“Léi Gāng, Lún Lǐ” lo llamaban sus íntimos en Běifāng Zuànshí. Y Fú Nán gimoteó el sobrenombre sin querer, el pánico era quien hablaba.
El joven guerrero no se sobresaltó.
¡Aquella reacción! ¡¡¡Esa era la reacción!!! Así es como su familia debió reaccionar con su llegada.
Léi Yǒnghuā había llevado una educación llena de valores y autocontrol. Se tragó su enojo y no apartó a Fú Nán de una patada, como otros lo hubieran hecho en la época. Pero, por el calor de la situación y la preocupación que sentía por Bǎo Zhì, su querido Lao Shi, su cuerpo se mantuvo rígido y ajeno, mostrándose frío ante el saludo del pequeño y atemorizado asistente.
— ¿Dónde este criado debe sugerirle a la tierna Léi Xuěyún que armen el campamento? —preguntó Fú Nán.
— Léi Jūn es la Ama y Señora de Běifāng Zuànshí. Ella sabrá qué hacer. Eso es todo. Vete a traer a Hú Róu.
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