El despertar esta vez fue diferente. Felicity abrió los ojos lentamente, sintiendo una calma inusual en la habitación. La luz del amanecer se filtraba suavemente por la ventana, iluminando el espacio con un resplandor cálido. Al mirar alrededor, notó que solo había una persona presente, uno de los cuidadores, un joven que la miraba con una mezcla de tristeza y dulzura.
El joven debía tener unos 15 años, y algo en su apariencia llamaba la atención de Felicity de inmediato: su cabello era blanco como la nieve, un rasgo sorprendente para alguien tan joven. A pesar de lo inusual de su aspecto, era indudablemente hermoso. Sus ojos, de un azul profundo, irradiaban una calidez que la hizo sentirse extrañamente tranquila.
El joven no se movía de su lugar, parecía querer darle algo de espacio después de todo lo que había ocurrido. Felicity se sintió extrañamente tranquila al ver su rostro amable, aunque no lo reconocía en absoluto.
Aprovechó el momento de calma para examinarse más detenidamente. Llevó una mano a su cara y notó algo diferente: sus mejillas se sentían más cachetonas y suaves. Frunció el ceño, extrañada, y bajó la mirada hacia su cuerpo. Algo no estaba bien. O, mejor dicho, algo estaba muy diferente.
Con manos temblorosas, se tocó el pecho y confirmó con asombro que no sentía el contorno familiar de sus senos. La confusión aumentó, y decidió examinarse más a fondo. Lentamente, levantó la bata y bajó los pantalones del hospital, esperando entender qué estaba pasando.
El shock fue inmediato. Donde esperaba encontrar su cuerpo habitual, había algo completamente diferente. Sus ojos se abrieron como platos y soltó un grito ahogado de incredulidad. No podía creer lo que veía. Sin poder procesar la sorpresa, la habitación comenzó a girar a su alrededor.
El joven cuidador, alarmado por su reacción, se levantó rápidamente y corrió hacia ella. Al acercarse, Felicity vio su propio reflejo en los profundos ojos azules del chico. La imagen que vio era la de un niño pequeño, y el impacto de la revelación fue demasiado para ella.
Antes de que se pudiera dar cuenta, Felicity ya había perdido el conocimiento. Esta vez, no fue por la medicación, sino por la pura sorpresa de descubrir que ya no era la mujer que solía ser.
La última imagen que quedó grabada en su mente fue la de su propio reflejo, pequeño e infantil. Algo ya había cambiado en su vida. Al desmayarse, su deseo de saber qué estaba pasando se hizo aún más fuerte.
Comments (0)
See all