CAPÍTULO 7
Pasadas las horas, ambos se encontraban sentados enfrente de la puerta principal del palacio. Como si hubieran hecho algo malo, ninguno se atrevía a entrar, solo se quedaban observando la gran puerta frente a ellos.
Quizá, tenían la esperanza de que no acabara este momento, o quizá, sólo esperaban a que cayera la luz del sol, y la luna fuera el único resplandor. Se pensaría eso, claro. Tal vez era así para Amira, quién se encontraba sentada en uno de los escalones, tal vez no era así para Tyler, quien estaba parado enfrente de la puerta.
Pasaron varios minutos en silencio, hasta que Tyler se giró por completo y miró a Amira, ella veía el horizonte. Él estando un poco impaciente habló:
— ¿Piensas quedarte ahí toda la noche?... ¿o vas a entrar?
— No lo sé, ¿y tú? — devolviéndole la mirada — ¿qué esperas para entrar?
— A ti — dijo sin chistear.
— ¿Por qué?
— No lo sé, quizá vuelvas a desaparecer en busca de comida.
— ¡¿QUÉ DIJISTE!? — lo vio molesta.
— Nunca repito mis palabras dos veces — Tyler sonrió con burla.
— Maldito — Amira susurró.
— ¿Perdón? — mirándola esperando a que repitiera lo que acababa de decir.
— "Nunca repito mis palabras dos veces" — Amira respondió con burla.
— Sólo entra de una vez — dijo Tyler después de un suspiro.
Amira se levantó del suelo y se acercó a Tyler con una gran sonrisa victoriosa, se paró justo enfrente de él y dijo.
— De acuerdo.
En ese momento se abrieron las puertas y Amira entró con una gran sonrisa victoriosa, Tyler solo la miró y entró después de ella. Amira siguió su camino con una gran sonrisa y pensó «Puede que quizá no sea tan malo después de todo»
Era poco antes medio día cuando Amira despertó, miró a su alrededor y se dio cuenta que había vuelto a despertar en esa habitación espaciosa con una decoración similar a la de los castillos antiguos. No había dormido bien por varias semanas, así que supuso que el cansancio se había acumulado.
Poco tiempo pasó desde que había abierto los ojos, cuando entró una sirvienta a la habitación. Con una expresión extremadamente servicial le dijo a Amira.
— Buen día, ¿dónde le gustaría almorzar, y que le gustaría?
— Puedo almorzar cualquier cosa, no tengo una preferencia en estos momentos, y el lugar... Siempre y cuando sea fuera de la habitación no tengo ningún problema — dijo en tono amable.
— De acuerdo, la ropa nueva que fue pedida para usted se encuentra en el armario — dijo con una expresión seria.
— Muchas gracias, de casualidad... ¿sabe qué está haciendo Tyler en este momento?
La sirvienta la miró con una gran expresión de sorpresa. Amira la vio con extrañeza y dijo.
— ¿Acaso dije algo indebido?
— No — negó con la cabeza —. Es solo que nadie ha llamado así a su majestad además de su hermana, la princesa Selene.
— Ya veo, debí de tomarla por sorpresa.
La sirvienta negó con la cabeza y salió de la habitación. Amira la observó irse y se volvió a recostar en la cama, para después de unos minutos continuar con el día.
Y una vez que se alistó y terminó de almorzar, Amira comenzó a recorrer todo el palacio, desde los jardines hasta el interior del palacio, le sorprendía el montón de habitaciones que había en el lugar. Cada habitación que recorría se caracterizaba por ser espaciosa, y mientras más caminaba por el palacio se sentía igual que en un castillo de cuentos de hadas.
Su mirada intrigada no hacía más que mirar a detalle las habitaciones, estudios, salones e incluso la gran biblioteca que se encontraba ahí. Se perdía en las pinturas, la decoración e incluso en los mismos pasillos. Estuvo así por horas, hasta que llegó aún estudio, el cual se encontraba con la puerta abierta.
Amira se paró justo enfrente de este estudio, en donde pudo ver el escrito justo enfrente de ella, y para su sorpresa estaba Tyler leyendo una pila de documentos, pero no estaba solo.
Justo sentada enfrente de él se encontraba una chica. Sería absurdo no decir que era bonita, su cabello lacio color negro era corto, llegándole al mentón, tenía ojos color verde, además de un rostro encantador, era delgada, pero de piernas torneadas, tenía una buena figura, y aunque estaba sentada se podía deducir que era alta. Además, aquella chica tenía un aura que la hacía ver con clase, con solo verla se pensaría que es alguien refinada.
«Sin duda es hermosa» pensó Amira mientras la veía fijamente estando parada enfrente de la puerta. La mirada fue tal, que aquella chica volteó en dirección a Amira y la miró directamente a los ojos. Tyler al darse cuenta de que aquella chica había dejado de prestarle atención, levantó su mirada de los documentos y miró a la chica.
— ¿Débora? — preguntó.
Al ver que no había respuesta, volteó en la misma dirección que ella y se encontró con Amira, ella lo notó, y cruzó miradas con él, entonces él dijo.
— ¿Qué haces aquí?
— Me aburrí — sonrió.
— Y supongo que yo fui la única persona a la que se te ocurrió molestar.
— Tal vez — entró al estudio —. Así que... ¿qué estás haciendo?
— Trabajo — respondió con una expresión seria y sin soltar el documento que tenía en la mano.
— ¿En serio? — se acerca a ver el documento estando recargada en el respaldo del asiento en donde está Tyler — ¿Y sobre qué es?
— No debería importarte — prosiguió mientras miraba el documento.
— Oh vamos, estoy aburrida.
— Disculpe señor Arche, ¿quién es ella? — preguntó con una expresión seria, y a la vez un poco molesta.
— Ah, es cierto, se me olvidó que no se conocen — dejó de leer el documento —. Débora, ella es Amira Hippler se quedará por un tiempo — miró a Amira —. Y Amira, ella es Débora Millet, es secretaria de la familia.
— Un placer — Amira sonrió.
— Supongo que igual.
Dijo Débora mientras distorsionaba su rostro haciendo una sonrisa tan falsa que era claro que estaba molesta. Tyler notó de inmediato su reacción, pero lo único que hizo fue mirarla por encima de los papeles y suspirar de forma pesada después de negar con la cabeza.
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