CAPÍTULO 11
— Tu eres Amira... ¿no es así?
Amira la miró con sorpresa, pero a pesar de ello asintió con la cabeza rápidamente.
— ¿Cómo…
— ¿Qué cómo lo sé? — le interrumpió y sonrió levemente — Desde que llegué lo único que he escuchado es a las sirvientas chismear sobre el romance de la misteriosa señorita y el rey.
— Es absurdo, ¿por qué dirían algo como eso? — Amira la miró fijamente —. Dijiste que acababas de llegar, entonces… tu eres Selene.
Selene la miró brevemente con una expresión de sorpresa, pero luego cambio a una expresión seria.
— Supongo que tendrían muchos motivos para hacerlo, como por ejemplo… tu tono de familiaridad.
— Sería una tontería que se armara tal cosa por ello.
— Quizá tengas razón… — se recargó un poco más sobre la barandilla del balcón —. Pero cualquier error inútil puede causar un gran problema — Selene dijo más para si misma que para Amira.
Amira solo se quedó en silencio mientras veía como la expresión de Selene se veía un poco sombría a pesar de que el sol irradiaba con gran intensidad sobre ella. No sabía como era ella en realidad, pero se veía realmente mal, como si algo la estuviera afectando.
Amira quedó tan inmersa viendo a Selene que ella le devolvió una mirada sombría, y con ello dijo:
— ¿No te piensas ir?
— ¿Perdón?
— Dudo mucho que quieras decirme algo, ¿o me equivoco? — la miró fijamente y soltó un suspiro —. Olvídalo, últimamente estoy teniendo problemas para dormir… Disculpa mi descortesía.
Antes de que Amira dijera una palabra sobre ello, Selene se alejó del balcón y se fue directo a sus aposentos, luego dirigió su mirada a su alrededor y enfrente de ella se encontraba Débora.
— Tyler…
— Probablemente esté en el estudio — dijo Débora —. Aún no me he encontrado con él.
— Ya veo… y ella…
— No te acerques a la señorita Arche — dijo con un tono cortante.
Amira vio a Débora con una expresión de sorpresa, miró nuevamente en dirección a donde se había ido Selene y después miró a Débora.
— ¿Pero por qué?
— Simplemente no lo hagas — respondió con una expresión seria —. Desde que regresó del viaje a estado extraña, de mal humor, como si estuviera dispuesta a ejecutar a cualquiera que pase frente a ella — suspiró —. Simplemente evita meterte en un problema.
Amira asintió levemente con la cabeza, dicha acción hizo que Débora soltara un suspiro de alivio, y junto con ello se alejara del lugar. Amira la observó hasta que la figura de Débora desapareció de su vista, enseguida empezó a caminar en la misma dirección en la que había caminado Selene.
Durante todo el tiempo que llevaba dentro del palacio todos la habían mencionado por lo menos una vez, pero desde su llegada, no pudo evitar sentir curiosidad por aquella persona de la que tanto hablaban, y más desde que todo el mundo empezó a hablar de ella, después de su llegada.
Durante estas pocas horas en las que Selene estaba en el palacio, los sirvientes del palacio no hacían nada más que hablar sobre ella, haciendo miles de especulaciones respecto a aquel misterioso viaje del que había partido hace varios meses. No había ni una sola persona que no hablara sobre ella, sobre su extraña actitud o sobre su apariencia después de su llegada, eran cientos y cientos los rumores que susurraban en los pasillos sobre ella.
Antes de su llegada no se mencionaba nada a excepción de su nombre, pero ahora que estaba de regreso, el palacio estaba tan terriblemente animado por los rumores. Mismos que desde que empezó a escuchar no hicieron más que causarle curiosidad a Amira sobre Selene.
Pasaron unos cuantos días así, lo único que podía escuchar era sobre Selene y su extraño comportamiento. Durante esos días Selene nunca salió de su habitación, al parecer tampoco comía, y por lo que se enteró tampoco dormía mucho.
“Es una pena” decían las sirvientas que cambiaban la charola con alimentos al salir de la habitación. Amira estaba tan inmersa en la situación que no se dio cuenta que alguien estaba detrás de ella hasta que escuchó su voz.
— Así que esto es lo que haz estado haciendo todo este tiempo.
Amira se sobresaltó al escuchar que esa voz provenía de alguien detrás de ella, y sabía perfectamente quien era el dueño de esa voz. Desde el primer día que apareció en este lugar fue la primera voz que escuchó, y aún si no fuera el caso, la seguiría reconociendo con una sola palabra, era Tyler, quien en el momento en que Amira levantó la mirada hacia él, pasó su mano por la cintura de ella y sonrió.
— Últimamente no te he visto, no te he visto desde… — Miró a Amira fijamente.
— Sí lo sé — lo interrumpió y evadió la mirada —. Pero desde que… — guardó silencio y miró en dirección a la habitación de Selene.
— Tienes curiosidad por ella, ¿no es cierto? — dijo mostrando una sonrisa relajada.
— Un poco — Asintió con la cabeza —. Todo el mundo me ha prohibido acercarme a ella.
— Creo que soy consciente de ello — soltó un suspiro —. Pero es lo mejor por ahora, ella no está bien en este momento, ni siquiera quiere ver a alguien — miró en dirección a la habitación de Selene y luego a Amira —. Tal vez después.
Amira se quedó en silencio y bajó la mirada, justo cuando bajó la mirada en su rostro se mostró una expresión de sorpresa al ver el brazo de Tyler alrededor de su cintura, lo que hizo que Amira volviera a ver a Tyler directamente a los ojos.
— ¿Sucede algo? — dijo aún con una sonrisa.
Amira negó con la cabeza, y en silencio siguió observándolo fijamente, cautivada con aquella sonrisa no hizo más que mirarlo. Tyler al mirarla fue desvaneciendo su sonrisa mientras miraba los ojos de Amira, los cuales destellaban un brillo especial hacían que se perdiera en esos ojos violeta.
Ninguno prestaba atención al corazón en ese par de miradas el uno al otro, pero el corazón se aceleraba con cada segundo que pasaba. Desde la llegada de Amira habían cambiado muchas cosas hasta entonces, pero con la llegada de Selene había algo distinto en el ambiente, o más bien, desde aquel baile al anochecer algo era diferente, la cercanía era cada vez más corta sin darse cuenta, uno cerca del otro, al grado de sentir la respiración del otro.
Quizá era por el sol que alumbraba aquel pasillo en donde se encontraban, o quizá, era algo más que ninguno de los dos iba a aceptar. Ahora se encontraban uno cerca del otro, tan cerca como para sentir su respiración, tan cerca… hasta el hechizo terminó lo que hizo que ambos se alejaran con rapidez.
El corazón no miente, pues latía a mil por hora por ese breve momento, el corazón latía tan fuerte que sentían como si el otro lo escuchara, aunque no fuera así. El corazón ya sabía algo, pero, sin embargo, la mente es más calculadora, o simplemente no quiere aceptar lo que el corazón habla, por lo que finge ignorancia.
Finge ignorancia de la misma manera en la que Tyler y Amira fingieron ignorancia en cuanto la puerta de la habitación de Selene se abrió. Ambos sabían que algo estaba sucediendo, pero la mente aún no quería aceptar lo que acababa de pasar.
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