Cerveau es un infierno para él.
Un país que probablemente sea la tercera potencia mundial, pero que se sostiene sobre mentiras. Una nación que parece hecha de oro por sus estructuras, para que el resplandor dorado encubra la sangre y los cuerpos que sirvieron de base.
Logros académicos, políticos, económicos… así se mide el valor de un individuo en Cerveau.
Anualmente hay una taza de logros anuales que cada familia debe alcanzar.
De no lograrlo, serán ejecutados al ser considerados como inútiles para el país. Una tierra en la que la pobreza no es permitida.
Esa forma de vivir tan exigente acaba con el espíritu y la mente de las personas, a pesar de darle éxito al país. No hay amor en ninguna familia, salvo en la suya.
Él entiende realmente qué es Cerveau:
El juego de una mente enferma que se ríe de la desesperación de las personas por sobrevivir.
Aquel que está en la cima de Cerveau, robó el espíritu de todas las personas.
***
Después de huir de casa, la familia de Peck vagó por Cerveau escondiéndose planificando su escape. Aunque sin darles tiempo de pensar, a través de un comunicado hecho por las autoridades del país, se dejó saber que todas las salidas en la frontera, excepto por una, estaban bloqueadas.
Todas, menos una.
Un claro intento de atraerlos a ese único punto de escape y emboscarlos.
La razón de que siguieran ese plan fue que las otras rutas eran protegidas por un Augen, no por soldados normales.
Aun así, tras mucho esfuerzo, pasaron por cada sector del país hasta llegar a su destino.
Cerveau está dividido en diez distritos, la salida que necesitaban estaba ubicada en el distrito de nombre: ‘CAPRA’.
Cuando llegaron, como era previsible, fueron emboscados. Desde hace varios minutos, la madre de Peck comenzó la posible batalla final para huir del país…
Y mientras tanto, ahogándose en su impotencia, Gus estaba apoyando su espalda en la gran puerta que era la salida de Cerveau esperando una brecha que permita a los tres escapar.
—Peck, lo siento, papá es débil.
Una sonrisa de autocompasión acompañó esa declaración.
—Pero tu mamá es muy fuerte. Te diré la razón.
Aunque él hablaba a su hijo que todavía era muy pequeño para entender, a su lado, como si fuera un fantasma, estaba un Peck que había crecido escuchando sus palabras.
Las memorias eran aterradoramente detalladas gracias a la magia, eso lo volvía tenebroso. Peck sudaba gracias a la desesperación que sentía de no poder ser de utilidad en este recuerdo.
Aquella salida solo puede ser abierta por la fuerza bruta de Lune, la misma que estaba combatiendo a un centenar de guerreros en armadura.
Quizá si ganaba terminaría demasiado cansada para huir y, además, cada minuto que tardaba en poner fin a la batalla era tiempo que regalaba a los Augen para llegar.
Bajo la luz de la luna, la gran batalla por la supervivencia continuaba.
Al combatir, Lune era tan veloz que parecía un simple borrón moviéndose a través del viento.
—No es un don especial, es esfuerzo y diligencia.
Comenzó la explicación.
—Luchó contra un hombre verdaderamente poderoso. Fue forzada a mejorar a través del combate. No sé quién será ese hombre, pero sé que es responsable de mi condición. Es un tema que no le gusta para conversar.
Y del lamento pasó a una expresión de alivio.
—Ha superado muchos obstáculos y sobresalido. Aunque aquí no valoren lo brillante que es, para mí, no hay nadie en el mundo que pueda comparársele.
Después una risa, quizá para evitar preocuparse.
—Aunque no le gusta pelear, aprendió a hacerlo para protegernos. Gracias a su esfuerzo, pronto iremos a un mejor lugar, Peck…
Bajo la noche, la madre de Peck todavía peleaba.
Sería difícil para cualquiera creer que una sola persona estaba imponiéndose ante una centena de soldados solo cuerpo a cuerpo.
Pero ella podía.
Siendo más veloz que todos, solamente necesitaba conectar un golpe devastador al mismo tiempo que no dejaba que los ataques enemigos la alcanzaran.
Cada movimiento de Lune era preciso y eficiente, ningún paso era en vano. Si ella se movía, un enemigo caía.
Todo golpe de Lune destruía las armaduras, lo que provocaba que trozos de estas cayeran del cielo. Los escudos se abollaban o eran atravesados. Las espadas se partían en dos. Las lanzas eran quebradas. Las flechas no llegaban a su objetivo.
Con el tiempo, esa velocidad pasó a hacerla prácticamente invisible.
Hasta ese momento, menos de diez minutos transcurrieron. Sí, es poco tiempo, pero para seres que podrían moverse tan rápido como los Augen es demasiado.
Y eso inquietaba a Gus.
Ya debería haber llegado… ¿qué los retenía? Al menos uno de ellos, solo uno… pero ni siquiera. ¿Por qué tardarían entonces?
Cuanto más se cuestionaba mayor era su ansiedad.
Son los más poderosos de Cerveau, así que, ¿por qué? ¿por qué se tomarían tanto tiempo? ¿por qué usar tantos soldados? ¡Un minuto debería ser tiempo suficiente para que lleguen!
—Acaso… ¡¿Acaso es Oráculo quien viene?!
Cuando ese pensamiento cruzó por su cabeza, su cuerpo reaccionó con rapidez. Estaba fatigado y estresado, pero todo eso se desvaneció en cuanto llegó a esa conclusión. Si Oráculo era quien los perseguía, la única respuesta posible era huir.
—¡Lune…!
—Ya terminé, vámonos.
Pero para su suerte, Lune era verdaderamente excepcional.
—Ah…
Justo cuando pensó en decirle que abandonen la batalla, terminó con todo. Los cuerpos con armadura estaban por todos lados, en el suelo o sobre algunas estructuras, con muchas armas rotas regadas por el suelo.
—¡Bien, entonces vámonos!
En otras circunstancias, la habría felicitado por tan gran despliegue de habilidad. La ausencia de un elogio fue lo que le hizo saber a Lune que había que huir.
Ella es fuerte, pero los Augen son lo nunca antes visto para ambos.
Escogieron dirigirse a la entrada solo para sentir una brisa de viento que acompañó a un escalofrío anunciando una aparición indeseada.
—… ¡Recuerdo esto!
Quien habló era el hijo de quienes intentaban escapar, que era un espectador viendo una escena recreada por sus memorias. Lo que le permitía rememorar esto con tal claridad no fue el hecho de tener los ojos abiertos, si no el miedo. Todo su cuerpo le hizo recordar esa sensación de estar dentro de una pesadilla; el aviso de la muerte acercándose.
Entre la oscuridad aparecieron dos ojos rojos brillando, la luz revelaba vagamente la forma de dos cuernos redondos; cuernos de una cabra.
Podían verlo, pero había más, sentían una amenaza que venía de todas las direcciones.
Siete… siete más.
Lo que daba ocho en total. Ocho grandes presencias.
Ocho de nueve Augen presentes.
—¡No, ya no quiero ver esto! ¡Ya no quiero! ¡Quiero que el recuerdo termine!
Peck finalmente entendió porqué lo habían privado de sus memorias. Deseó saber el misterio de su vida, pero el mal augurio que tenía en presencia de los Augen superaba ese deseo. Temía ver lo que pasaría con sus padres.
—Mantén la calma…
Hasta que escuchó la voz de su padre. ¿Acaso le había hablado a él?
—Si pierdes la compostura, perderás. Piensa. Mientras puedas pensar, hallarás una solución. ¿Qué es lo mejor en este momento?
Hablaba consigo mismo, pero fue oportuno; demostrando voluntad para no rendirse.
—Fue mi mente, no mi fuerza bruta, lo que me ha sacado de aprietos en todos estos años, así que, piensa…
Tenía esperanza.
La esperanza ha salvado a miles de personas.
Brinda coraje.
La fuerza necesaria para resistir.
…
Pero no siempre la esperanza salvará el día. En esa ocasión, no había nada. Ni un ápice de luz que los iluminara.
Buscaron la luz desesperadamente, pero al final, fue la oscuridad quien respondió.
Tan repentino como la aparición de los Augen, una nueva presencia llegó.
Descendiendo desde el cielo hasta impactar duramente la tierra dejando un cráter al aterrizar.
Lo primero que pudieron ver entre la oscuridad fue…
Un par de alas.
Alas como las de un dragón.
—¿Esperanza…?
Como si fuera un reflejo, Gus musitó esas palabras.
Y como si hubiera sido una ilusión, las alas desaparecieron. Solo quedó la figura de una persona, pero estaba cubierta por una capucha y una gabardina, con un traje de colores grises y negro.
Cuando Gus lo observó surgieron sentimientos complicados. Un aire familiar provenía de quien estaba delante de él. Cuando miró hacia un costado: Lune había empalidecido. Sudor frío caía de su rostro.
En todo el tiempo que compartieron juntos, no recuerda un momento en que la viera asustada. ¿Ahora sí? ¿Conocía a quien había llegado?
Todo fue una confusión.
Y Peck, que exploraba los recuerdos, sintió la perturbación dentro de su pecho. La persona bajo la capucha, de algún modo, siente saber quién es.
Incluso los Augen dejaron de moverse.
Uno de ellos, cuyos ojos resplandecían en rojo, comenzó a acercarse.
—Esto… es mejor.
Aquel se pronunció… con una voz embriagada de emoción, entrando en la excitación. Lo extraño era que su voz hizo eco como si varios hablaran a la vez desde un mismo cuerpo.
En ese instante, la persona detrás de la capucha volteó para ver a Gus, Lune y Peck.
Gus no pudo mirarlo. Antes de cruzar miradas sintió dolor en su cabeza, lo que provocó que bajara la mirada
—¡Entiendo!
Pero Lune sí pudo actuar, respondiendo a la otra persona; palabras que Gus no escuchó, ni tampoco Peck, porque de hecho nunca habló.
Su mirada fue todo lo que bastó.
En ese preciso momento, Lune tomó de la muñeca a Gus para escapar junto a su hijo.
Un hijo que quiso seguirlos, pero justo en ese momento:
Alguien tomó su muñeca también.
—¡¿Ya estás satisfecho?!
Leben lo había alcanzado. No tardó en lanzarlo lejos de donde sus padres iban.
Lo siguiente que escuchó fue un cristal rompiéndose, y él estaba cayendo sobre un montón de arena. Cuando intentó levantarse, una patada al abdomen se aseguró de dejarlo tirado.
—¡¿Por qué querrías ver eso?! ¡¿Por qué?!
Bajo un cielo gris, sobre un lugar parecido a un desierto, Leben y Peck juntos otra vez.
—¡¿Sabes cuántos desearían poder olvidar momentos horribles de su vida?!
Mientras Peck era golpeado y arrastrado por el suelo, sus pensamientos fluyeron agresivamente dentro de sí mismo. Pensamientos de los que Leben era consciente, compartir ese espacio lentamente restablecía el vínculo que compartieron.
Estando al borde de la derrota, Peck recordaba las palabras que dijo a Sen antes de irse.
Las preocupaciones de lo que sería la vida tras su muerte.
Para él, tal vez, un descanso.
Pero la vida continuaría para su amiga. Aunque ella derrotara a Leben, ¿qué pasaría después? Él sabía que Sen ganaría. Sin embargo, pensar en todo lo que vivirá sin poder él presenciarlo lo atemorizaba de algún modo.
Peck no podía asimilar todo lo que pasaría tras su muerte. Todo lo que se perdería.
En el pasado, deseó desaparecer muchas veces. Estando cerca de eso, sintió temor por hacerlo.
Su verdadero deseo era vivir y tener una vida tranquila. Se había engañado creyendo que realmente anhelaba morir.
Pero no.
Peck siempre ha querido vivir.
Y, aun así, le faltaban fuerzas para levantarse.
Apoyó las manos en el suelo. Trató de ponerse de pie.
Leben llegó a él, viéndolo de forma compasiva y despectiva a la vez.
—En serio… ¿con qué fin querrías vivir? Solo déjame el resto a mí.
Peck sujetó a Leben por su pierna. Usó el cuerpo impropio para apoyarse e intentar levantarse. Apoyó la cabeza en el abdomen de Leben, siempre viendo hacia arriba.
En sus momentos finales, la mirada de Peck perdió todo rastro de timidez para volverse una mirada desafiante.
—¿Qué pasó… después…?
Había sangre en su labio.
En ese lugar, nada era real o tangible, Peck no estaba herido realmente; pero para ellos, todo era real, muy real. El dolor que Peck creía sentir se manifestó de esa forma.
Ninguno de ellos se había percatado.
—Lo mismo que sucederá contigo ahora.
Leben preparó el golpe de gracia.
Peck había apoyado las manos en el abdomen de Leben.
—Ya veo…
Estando tan indefenso, no esperaría que pudiera defenderse todavía… pero así fue.
Sorpresivamente Peck empujó a Leben con una ventisca usando Magia de Viento.
Lo envió más allá de donde su vista pudiera alcanzar, levantando tierra en el proceso que lo hizo toser.
—Fue aterrador… no, ¡es aterrador! ¡Pero quiero verlo! ¡Siento que debo verlo!
Un cansado Peck logró ponerse de pie.
—Necesito hacerlo…
Miró hacia adelante.
Manifestó su deseo.
Frente a él reconoció a dos cuerpos tirados, y a un bebé atrapado en una cortina de humo negro.
Esa cortina de humo era conocida para Peck. El aura que transmitía era la misma que la de Leben.
Aquel era el día en que su creación nació.
Comments (1)
See all