspiro mientras se le escapa una ligera risita.
— Entonces no hay nada que hacer — Amira agacha la mirada y luego ve a Tyler —. Simplemente, el lugar de donde yo vengo no existe.
— En serio llegaste a esa conclusión después de un mes — la ve con decepción.
— No — soltó un suspiro —. Es solo que tenía la esperanza de que tal vez... — Amira agachó la mirada —. Pudiera no ser así.
Tyler se quedó en silencio por un buen rato. No emitió ningún sonido, solo se contuvo a observarla desde el marco de la puerta. El silencio fu amplio, lo suficiente como para haber transcurrido unos largos minutos en silencio. Él por un segundo estaba a punto de acercarse a ella, pero se detuvo, entonces habló:
— ¿Y qué harás ahora?
— Yo no lo sé... — suspiró de forma pesada —. Estoy en un lugar extraño y no conozco a nadie.
— Sí, seguro — Tyler respondió.
— Además de ti, claro — Amira sonrió levemente.
— Si quieres puedes quedarte aquí.
— Gracias por prestarme tu estudio.
— No, tonta — suspiró de forma pesada, mientras su dedo pulgar y medio tomaban el ceño, que estaba levemente fruncido —. Te quedarás en el palacio, solo necesito decir que eres una invitada.
— ¿De verdad es posible? — lo miró estando sorprendida.
— Claro que sí — protestó — Ahora dime... te gustaría salir.
— Me encantaría — Amira respondió con una gran sonrisa.
— Le pediré a alguien que traiga la ropa de mi hermana.
— ¿Qué tiene la mía? — Amira se preguntaba mientras miraba el vestido.
— ¡¿Llevas un mes usando el mismo vestido y lo preguntas!?
Amira miró el vestido una vez más y lo volvió a ver desconcertada. Tyler solo suspiró y se dio la vuelta, entonces respondió.
— No importa, de todos modos, no puedes estar con un vestido de fiesta por la calle.
— Yo no le veo nada de malo.
Tyler solo negó con la cabeza y salió del lugar mientras al mismo tiempo en su cabeza llegaban las palabras «¿Qué rayos pasa por la cabeza de esta mujer?». De la misma forma, en la que sus pasos se alejaban del estudio, seguía convenciéndose a sí mismo de que no iba a hospedar a una mujer loca, pues no tenía ni la más mínima idea de que pasaba por la cabeza de aquella "princesa"
No había pasado mucho tiempo desde aquella confusión es sus pensamientos cuando al verla de nuevo sus pensamientos dijeron «Está loca, o se convirtió en una». No le quitaba los ojos de encima mientras se decía esa conjetura, pues enfrente de él, estaba la chica con la sonrisa más radiante que un sol.
«¡¿Quién pensaría que esta misma chica hace un par de horas tenía un rostro tan lamentable!?» Tyler pensaba mientras miraba a Amira revolotear por todo el mercado como una niña pequeña. Corriendo de aquí a allá, destacando por esa gran sonrisa combinada con aquel listón negro que sostenía su cabello en una cola y el vestido azul celeste con corsé que le daban un aire campirano, igual que una campesina entrando a la ciudad por primera vez.
Amira, por su parte, no paraba de ir de un puesto a otro para ver que ofrecían, en especial si eran de comida. Pasaba uno tras otro probando todo tipo de comidas que los mercaderes le podían ofrecer, unos tras otro, y los degustaba con gran alegría. El dinero no importaba, Tyler con cubierto con una capa larga color negro que evitaba mostrar su rostro pagaba cualquier cosa que ella comiera. Fue así por unos largos minutos, o tal vez un par de horas, hasta que estando bastante irritado le dijo.
— ¡¿Qué no piensas parar de comer!?
— ¡ES QUE ESTÁ DELICIOSO! — Amira dijo con la boca llena — simplemente no puedo parar.
— Pues deberías, parece que no has comido en semanas, además... — la miró fijamente —. ¿No se supone que estabas triste por no poder volver a casa?
— Pues sí, pero tampoco voy a llorar, por eso, me tengo que acostumbrar a mi nueva vida. Ahora cállate y prueba esto.
Amira se acercó a él dándole a probar una brocheta de carne, Tyler la miró, y al ver la radiante sonrisa de Amira, solo suspiró de forma pesada y le dio un bocado, entonces Amira preguntó.
— ¿Y?, ¿sabe bien? — esperando su respuesta.
— Tal vez...
Amira sonrió nuevamente, tomó la mano de Tyler y dijo.
— ¡Genial!, ahora quiero probar eso.
Tyler le dio unas monedas al vendedor y simplemente se dejó llevar por el entusiasmo de Amira, «Quizá no esté tan mal» pensó.
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