El solsticio de ese año marcó un inicio y un final.
Lo cómico es que nunca se puede saber con exactitud cuándo y cómo se dan todos los sucesos y detalles de la tierra, así que, como otros muchos secretos del Corazón Escondido de Gaia, esta verdad también quedó oculta.
Los pormenores son significativos, las mentes escurridizas lo confirmarán.
Cada elemento es una chispa en la inmensidad cósmica. Granos de arena conforman desiertos infinitos, gotas de cristal nutren los océanos, cada uno forma parte de la sinfonía del macrocosmos.
Pero, ¡por favor!, ¿qué dios lo habría previsto? En un pandemonio de confusiones, la claridad es perpleja; sobre todo, cuando seres inmortales sucumben como mosquitos.
Los alaridos de las deidades atravesaron los siete cielos y retumbaron en la superficie terrestre; Fueron días de lluvia carmesí y temblores intensos, con nubes negras y relámpagos escarlata.
Los seres humanos están inclinados a los sentimientos negativos, su ser está lleno de oscuridad, cuando se les presenta algo a lo que dirigir su desprecio, no dudan en despertar su odio y lanzar irracionalmente su violencia; el camino fácil, sin contraargumento alguno, es su selección predilecta.
Llegó el otoño, y los Kelpie cayeron; llegó el invierno, y nacieron los Napatún; en la primavera, estos se asentaron; y, para el verano, las hojas del otoño no volvieron a ser vistas.
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