El martes por la mañana todo prosiguió tranquilamente. Jake y Erick se despertaron con la primera alarma, se asearon y vistieron con calma. Jake preparó el desayuno y el almuerzo para Erick, se aseguró de que lo llevara en la mochila y lo acompañó hasta la puerta de su escuela, un par de minutos después de que abrieran la puerta.
Aubrey se había despertado más temprano que Mitzi, le dio tiempo de secar su cabello por completo, llenar el tazón de Lady con su meticulosa dieta cocinada y preparar comida extra en caso de que Erick volviese a olvidar su almuerzo antes de salir. Esta vez las niñas pudieron ir por los vecindarios humanos con calma.
En su camino se cruzaron con Leroy. Asegurándose que nadie que los conociera estuviese cerca, Aubrey se acercó a hablarle, tomándolo del brazo para saludarlo.
“Buenos días, Roy.”
“Hola”
El niño posó su mano sobre la mano con la que Bry lo sujetaba, notablemente sorprendido y feliz de que ella fuera la primera en acercarse.
“Hoy es el cumpleaños de Linda, ¿verdad?”
“Si” respondió algo desanimado.
“¿Irás a su casa?”
“Si.”
“Entonces…”
“Si, sí, sí. Ya sé, lo haré.”
Ahora estaba molesto; bajó su mano y volteo la mirada. Aun así, sus movimientos se mantenían relajados, caminaba como si no sintiera el roce del viento. Era esa parte tan pasiva de su personalidad, en contraste con sus palabras y pensamientos, la que había llamado la atención de Bry cuando se conocieron.
Sin importar lo que pasara a su alrededor, que tan herido resultara, que tan asustado o molesto estuviera, Leroy siempre mantenía la calma. Sus emociones se limitaban a expresarse en su rostro y su voz, sin afectar el resto de su cuerpo. Aunque esto no significaba que callaría sus opiniones, él siempre dejaba claros sus límites y sus disgustos, era incluso capaz de gritar y pelear a puño limpio con otros manteniendo su cuerpo completamente flojo, su presión baja y su mente clara.
Al ver la decepción en el rostro de su único amigo Bry se detuvo frente a él, volvió a asegurarse que nadie conocido más que su hermana estuviese alrededor y tomó su mano derecha entre ambas suyas, llevándola justo bajo su barbilla, casi tocando sus labios.
“Gracias. Se que te pido mucho pero pronto terminará todo, lo prometo. Especialmente ahora que Erick está cerca. Volverá a ser como antes.”
“No es tanto” su rostro enrojeció “y no es tan difícil” suspiró “es sólo que…”
Repentinamente Bry soltó su mano y se apartó, de vuelta al lado de su hermana, cortando las palabras de Roy. Él preocupado miró para todos lados hasta encontrar el motivo, Linda se encontraba un par de calles tras de ellos. Miró su mano, miró a Bry, apretó los dientes, cerró el puño y siguió caminando como si nada hubiese pasado.
Mitzi que había presenciado todo a la distancia le susurró a su hermana al oído.
“¿Está todo bien?”
“Como siempre.”
“¿Segura?”
Bry observó a Leeroy, su andar despreocupado combinaba hermosamente con la suave luz de la mañana, resaltando entre el bullicio del resto de la gente. De no examinarlo detenidamente la tensión en su mano y su boca pasarían desapercibidos. Cruzaron miradas por un par de segundos.
“Si, lo estoy.”
“¿Por qué no lo invitas a la casa esta tarde? Yo saldré con mis amigas, y papá y mamá volverán hasta mañana de su reunión, estarás sola en casa, nadie la verá. Nadie que importe al menos.”
“Bueno… ¿Y si mejor me ayudas a verlo mañana?”
“Bien, pero me debes comprar algo a cambio.”
“Hecho.”
Las hermanas rieron, sellando su acuerdo. Viendo la sonrisa de Bry a la distancia Roy relajó su quijada.
Linda se acercó corriendo, saltando a su espalda, ahora su atención estaba en ella, esforzándose para quitar sus ojos de Bry, fingiendo no querer caminar a su lado.
Ya en las puertas de la escuela. Bry vio llegar a Erick, felizmente corrió a saludarlo mientras la motocicleta en la que venía se alejaba.
“¡ERICK! Buenos días.”
Él no respondió, se encontraba muy abrumado por la energía de la niña como para responder, le costaría un tiempo el acostumbrarse al brillante aprecio de alguien más allá de sus dos tutores.
“¿Quién era la persona que te trajo?”
“Oh” recuperando control de sí mismo, estaba más que contento de poder hablar de su familia “él es mi primo Jake. Es quien me cuida y todo.”
El rostro de Aubrey se tornó pálido, triste y con la mirada baja, sintiendo una fuerte punzada en su pecho.
«Entonces Jake se quedó con él»
Soltó un fuerte suspiro antes de recomponerse y empujar alegremente a Erick hacia adentro de la institución.
“Vamos antes de que nos cierren la puerta.”
“Ok…”
Erick la miró con preocupación, su reacción inesperada lo había dejado desconcertado.
Tras pensarlo por un par de minutos llegó a la conclusión de que Bry sentía lástima por él, por ser huérfano o bien haber sido abandonado por sus padres, algo fácil de asumir dado que otro familiar era su responsable.
Esa clase de pensamientos normalmente lo molestaban, la mirada de superioridad que otros ocultan bajo palabras gentiles por la supuesta lastima siempre le habían resultado repugnantes. Sabía que mientras lo llenaban de halagos ambiguos con dobles significados esas personas se alababan a sí mismas por no estar al mismo nivel que él, pensando en lo afortunados que eran al no ser sus iguales, al no sufrir como él.
Al final de cuentas, la lastima siempre trataba de ellos mismos, sus egos y lo maravillosa que su vida resultaba en comparación de alguien desafortunado como él. Pero con Bry no parecía ser así, había algo en la forma que lo miraba que lo hacía sentir genuinamente apreciado, similar a como se sentía estando con sus tutores.
Jake llegó a la estación de policía del sur de la ciudad de Xipe, arregló su corbata antes de entrar, expectante a la reacción de sus compañeros para confirmar si quienes sospechaba lo habían atacado. Sus pensamientos, imposibles de descifrar tras su alegre rostro.
“Buenos días a todos.”
“Buen –”
El jefe de policía que pasaba cerca de la entrada, humano de ascendencia afro, tez oscura y cabello rapado con parches canos en sus patillas, notó los rasguños en su rostro. Aunque habían mejorado mucho desde la noche anterior había dos que aun resaltaban, el que cruzaba su nariz y aquel sobre su labio, enmarcados por su blanca piel, pero esto no era lo que había llamado más su atención.
“Señor Yang, ¿por qué hay un gato a sus pies?”
Lady estiraba sus patas delanteras, llevando su peludo cuerpo hacia atrás entre sus piernas. Jake la levantó con cuidado para mirarla a la cara.
“Ella debe haberme seguido desde casa. Ya es algo tarde para llevarla de vuelta.”
“Bueno, solo mantén, ESO vigilado” otros oficiales habían llevado cosas peores a la oficina antes, ya nada le sorprendía “sobre todo porque vas a revisar un cuerpo con Arles.”
El oficial Arles, un detective humano con gran experiencia, rígido con sus pares y muy diligente y eficaz en su trabajo, se metió entre ellos al escuchar tales noticias.
“¡¿Por qué yo?! Ya le mostré las instalaciones ayer. Además, no creo que esté en condiciones de ir.”
Los ojos de Arles se abrieron con gran sorpresa al mirar a Jake, como si no esperara que estuviese en tan buen estado, como si supiera que algo le había pasado. Al ser uno de los compañeros de los que Jake sospechaba su reacción no pasó desapercibida.
Jake discretamente empleó una de sus habilidades, ver a través del alma de las personas para discernir sus pensamientos a través de sus emociones y sus impurezas. Siguió hablando con el jefe sobre su asignación, jugando con las orejas de Lady para disimular.
«¡¿Qué?! ¡¿Cómo?!»
Confusión.
«Con la paliza que le dieron, al menos debería tener una costilla rota»
¿Preocupación? No, ansiedad combinada con remordimiento y desconcierto.
«Quizás él ES lo que pensaban… No sé de qué otra manera tendría solo un par de rasguños»
Miedo, enojo, más ansiedad, más culpa, y algo de decepción, consigo mismo y con Jake. Finalmente, la culpa dominó al resto de las emociones.
Para Jake esto era una confirmación de su papel en el ataque. Mirando su placa supo que él había sido el que cubrió su cabeza para que los demás lo golpearan.
“Ugh… Está bien, pero no seré su niñera ni nada, tendrá que seguirme el ritmo.”
El jefe les entregó los papeles del caso y ambos se dirigieron al estacionamiento para abordar una unidad. Arles conducía mientras Jake iba en el asiento del copiloto con Lady en el asiento trasero, durmiendo sobre el saco de Jake.
Al llegar a la escena el gato permaneció en el vehículo mientras el personal policiaco en el sitio complementaba la información, obtenida hasta entonces de la escena y los vecinos que los oficiales respondientes habían entrevistado previo a la llegada de los detectives.
La víctima había sido identificada como Jane Dawn mediante pruebas de ADN, reportada como desaparecida una semana antes de que se encontrara su cuerpo. El estado de descomposición marcaba su muerte cuatro días atrás. Los vecinos reportaron un fuerte olor a carne podrida viniendo de una de las casas deshabitadas de la zona, llevando a su descubrimiento.
Una oficial de la especie de los goblins, rara vista en una ciudad de dominio humano, de piel verde brillante y estatura alta para los estándares de su especie, llevó a los dos detectives dentro de la escena del crimen. En el camino explicó la condición de la víctima, visiblemente perturbada por ello.
Entraron a la habitación donde se encontraba el cuerpo de Jane, ambos observando fijamente el escenario mientras la oficial hacía lo posible para evadirlo.
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