Ambos sin poder reaccionar por el impacto del encuentro, igual que el dolor aún presente del impacto de su choque, quedaron en silencio, observándose, tratando de entender lo sucedido en su propio tipo de confusión e incredulidad.
“¡Aubrey! ¿estás bien?”
Mitzi se apresuró a ayudar a su hermana a levantarse hasta que notó la presencia de aquel niño. Su similitud con su querida hermanita era innegable.
La dureza de su expresión provocó que instintivamente volteara hacia él y le ofreciera ayuda primero, extendiendo su mano con una cálida sonrisa y hablando con suave voz.
“¿Necesitas ayuda dulzura?”
Bry miraba a su hermana algo sorprendida y expectante a la reacción que obtendría. Erick desconcertado miró fijamente a la joven que destellaba con amabilidad, analizándola, mientras su cabello castaño ondeaba en la brisa.
Nunca le gusto recibir la lastima de nadie, aunque no sabía si este era el caso, nunca aprendió a responder a esos gestos, especialmente si eran genuinos. Se levantó y se marchó sin decir palabra.
“Él… me ignoró…”
Era la primera vez que Bry presenciaba a alguien rechazando a Mitzi de forma tan contundente, su dulce personalidad había logrado incluso llegar a ella cuando se unió a su familia, una época que no le gustaba recordar.
Resistiendo el helado soplo de la indiferencia Bry se levantó y tomó a su hermana del brazo.
“Solo sigamos corriendo.”
Las hermanas siguieron su camino sin descansar, llegando a la escuela al momento del cierre de la puerta justo antes de que pusieran el candado, el portero las dejó entrar sin pelea, era la primera semana después de las vacaciones de verano y no era extraño que los alumnos lleguen tarde esos días.
Ya adentro cada una se dirigió a su aula en lados opuestos del terreno de la institución despidiéndose con una simple mirada, Mitzi estando en el tercer grado, a punto de graduarse, mientras Bry cursaba primero.
Forzando el aire en sus pulmones y con las piernas temblorosas Bry se recargó en el marco de la puerta de su aula mirando hacia el suelo mientras se desaceleraron sus latidos y recuperaba el aliento.
“P-Perdón por…” tomo un respiro profundo “llegar tan… tarde.”
“De hecho, llegas justo a tiempo” dijo la profesora entusiasmada “Estaba por presentar a su nuevo compañero de clases, se llama Erick Yang…”
Bry levantó su mirada, sorprendida de ver al niño con el que acababa de chocar parado frente a ella. Sus miradas se cruzaron por un segundo. Erick volteó rápidamente, aun sintiéndose avergonzado por lo que había pasado y su reacción a ello, aunque en su rostro se reflejaba molestia.
“Erick solía ser educado en casa así que asegúrense de ser extra amables con él para que tenga una buena impresión de lo que es una verdadera escuela. Sólo… háganlo sentir como en casa.”
Risas forzadas rompían el incómodo silencio.
“Bien, ahora todos tomen asiento y comencemos.”
Con los únicos asientos disponibles en toda el aula siendo dos sillas consecutivas al fondo del salón junto a la ventana los niños no tuvieron otra opción más que sentarse juntos y aguantar la incomodidad hasta la hora del almuerzo.
En cuanto sonó la campana Erick se apresuró a salir sin mirar atrás, se sentó en una banca en el gran patio aparte de los lugares donde la mayoría se reunía. Se dio cuenta en ese momento de que había olvidado su almuerzo en casa.
La migraña comenzó a extenderse por su cabeza debido a la falta de alimento, no le había dado tiempo de desayunar antes de salir por lo que su estómago se encontraba completamente vació. Bry lo vio a la distancia y fue rápidamente a sentarse a su lado.
“Oye tu. Si se te olvidó tu comida puedo darte la mía.”
Erick se sorprendió, no la había escuchado acercarse. Notó que se había acomodado el cabello en una coleta más ordenada, una porción de su cabello aún fuera de está cubriendo su ojo derecho.
Viendo la suave sonrisa en el rostro de la niña la incomodidad y la incertidumbre que sentía ante la simpatía de aquellos ajenos a su familia lo volvió a inundar, empeorando aún más su malestar.
“No necesito de tu lastima.”
Hablo con una voz monótona y fría, aun cuando no era su intención, su tono y su actuar siempre caían en eso cuando no sabía qué hacer o era sobrepasado por sus propias emociones, aunque gracias a sus dos tutores había logrado mejorar en ello seguía siendo un problema.
“Vamos… tómalo como mi disculpa por chocar contigo en la mañana.”
Aún incómodo y con algo de duda tomó la lonchera de Bry, mientras la sonrisa de ella crecía ante su aceptación.
Erick la abrió y sacó uno de los pequeños contenedores traslucidos, tratando de distinguir lo que había en él.
“Oh, eso es puré de papa. También hay albóndigas y verduras al vapor. De postre traje un mini pie de manzana, puedes quedarte con él si quieres.”
Viendo el tamaño de todo era obvio que solo estaba preparado para una persona de apetito medio. El torpe gesto que seguramente terminaría con ambos hambrientos consoló a Erick, calmandolo lo suficiente para volver a hablar normalmente.
“¿Estás segura? No creo que alcance para los-”
Con un golpe repentino a la base de su mano el puré de papa se elevó por los aires. Aubrey angustiada y molesta apartó la mirada de la escena mientras Erick enrojeció de furia, fulminando con la mirada a la niña pelirroja, Linda, que reía parada frente a ambos.
“Mira, que adorable, los dos raritos se hicieron amigos. La tuerta torpe y el niñito enjaulado.”
Otra niña de cabello castaño, Rosalina, hablaba con tono burlón. Detrás de ellas un niño, con cabello castaño rojizo, un par de aretes negros en forma de calavera y un uniforme algo desarreglado, miraba alrededor asegurándose de que nadie interviniera, Lerroy. Volteando la mirada de vez en cuando hacia Aubrey sin voltear la cabeza, como viéndola a escondidas.
Sin dudarlo Erick se levantó, tomó el contenedor del suelo, ahora casi vació, y lo arrojó a la frente de Linda, tirándola al piso con la fuerza del impacto.
No sabía reaccionar a la amabilidad de otros, pero la hostilidad era algo que le resultaba natural.
Mirando fijamente a las tres personas frente a él comenzó a hablar con firmeza.
“No me importa quienes se creen que son, pero escuchen bien, yo no pienso aguantar la mier-”
“¡Detente!... por favor.”
Bry sujeto su camisa mientras lo miraba con vergüenza, no quería arrastrarlo a sus asuntos, si él seguía hablando seguramente se volvería un objetivo permanente de aquellas niñas al igual que ella. No quería que el buen momento que estaban pasando juntos, especialmente cuando habían pasado tantos años separados, se viera opacado por un incidente con ellas.
Erick se controló y paró de hablar, aun cuando para él se acababan de conocer, lo que aquella niña pensara y sintiera le era muy importante, no quería ponerla en una situación incómoda, en especial después de su primera impresión.
“¿Qué sucede aquí?”
Una voz autoritaria irrumpió en el patio, silenciando los murmullos de los testigos.
Al ver a la cabecilla de los profesores acercarse la niña castaña se levantó con enormes lágrimas falsas cayendo por sus mejillas. Hablando con una exagerada voz chillona que ponía en evidencia su mala actuación.
“Ese chico de allá – sollozaba – él nos atacó.”
“Pero si ustedes fueron quienes-”
“¡SILENCIO!”
No importaba que tan falso fuese el acto ni la verdad de la situación, la profesora Alcea estaba lista para ponerse del lado de aquellas niñas cuyos padres habrían hecho grandes aportaciones monetarias a la institución, además de que no le agradaba cuando los niños retan el status quo, como una descendiente de las ninfas que protegían el orden natural consideraba su misión mantener todo tal como era.
El aire tibio de la tarde que ondeaba su rosado cabello contrastaba con la frialdad de su actitud y su voz.
“Eres el educado en casa, ¿verdad?”
“Si, pero-”
“SUSH. Sé que debe ser difícil adaptarse, pero no hay excusa alguna para la violencia. Aun así…”
Se ajustó los anteojos, suavizando ligeramente su voz sin perder su severidad y frialdad, miro a Erick de arriba abajo, pensando en qué clase de padres un niño “como él” podría tener, que clase de estatus tendrían si no les había alcanzado para enviarlo a una escuela hasta ahora, o eso suponía ella, era una persona pronta para juzgar a otros.
«Al menos es humano»
Como parte de los entes registrados como beneficiosos para la humanidad consideraba parte de su deber ser más flexible y considerada con aquellas criaturas que, aunque inferiores a los suyos, eran de los más cercanos a su pureza.
Claro que no todas las ninfas pensaban igual a ella, algunas incluso despreciaban a la humanidad por sus destructivas tendencias mientras otras creían en todos los seres eran parte de la naturaleza, de forma que todo ser o entidad se consideraban iguales y respetables, pero estas eran minoritarias.
Esta gran división de pensamiento se había dado debido a las guerras y las afiliaciones políticas que las especies habían formado después de la gran convergencia que resultó en el mundo que hoy habitan todas las especies juntas.
Considerando esto decidió darle una oportunidad para regresar a su respectivo lugar en la jerarquía social.
“Estoy dispuesta a dejarlo pasar esta vez por tu… situación” hablando y actuando como si le estuviese haciendo un favor.
“Pero-”
“¡BASTA!”
Volvió a endurecer su tono, le irritaba que aquel niño no comprendiera su lugar e intentara hablar sobre ella aun cuando le estaba dando una oportunidad para retroceder.
“No seas mal agradecido, si sigues te mandaré a detención, por toda la semana.”
Erick volvió a enfurecer, se daba cuenta que aquel adulto no estaba ahí para ayudar, como era su trabajo, sino para callarlo y reprimirlo, pero se contuvo nuevamente al sentir la mano de Bry sujetando su hombro.
“Sin embargo” dijo la profesora mientras se retiraba, dándole la espalda a la situación “debes hablar conmigo al final del día.”
Las dos niñas se fueron a otra zona del patio haciendo señas burlonas, el niño de los aretes volteo a verlos por un instante antes de seguirlas.
Una ola de vergüenza y remordimiento por sus impulsivas acciones empezó a inundar a Erick, viendo el rostro aliviado pero molesto de Aubrey que aún tenía la mano reposando en su espalda pensó que lo mejor era mantener su distancia.
Se dio la vuelta y caminó hacia el rincón más aislado del recinto, dejando a Bry preocupada, sin decir palabra, creando una nueva tensión entre los dos.
Entre los testigos tres niñas resaltaban, tres hermanas castañas, cada una en grado, sus ojos morados con pupilas estrelladas las delataban como brujas blancas, pertenecientes a los grupos astronómicos, hablaban de lo sucedido mientras se mantenían alejadas del resto.
La mayor de ellas, con su cabello claro atado en una coleta baja, cejas cortas pero tupidas, era considerada la mejor deportista de la escuela, especialmente cuando se trataba de fútbol y baloncesto, Helian.
La mediana, con el cabello más oscuro y rizado, era quien encabeza en cuanto calificaciones en segundo año, había participado en varias ferias y concursos nacionales de deletreo y ajedrez además destacaba por su delicada apariencia, Liatris.
La menor era la que menos resaltaba en lo académico, sin embargo, en cuestiones de hechicería era la más devota, destacando particularmente en la creación de pociones, Epiphy.
“Vaya show” exclamó Helian.
“Desagradable si me lo preguntas” dijo Liatris apartando la mirada de forma abrupta, como si estuviera indignada.
“Bueno…” Epiphy seguía con la mirada a Erick “nadie te pregunto.”
Comments (0)
See all