Asustados, los hermanos salieron de sus habitaciones para investigar qué estaba ocurriendo, pero Konstantino los detuvo antes de que pudieran salir al patio.
— Quédense aquí. Yo hablaré con ellos. —
Con una mezcla de miedo y determinación, Konstantino ordenó a Mishka que vigilara a sus hermanos, quienes aceptaron no por temor a ella, sino por respeto a su autoridad.
Konstantino salió del castillo y caminó hasta el puente donde los Malakais esperaban, claramente enojados.
— ¡Calma! Por favor, calma. Ya estoy aquí. Díganme cuál es el problema. —
Tarok dio un paso al frente y respondió con su voz grave y ronca:
— ¡Konstantino! ¡Los Feralis nos están molestando! —
Konstantino, confundido, preguntó de qué hablaba.
— ¡Gente perro y gato poner campamentos frente a nuestras tierras! ¡Nos están invadiendo! —
— ¿Qué? —
Tarok explicó que los Feralis, un grupo que habitaba en las tierras cercanas, estaban instalando campamentos en territorio que los Malakais consideraban suyo. Pero Konstantino seguía sin entender del todo.
— ¿Por qué están allí? ¿Qué buscan? —
— ¡Nosotros no saber! ¡Pero si no se van, atravesaremos sus cabezas en nuestras lanzas! —
El tono de Tarok era cada vez más amenazante, y los Malakais comenzaron a corear "¡Cabezas en lanzas! ¡Cabezas en lanzas!" Konstantino levantó las manos, intentando calmar a la turba.
— Está bien... Ordenaré a los Feralis que regresen a su territorio. Ahora, por favor, vuelvan a sus asentamientos. —
Los Malakais comenzaron a retirarse, repitiendo su amenaza mientras se alejaban.
Al regresar al castillo, Konstantino fue recibido por una avalancha de preguntas de sus hermanos, pero él, abrumado, les dijo que no se preocuparan, que todo estaba bajo control. Sin embargo, no les dio detalles para evitar que intervinieran.
Louisse, Francois y Linway se reunieron en privado para discutir lo que habían escuchado sobre los Feralis. Aunque Louisse seguía sin interesarse demasiado en la política del reino, propuso volver a la montaña donde había conocido a Celeste, la jinete de dragón, para preguntarle si sabía algo sobre el conflicto. Por supuesto, era más una excusa para verla de nuevo que una verdadera misión.
Linway, por su parte, decidió ir a hablar con los Malakais para obtener más detalles sobre el problema, mientras que Francois optó por visitar a los Feralis y averiguar su versión de los hechos.
Los tres hermanos se despidieron, tomaron sus armas —Louisse con su lanza tallada, Francois con su hacha de batalla y Linway con su garrote de madera oscura— y se separaron, cada uno decidido a investigar por su cuenta para después reunir piezas
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