CAPÍTULO 8
— Le caigo mal a la señorita Millet ¿no?
— No realmente.
— ¿No?, pero yo vi su expresión desde el primer día, es obvio que le caigo mal, incluso siempre que me ve es lo mismo, por qué no solo dices que... — Amira cubre su boca con ambas manos y mira a Tyler — Será que la estás defendiendo.
— No lo hago — con una expresión seria.
— ¿Y entonces por qué?...
— Le molestan tus acciones, no tú — Tyler mira a Amira.
— ¿Mis acciones? — dijo desconcertada.
— Sí — suspira — Débora odia cuando la interrumpen mientras trabaja, y es justo lo que haces siempre.
— Ah, entonces es por eso.
— ¿En qué estabas pensando? — la miró con extrañeza.
— No lo sé, ¿importa?
— Eres rara — dijo mientras miraba al fondo del pasillo.
— Tú también — dijo con una sonrisa —. Aunque admito que es divertido pasar el tiempo contigo.
Tyler permaneció en silencio, solo observándola. Amira se dio cuenta de ello y le devolvió la mirada, con una gran sonrisa preguntó:
— ¿Qué? ¿tengo algo en la cara?
— Aparte de esa gran sonrisa en tu cara, no — dirigió su mira al fondo del pasillo —. A no ser que tenga que mencionar ese gran destello en tus ojos, resalta más ese color violeta.
— ¿Por qué dirías algo como esto? — Amira volteó en una dirección totalmente contraria a Tyler ocultando su leve sonrojo.
— No lo sé... pero justo cuando la luz del sol se cruzó en tus ojos — se quedó en silencio y siguió mirando de frente —. Me recordó un atardecer... — sonrió levemente — fue hermoso — culminó murmurando esas últimas palabras.
— Estás loco — Amira dijo sin dirigirle la mirada.
— Es cierto, puede que ya me hayas contagio tu locura — sonrió.
— Mmm... Tal vez.
Esas fueron las últimas palabras que compartieron hasta el final del pasillo. Amira prosiguió mirando la estructura del pasillo, incluso la decoración, todo esto mientras mantenía ambas manos detrás de su espalda. Tyler igual permanecía en silencio, pero a diferencia de Amira, sólo observaba el final del pasillo y a la misma Amira.
Han pasado días desde entonces, Amira le gusta pasear por los alrededores, entrar al estudio en donde se encuentra Tyler y mirar el ceño fruncido de Débora por interrumpir su trabajo.
— Sal conmigo — dijo Amira mientras se encontraba justo enfrente del escritorio de Tyler.
— ¿A dónde y para qué? — Tyler respondió sin quitarle los ojos de encima a los documentos que leía.
— No lo sé, afuera tal vez.
— Pídele a un guardia que te acompañe.
— ¡No! — Amira respondió mientras le daba un gran golpe al escritorio.
Débora se sobresaltó al oír el estruendo, por un segundo dejó de concentrarse en la gran pila de papeles frente a ella. «Esto es molesto» pensó mientras miraba de reojo la escena de Tyler y Amira.
— ¿Y por qué no? — dejó de mirar los papeles y miró a Amira.
— Porque es aburrido — suspiró de forma pesada —. Ven conmigo.
— No, estoy ocupado.
— Que novedad — ironizó.
— ¿Por qué tanta insistencia? — Tyler arqueó una ceja y miró fijamente a Amira.
— ¿Y por qué no? — suelta un suspiro pesado —. Mira, si no fuera por esa ventana detrás de ti, diría que estás dentro de una cueva... ¿no te aburre lo mismo de siempre?
— No, ahora déjame trabajar — Tyler volvió a mirar los documentos.
— Mentiroso — dijo Amira.
Tyler dejó de mirar los documentos y se levantó de su asiento para mirar a Amira cara a cara.
— Tú también lo eres — sonrió con burla.
— ¡Entonces lo admites! — Amira dijo con una gran sonrisa.
— ¡Nunca lo hice!
— Nunca lo negaste — Amira sonrió.
— De acuerdo, fingiré que nunca te escuché — se vuelve sentar.
— No te atrevas — lo miró fijamente.
— ¿Entonces por qué tendría que hacerte caso?
— Porque es aburrido hacer lo mismo siempre — sonrió — ahora vámonos, hay que salir, veo las mismas paredes siempre, empieza a tornarse aburrido.
— Nunca acepté — frunció el ceño.
— No importa, de todos modos, lo harás.
Tyler la miró con el ceño fruncido, Amira sonrió de forma victoriosa. Mientras que Débora, después de haberlos visto interactuar un rato había agotado la última paciencia que tenía, se levantó de su silla de forma abrupta y con un tono alto y que dejaba notar su fastidio dijo:
— ¡Ya no los soporto! — suspiró de forma pesada — ¿Podrían dejar de fingir que no estaban de acuerdo desde un principio?
Tyler y Amira se miraron mutuamente y después miraron a Débora, quien dejaba ver en su rostro cuán harta estaba de la situación.
— Lo siento — respondió Amira apenada.
— Ash, no te disculpes — puso los ojos en blanco y casi enseguida miró a Amira —. Mejor llévatelo antes de que me dé una jaqueca.
Ambos miraron como Débora salía del estudio mostrando estar totalmente fastidiada.
— Creí que iba a ahorcarme — dijo Amira sintiendo un escalofrío.
— No lo haría, es más probable que lo hicieras tú.
— No estoy loca.
— ¿Lo dice quien quería aventarse de un balcón?
— ¡YO NO! — suelta un suspiro y respira profundo para calmarse —. Solo era una idea.
— Yo no estaría tan seguro — sonrió con burla.
Amira se molestó tanto que le dio un golpe en el hombro, lo que hizo que a Tyler se le escapara una risita.
— Fue una broma, lo siento — volvió a reír.
Amira hizo un ligero puchero para después tomar la mano de Tyler y salir del estudio. Después de salir del estudio para recorrer esos largos pasillos y ese largo jardín de la entrada para poder salir del inmenso palacio.
Fue un trayecto silencioso, Tyler no se atrevía a hablar, por lo que solo se dejó llevar por Amira hasta salir del palacio. Hasta que después de unos largos minutos de haber salido, Tyler habló.
— ¿A dónde vamos?
— No lo sé — suspiró —. Nunca tuve un plan en mente...
— Además de salir — la interrumpe.
— Sí, eso... — sonrió de forma incómoda — ¿Pero confías en mí? — miró a Tyler.
— Si no lo hiciera ya estarías en las mazmorras princesa — sonrió.
— Entonces solo hay que hacer lo que suceda — con una gran sonrisa —. De esa forma se hará más divertido.
— Por tu cara me imagino que sí.
— ¿Qué?, ¿no me digas que nunca lo has intentado? — sonrió con burla.
— A diferencia de mi hermana, no soy de salir mucho.
— ¿Cómo es que nunca la he visto? — preguntó extrañada.
— Se fue de viaje — lo dijo mientras miraba a su alrededor.
— Ah.
Tyler solo sonrió, para que poco después Amira hiciera lo mismo. En estos momentos únicamente era una caminata tranquila por el pueblo, por las calles no circulaba gente como de costumbre a pesar de ser temprano, era tranquilo, pacífico.
Había casas y unos cuantos negocios, pero seguía siendo pacífico, nada alarmante, ni tampoco bullicioso como lo era aquel día que Tyler había acompañado a Amira al mercado. Y, aunque recibían miradas de la gente a su alrededor, no eran nada más que eso.
«Me gusta» fue un pensamiento que cruzaba por la mente, tal y como la sonrisa en los labios se dibujaba forma inconsciente ante tal situación.
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