—Pareces tener un peor humor que otros días —Shadia dijo mientras caminábamos al salón de clases. Ella era mi mejor amiga y era del tipo de persona que me soportaba incluso cuando me comportaba como un imbécil. Sus 1.39 cm de altura podían conmigo. Ella era una persona demasiado buena para mí.
—¿Recuerdas que te conté que tendría un tutor? —metí mis dos manos en las bolsas de mi chamarra, el viento era helado.
—Ajá, lo recuerdo. Dijiste que no te gustaba la idea porque era perder tiempo.
—Exacto. Y no creí que mi madre realmente lo contrataría. Pero lo hizo. Ayer lo conocí. Es horrible. Lo odio.
Ayer me la había pasado pensando en él, lo cual era molesto e incluso ahora estaba pensando en él, lo que hacía aún más molesta esta situación. No era algo normal en mí. Nadie era tan bueno como para dedicarle mis pensamientos. Y mi tutor (idiota) no debía ser la excepción.
—¿Piensas hacer algo para que renuncie? Con tu carácter seguro lo logras fácilmente —Shadia dijo en un tono burlón—. Vas a asustar al tipo pronto.
Giré los ojos y sonreí.
—Podría asustarlo, pero dudo que sea fácil. Es un idiota raro, no creo que pueda hacerlo renunciar.
No es que no quisiera que renunciara, ¡de verdad sería muy difícil hacer que dejara de ser mi tutor!
—Y según tú, ¿por qué es un “idiota raro”?
—Se porta como si tuviera todo el control. Él dijo que yo debía obedecer sus órdenes.
—Ok. Suena un poco como alguien raro. Si tanto te molesta y crees que él no renunciaría por ti, puedes hablar con tu mamá y decirle que no lo necesitas. Eres bastante inteligente, puedes mejorar sin un tutor.
—Dudo que sirva de algo. Mi madre no me escuchará y yo no tengo intención de mejorar mi promedio.
—Es para tu futuro, Ale.
—Mi futuro no me importa.
Shadia me pellizco en las costillas y suspiró.
—¡Oye!
—¡No tienes remedio, Alejandro!
—¿Quieres venir conmigo en la tarde a una fiesta? —volteé mi cabeza hacia ella y sonreí con descaro.
—Eres un tonto, solo me das el avión —Shadia comenzaba a exasperarse.
Ignoré sus palabras.
—¿Quieres ir?
—¿Fiesta de quién es? —dijo sonando molesta.
—Bueno... Eso no lo sé. Rodrigo me invitó.
—Deja de juntarte con él —Shadia frunció el ceño—. Sabes que no es buena compañía.
—Deja de decirme que hacer, no eres mi madre.
—¡Enserio no se puede contigo, Alejandro! —golpeó mi brazo y suspiró. Le sonreí de forma sarcástica. Eso la hizo molestar más. Lo bueno era que ella me soportaba. Por eso era mi mejor amiga —. No quiero ir a esa fiesta ahora que sé quién te invitó.
—Bueno, no vayas. Yo si iré.
Shadia me fulminó con la mirada. Era divertido verla perder los estribos, aunque ella tenía razón. Rodrigo no era para nada buena compañía.
Drogas y Rodrigo eran sinónimo. Entendía la preocupación de Shadia, pero ni modo, quería ir a esa fiesta. Y ya que mi madre hoy trabajaría hasta tarde no habría nadie que me lo impidiera.
—No hay nada que te pueda decir para que cambies de opinión, así que solo te pido que te cuides y no te drogues.
—Está bien, te prometo eso —le dije con sinceridad.
Claro que me cuidaría, no tenía intención alguna de drogarme. No me gustaba meterme esa basura.
Shadia suspiró por tercera vez. Nadie dijo algo más. Entramos al salón de clases y nos sentamos en nuestros asientos. El profesor llegó unos minutos después y comenzó a dar su clase.
Aburrido.
Comments (0)
See all