En el pueblo de Starlim, en la avenida G, sitio algo desatendido, que se conecta con la avenida principal, dos chicos estaban en medio de un amplio callejón, uno de pie y el otro encorvado. El moho había domado el lugar, increíblemente, hasta habían crecido algunas flores de pétalos blancos.
Sobre el pavimento desgastado y lleno de manchas negras, en su mayoría mugre con algo de petróleo, se esparcían desperdicios y, en general, basura. Había muchos barriles, algunos con agujeros y otros parecían haber sido destruidos luego de una agitada pelea; el aroma del vino aún se sentía, no había traspasado varios días desde su presencia en el lugar, no más de dos.
Para su suerte, Zhì Yuè siempre llevaba consigo un producto mágico llamado El Mejor Aroma; este producto permitía que su empleador convierta la esencia del frasco a su fragancia favorita y soltaba aroma por sí solo, midiendo siempre la necesidad del portador. La ventaja del producto era que su forma podía variar, Zhì Yuè lo llevaba consigo como una insignia.
— ¿Estás mejor? —consultó Zhì Yuè. Su mano sostenía la larga cola de Kiriya, mientras este último vomitaba al interior de un bocoy, de madera extremadamente oscura—. Bro, en serio, disculpa, no creí que tampoco soportaras viajar en tren.
Kiriya lo miró con tristeza. Sus ojos parecieron reflejar sentimiento por un segundo, pero se esfumó rápidamente.
— No importa —pronunció con dificultad. Se limpió con un pañuelo, pensando que eso sería todo. No obstante, su cuerpo se aferró a la sensación de mareo y empezó otra ronda.
— ¿De dónde sale tanto? Temo que, si sigues así, lo que saldrá después será tu corazón. —Kiriya llevó rápidamente su mano al pecho y se aferró en esa zona—. No te preocupes, solo era una expresión, no es que realmente se salga; eso nunca ha ocurrido.
«Es sencillo engañarlo. Qué bueno que no terminó con alguien malvado», caviló Zhì Yuè.
— Kiriya, hoy te enseñaré a bromear.
— ¿Tiene que ver con nuestro trabajo?
— Nop. Pero tiene que ver con tu desenvolvimiento social. No tienes que ser gracioso, eso es innecesario; lo que debes aprender es a diferenciar la sátira entre la verdad.
— Entiendo.
— ¿Te puedo preguntar algo?
— Adelante.
— ¿Qué opinas de los sentimientos?
— ¿Los sentimientos?
— ¿Sabes qué son?, ¿crees que son importantes?
— Mencionaste algo… ¡urgh!, ¡urgh!, …similar, lo recuerdo —respondió con dificultad. Luego, respondió su pregunta—: Solo en definición... ¡Urgh!
— Será mejor que no utilices la máscara por ahora, el olor quedará impregnado.
Por su larga cabellera rojiza, Zhì Yuè era una persona que vestía un largo traje negro de ornamento dorado. Sus túnicas no eran nada conservadoras, se orientaban a ser holgadas y abiertas, en donde exhibía piel. Su túnica interior era blanca, y dos largas telas cubrían su brazo izquierdo, y, debajo, se pegaba a su cuerpo una larga manga negra, moldeándolo; sobre su brazo derecho se extendían telas de un color concorde al dorado, y, en esa parte de su cuerpo, su piel estaba descubierta. Cuando movía su brazo, las telas se dividían en dos y dejaban al descubierto su pálida dermis.
Zhì Yuè le consiguió ropa cómoda a Kiriya. No solo se enfocó en su bienestar, sino que también en sus emociones. Yamagata era un lienzo negro, necesitaba de motas arcoíris para brillar, entonces, para jugar con la profundidad oscura de sus ojos y cabello, Zhì Yuè lo vistió de celeste y blanco, con joyas para su mano y orejas. Con ese cambio, se veía vivo y seguro, con algo de personalidad.
Zhì Yuè había sujetado su larga y desordenada cabellera en una coleta, para eso, le hizo algunos cortes y probó uno que otro estilo. Y, por su seguridad, cubrió su rostro con una máscara blanca. Su apariencia era la de un joven amo de una buena familia, y la de un cadete preparándose para enlistarse. Su mirada huidiza y carente de sentimientos se había transformado en un arma de atracción para las damas. Al verlo cambiado, Zhì Yuè le lanzó un par de silbidos y guiños para animarlo y orillarlo a manifestar alguna emoción, pero Kiriya se mantuvo seco como la arena.
Ambos caminaron por el pueblo Starlim. Antes de llegar, Zhì Yuè imaginó que sería un lugar aislado y poco urbanizado, pero era todo lo contrario, Starlim lucía como una ciudad, al parecer, estaba en camino a ser una. Eso sí era interesante.
— ¿Eso es comida? —preguntó Kiriya. Se detuvo y miró hacia el ventanal de una tienda. Esta exhibía postres, como pie de arándanos, panes dulces y tartaletas—. Se ve como… Está muy decorado. Es como la joyería.
— Dicen que la comida entra por los ojos; por ello, lo hacen lo más hermoso posible; aunque, de todas formas, la gastronomía es un arte. —Lo meditó unos segundos—: Tal vez, ambos puntos son explicaciones y acciones beneficiosas para la venta. ¿Quieres probar?
Kiriya negó, pero su estómago rugió con fuerza. Inquieto, se disculpó cordialmente con Zhì Yuè, inclinando su cabeza y extendiendo sus brazos.
— Ya gastó dinero en mí. No necesito nada. No comeré estos días hasta trabajar lo suficiente.
— ¿Pero qué dices? ¿No comerás estos días? ¿Quieres morir? Y no me hables de “usted”, somos de la misma edad.
Kiriya asintió y habló:
— Mencionaste necesitar dinero para tu casa en la catedral. Eres amable. No quiero generar gastos innecesarios.
— … Creo que no te lo dije, pero… yo soy rico.
Kiriya lo observó con una expresión ausente. Se preguntó: «¿Rico como los Kaer? —Zhì Yuè le sonreía—. Riqueza: Maldad. ¡Es malo!»
— El dinero no es problema —continuó explicando Zhì Yuè—. No provengo de una familia noble o de un clan reconocido. Yo amaso mi fortuna con trabajos de este tipo. Ah, lo olvidaba, y tengo una empresa. Lo que estoy haciendo ahora es acumular dinero por si se aproxima otra guerra, ya existen algunos rumores al respecto. Y, bueno, eso y porque estoy buscando a alguien…, luego te contaré sobre eso ¡Entonces!, dejando todo de lado, ¿querrás algún bocadillo?
El vientre de Kiriya volvió a rugir con fuerza, respondiendo por él.
— ¡Tomaré eso como un sí! —aseveró Zhì Yuè, tocando suavemente el hombro de Kiriya. Este último aún no se acostumbraba al buen trato, así que cerró sus ojos como si lo fuesen a golpear. Zhì Yuè se alejó rápidamente avergonzado—. ¡Lo siento! Creo que debo cambiar mi forma de actuar contigo. Intentaré no tocarte de esa forma; es más, no volveré a tocarte. Discúlpame… Bueno…, ¿entramos?
Kiriya tocó su hombro como si buscará algún tipo de daño, luego, asintió tranquilamente.
La entrada de la pastelería brillaba en marrón café; “Bombonami”, se llamaba. La doradura de las letras resplandecía en un fondo negro algo desgastado. El cartel estaba rodeado de un borde dorado de margaritas envueltas en líneas rectas. El vidrio era tan reluciente que el reflejo se construía sin obstáculos.
El interior era cálido por la gracia de los hornos. Un aroma abría el apetito y mecía al cliente hacia la paz y suavidad, algo de confort se adueñaba sigilosamente del trato, y envolvía, en la dulce vainilla, la amargura y el estrés.
Zhì Yuè se puso atento con Kiriya, notó que sus ojos habían acogido cierta sorpresa e interés; se rio en silencio; era como un niño impresionado por las burbujas.
— Buenas tardes. Deme una tarta red velvet; veinte galletas linzer para llevar; una tarta pavlova y una orden de cuatro waffles con toppings de chips de chocolate, helado de limón y trozos de fresa.
El vendedor, un hombre robusto, de nariz regordeta, mejillas rojas y piel blanca, con cabellos del color del cobre, y una apariencia risueña y melosa, lo observó con intriga. Rio un par de veces; su barba se meció junto a cada “jo”, “jo”, “jo”.
— ¿Te conozco? —consultó el hombre. Se limpió la harina con un pañuelo blanco—. Creo que te he visto.
— No lo creo. No lo recuerdo —respondió Zhì Yuè.
— Tú eres el que salió en la portada de la revista semanal de magos…, ¿cómo se llama?, mi hija para hablando de eso. ¿Trina? No. Era algo con “va”, va…, va, Triva…, ¿Trivatus?, ¿Trivapus?, ¿Trivalus?
— Trivanus. Se refiere a la revista Trivanus. Sí, salí en la portada.
— Leí que usted quiso participar como defensor de la patria, pero se le negó el puesto por la edad y porque el líder de Mermaid Wings se lo prohibió. El Consejo de Magos tampoco estuvo de acuerdo. Fue una mala fortuna. Con usted en el campo, hubiéramos tenido menos bajas. ¿Ahora qué hace por aquí? ¿Vine a resolver algún caso? ¡Ah, no me diga que viene por lo de Salamandra de Hielo! ¿Y él…? —cuestionó, mirando a Kiriya—. Oh, había escuchado que últimamente viaja. No imaginé que tuviera un nuevo compañero. ¿Cuál es su nombre?
— Me llamo Yamagata Kiriya. Mucho gusto. Espero ser un cliente de su agrado.
— ¡Oh, es muy educado! Los de Mermaid Wings siempre son así de amables y educados a pesar de ser desastrosos. Debes ser nuevo en la comunidad, nunca había escuchado tu nombre. Por sus esfuerzos, la casa invita. ¡Qué los Cuatro Elementos les brinden fuerza! ¡Jojojo!
— Gracias, señor —articuló Zhì Yuè—. Disculpe, ¿tendrá la revista Trivanus por aquí? No he tenido tiempo de leerla.
— ¡Claro, JAJAJA! ¡Debes estar muy ocupado! ¡Los jóvenes de ahora paran en todas! ¡Yo le prestaré el mío! ¡Jojojo! ¡Llamaré a mi hija, por favor, siéntese; ahora se la traigo!
Ambos jóvenes se acomodaron en la tercera mesa cercana al ventanal. El lugar no estaba tan lleno; en el primer piso, había diez personas.
— ¿Posaste para una revista? —preguntó Kiriya.
Zhì Yuè lo miró con sorpresa. ¿Kiriya estaba burlándose de él? ¡Eso sería bueno! Si era así, entonces aún conservaba algo de humanidad.
Kiriya parpadeó y le lanzó una mirada introspectiva. Zhì Yuè lo entendió.
¿En serio Kiriya estaba pensando qué él era ese tipo de persona?
«Para no entender nada, asume cosas muy rápido», evaluó Zhì Yuè.
— No es como crees que es —corrigió tranquilamente, pero sin evitar gestualizar un mohín—. Nunca me pidieron participar en eso. Me tomaron una foto cuando estaba de paso. No fue consensuado. El reportero aprovechó que estaba cerca de… ¡Aj, ni siquiera vale la pena mencionar su nombre! —dijo molesto. No quería recordar ese día—. Como sea. No sé de dónde sacaron eso de que quise participar en la guerra. Si esa información se está divulgando, mi maestro debe estar enfadado, más de lo que creo que ya está… ¡Ah! Kiriya, Kiriya, ¿qué opinas de escapar juntos y perdernos por siempre?, así no afrontaré regaños —y rio nerviosamente—. Si ves que un señor me quiere pegar, promete que me protegerás. Y si ves que un gran conejo me persigue, ve por mí y escóndeme.
— ¿Un gran conejo? Tú… No te conozco del todo, pero creo que debes regresar a tu hogar. Sobre los regaños, si te pegan, pégales. Si no te defiendes, entonces… intentaré golpearlos.
Zhì Yuè gestualizó una expresión blanca.
— ¿De dónde aprendiste eso? —preguntó, intuyendo la respuesta.
— De ti.
— Ah —denotó, ligeramente ofendido. Segundos después, apoyó su cabeza en la mesa—: ¿Mi hogar…? Supongo que es la palabra correcta… —De pronto, alzó su mirada y regañó a Kiriya—: A eso me refiero, tú no entiendes las bromas. Lo que dije, eso de perdernos por siempre y no afrontar regaños, era broma. Solo lo dije para amenizar mis penurias, ¿entiendes?
— ¿Lo dijiste para consolarte?
— Sí, algo así.
— Entiendo.
— Por cierto, ¿qué es Mermaid Wings?
— ¡Ah! ¡Ay, verdad! ¡Qué tonto soy! ¡Nunca te expliqué eso! Espera, esto cambia todo.
«Otra de las razones, por las que pensé que me seguía, creí que derivaba de su interés por integrarse a Mermaid Wings».
El semblante de Zhì Yuè se tornó algo decaído e incómodo.
— Kiriya…, ¿tú de casualidad…?
Kiriya sintió algo alarmante recorrer su ser. La fuerza del aire había cambiado.
— ¡Abajo! —gritó Kiriya, abalanzándose sobre Zhì Yuè.
El ventanal del establecimiento produjo un horrible sonido. El vidrio se rompió y un armamento gigante atravesó el cuarto hasta llegar a la cocina interior, destrozando todo a su paso.
Comments (0)
See all