—Lidia, ¿podemos ir al festival que habrá en unos días en la ciudad? —Pregunto Javiercito queriendo ir al festival para comer dulces.
—He… Si claro, pero primero debemos de preguntarle a tu hermano, ¿de acuerdo? —Respondió Lidia viendo la sonrisa en los labios de Javier.
Durante esa misma tarde Lidia, que se encargaba de comprar los víveres, salió al mercado como de costumbre para poder reabastecer la posada, después del encuentro que ella había tenido con el príncipe esta había comenzado a salir con una capa para pasar desapercibida en las calles.
—Señora Yennica, podría venderme las cosas que están en esta lista, por favor. —Dijo Lidia entregándole la lista, ha aquella, mercader que la atendía.
—Bien señorita Lidia, hm… Parece que son bastantes cosas, ¿le parece si le digo a mi esposo que se las vaya a dejar el mismo mejor? —Pregunto la mercader mientras que Lidia asentía.
—Sí, si sería genial, así me quedara algo de tiempo para ir a comprar unos dulces para Javier y Cion. —Dijo Lidia alegre.
Al terminar de hablar con la mercader, Lidia fue a dar algunas vueltas por el mercado para comprar dulces para Javier mientras que buscaba algún obsequio para darle a Cion por agradecerle por la horquilla que este le había dado y por ser su primer amigo “Creo que lo mejor es elegir algo que le sea útil, él es un caballero así que… Pero no se me ocurre nada, una espada podría ser perfecta, pero son demasiado caras para alguien como yo y una armadura tampoco está dentro de mis posibilidades… ¿Qué puedo obsequiarle?” Se preguntó Lidia mientras buscaba en los alrededores algo que fuera perfecto para regalarle a Cion.
—Señorita, tengo bisutería y juguetes hechos a mano con madera y piedras coloridas recogidas del río, todas fueron hechas por mi esposo e hijos, son bonitas, no cobro mucho solo lo que usted quiera darme por ellas. —Dijo una mujer la cual se encontraba con una manta sentada en el piso.
Lidia miró a esta quien estaba junto varios artículos hechos a mano, con cuero, madera y piedras de colores, todo se veía hecho con gran dedicación, pero solo uno de todos estos artículos llamo la completa atención de Lidia “¿Eso?”.
—Ese collar, ¿a cuánto tiene ese collar? —Pregunto Lidia agachándose y levantando el collar de la manta en el piso.
— ¿Este? A bueno, como le dije, no tiene precio, solo lo que usted quiera darme, todo fue hecho a mano con algunas cosas que teníamos y encontramos así que no es caro. —Respondió la mujer.
Lidia observó cuidadosamente el collar y sonrió aliviada “Es perfecto para él, se le verá muy bien” pensó Lidia sacando de su bolso más dinero del que la mujer esperaba recibir por el collar.
—Señorita, esto, esto es mucho, es un simple collar de cuero con una piedra de río en él, no tiene que… —Protesto la mujer.
—Está bien, no se preocupe, usted dijo que el precio del collar lo pusiera yo, y yo creo que es muy valioso, es lindo y fue hecho a mano por personas esforzadas y trabajadoras, así que estoy segura de que cuesta esto y mucho más. —Respondió Lidia entregando una moneda de plata a la mujer frente a ella.
Lidia compró el collar junto a un juguete (caballo de madera pequeño) para Javier y se dispuso a volver a la posada, ya que ya estaba atardeciendo, fue entonces que mientras se marchaba y pasaba a comprar algunos dulces más escucho una voz conocida hablar a su espalda.
—Señorita Lidia, que bueno verla nuevamente. —Dijo la voz haciendo que Lidia volteara.
Al dar la vuelta, Lidia pudo ver el rostro del príncipe a solo centímetros de su rostro “¿Él?” Lidia dio un paso atrás alejándose del príncipe mientras que este parecía mirarla con completa atención e interés.
Una joven ruega a su padre que la deje morir por el gran dolor que siente cada día por culpa de la enfermedad con la que había nacido (piel de cristal), y el cáncer pulmonar que con el que había sido diagnosticada recientemente, cada roce en su piel la hacían sufrir un dolor insoportable, jamás había tenido amigos, ni nadie aparte de su padre y su hermano que la amaran, es por esto que ruega por morir y no sufrir más dolor. —Por favor, padre, ya no puedo más, duele, ya… Por favor, no más, solo quiero descansar. Rogó la niña a su padre quien se negaba en dejarla morir, su hermano que sufría por el estado de su hermana menor de 18 años detuvo al padre de llamar al médico y ambos mirar a la joven cerrar los ojos, mientras que el bip de las máquinas conectadas a su hermana anunciaban su muerte. {Luz} Una luz brillante deslumbró a la joven, quien se encontraba en un cuerpo el cual le era desconocido. —Mi apariencia, no puede ser, soy la protagonista de la novela. No, yo me niego a seguir la historia.
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