Se dice que Dios no siempre nos concede lo que pedimos, sino lo que verdaderamente necesitamos. Felicity, en su desesperación, había rogado por un descanso eterno, sin saber que estaba a punto de embarcarse en un viaje que cambiaría su vida de manera inimaginable.
Sumida en un sueño profundo, empezó a despertar lentamente. Lo primero que percibió fueron sonidos agitados a su alrededor. Voces altas, casi gritos, y pasos apresurados resonaban en la habitación. Trató de abrir los ojos, pero la luz intensa y la confusión la desorientaron.
Entreabrió los ojos y vio sombras moviéndose rápidamente, figuras corriendo hacia la puerta. Una mujer pasó corriendo, visiblemente alterada, seguida de varias personas más que abandonaban la habitación en un torbellino de pánico. Poco después, personas con batas blancas comenzaron a moverse de un lado a otro, sus movimientos eran rápidos y precisos. Escuchaba voces preocupadas hablando en un idioma que no reconocía. Su garganta se sentía seca y adolorida, un tubo la incomodaba, y el dolor punzante en su brazo le indicaba la presencia de una aguja.
Cerró los ojos de nuevo, intentando procesar lo que estaba ocurriendo, pero la fatiga y la confusión eran abrumadoras. Al volver a abrirlos, vio más figuras entrando y saliendo de la habitación, la escena seguía siendo caótica. Trató de enfocarse en algún detalle que le diera sentido a la situación, pero todo era un torbellino de movimiento y sonido.
Una vez más, sus párpados se cerraron involuntariamente, los efectos de la medicación la mantenían en un estado de semiinconsciencia. Cada vez que intentaba volver a la realidad, se encontraba atrapada entre el sueño y la vigilia, con las sombras de las personas en batas blancas siendo lo único constante en su visión borrosa.
La fatiga y los efectos de la medicación la arrastraron de vuelta a la oscuridad. Mientras la calma de un sueño profundo volvía a reclamarla, Felicity dejó que la noche la envolviera nuevamente, inconsciente del cambio radical que se avecinaba en su existencia.
En ese silencio profundo, se rindió al sueño, sus párpados cerrándose lentamente mientras el negro de la noche la rodeaba, apagando poco a poco las preocupaciones que la atormentaban.
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