CAPÍTULO 9
Pasaron las horas de aquí a allá, no hubo lugar por el que no hubieran pasado, habían recorrido una gran cantidad de aquel reino misterioso. Ahora después de unas largas horas ambos se encontraban mirando el atardecer desde el tejado de una casa.
— Es una linda vista — sonrió Amira —. Me encantaría tener una cámara ahora mismo.
— Una ¿qué? — dijo extrañado.
— Una cámara — rio levemente —. Así podría capturar esta imagen, se ve como un cuadro — sonrió —. Me da la sensación de estar dentro de un mundo de fantasía, es como si estuviera dentro de una pintura — dijo sin dejar de mirar al horizonte —. O tal vez sea así, quizá realmente terminé atrapada en esa pintura.
— ¿Qué quieres decir? — dijo Tyler.
— Pues... — soltó un suspiro —. Poco antes de llegar aquí... mi abuela me regaló una pintura — sonrió —. Estaba muy bien hecha, pero lo que más me llamó la atención fue que dentro de ella había pintada una escena, un baile — miró a Tyler —. Esa misma noche aparecí aquí, y la escena dentro del cuadro sucedía justo frente a mí, y poco después te conocí.
— Es realmente extraño — suspiró —. Apareciste de la nada, y si no fuera porque no soy el único que te ve, no creería que estuvieras aquí — suspira —. Incluso he seguido tratando de encontrar tu hogar, pero aún no encuentro nada, ni siquiera una pista.
— ¿Aún sigues buscando? — lo miró con sorpresa.
— Te lo prometí ¿recuerdas?
— No creí que fuera en serio.
— Estaba hablando muy en serio.
— Supongo que quieres que me vaya pronto — sonrió levemente.
— Princesa — dijo con una sonrisa — ¿Cómo puedes decir eso cuando ya me he acostumbrado tanto a ti?
— Solo he estado menos de dos meses — sonrió modesta.
— Pero siempre has estado cerca de mi — con una sonrisa —. Desde el principio haz estado ahí.
— Bueno... — se levantó —. Creo que anochecerá pronto, mejor vámonos.
— Está bien.
Tyler se levantó de donde se encontraba sentado y fue detrás de Amira, la ayudó a bajar del tejado, y una vez que ambos se encontraban ya en la calle, caminaron hasta el palacio nuevamente.
Caminaron por un rato hasta que pasaron por una calle en donde unos músicos estaban tocando. La melodía era tranquila, Amira se detuvo a medio camino cuando la escuchó.
— Es linda — sonrió —. Me hace querer bailarla.
Amira terminaba de decir esas palabras mientras se balanceaba al ritmo de la música, Tyler la miró y extendió su mano hacia Amira.
— Entonces... princesa ¿me concederías otro baile? — dijo con una gran sonrisa.
Amira sin quitar su sonrisa del rostro se encontró con los ojos de Tyler, luego tomó su mano. Tyler sonrió y atrajo a Amira hacia él, de esta forma ambos empezaron a bailar al compás de aquella melodía.
Ambos se balanceaban al compás de la música con una sonrisa y sin perder la mirada del otro. Ninguno decía alguna palabra, pero era como si sus miradas hablaran mientras bailaban en aquel atardecer.
Los ojos de Amira brillaban igual que el sol del atardecer, y los ojos de Tyler no dejaban de seguirlos como si estuviera hechizado. Fue de esa forma en la que el sol se ocultaba al compás de aquel baile, y al igual que el momento en el que la música dejó de sonar, el Sol se ocultó por completo dejando a la Luna iluminar la noche.
El baile había terminado, pero ninguno se atrevía a soltar la mano del otro, solo se encontraban uno frente al otro, aún en silencio y sin dejar de mirarse.
— Gracias por bailar conmigo — dijo Amira con una sonrisa.
— Gracias por permitirme el honor nuevamente — sonrió y besó su mano sin dejar de mirarla.
Tyler sin dejar de mirar a Amira empezó a alejar su mano de ella, de igual forma, la mano de Amira se alejaba cada vez más sin dejar de mirarlo, dando con esto terminado aquel baile que hizo llegar la noche.
Era como si el atardecer hubiera comenzado un encanto, y como si la Luna hubiera conjurado el hechizo. Ninguno dejó de mirarse en esa noche, ninguno de los dos se alejó del otro totalmente.
Como si fuera un hechizo o magia, algo surgió de aquel baile, ninguno de los dos decía una sola palabra, pero sus miradas lo decían todo. La Luna era hermosa, su luz era tenue, pero como si fuera magia, por un instante, quizá y solo quizá, esto habría plantado una semilla, o lanzó un hechizo al corazón.
Después de eso las palabras fueron mudas, pues durante el camino al palacio el único ruido presente entre ellos era el viento, pues se creó un silencio entre ellos. No hubo ninguna palabra saliendo de la boca de alguno de los dos, pasó así un buen rato, o al menos hasta que ambos llegaron al palacio.
Un pequeño roce entre sus manos se hizo presente antes de entrar a ese gran palacio en el que se conocieron por casualidad y ahora residían en él.
— Majestad...
Dijo un mayordomo haciendo una reverencia en cuanto los vio entrar al lugar.
— Su alteza, Selene...
— ¿Qué sucede con ella? — lo interrumpió.
— Ella está en casa, no ha hablado con nadie desde que llegó, está en su alcoba.
— Iré a verla.
El mayordomo lo miró con sorpresa, pero antes de darse cuenta, Tyler ya estaba muy lejos de la puerta principal para ir a los aposentos de Selene. Amira solo observó como él se alejaba cada vez más de ella.
Comments (0)
See all