Por otro lado, durante la mañana y justo antes de que sus hermanos se marcharan, Louisse y Sombrita ya se habían encaminado al campamento de Celeste, aunque el camino no era corto. Al menos, cuando alcanzó al dragón, corrió unos cuarenta minutos, lo más rápido que jamás corrió en su vida, más el tiempo que le tomó escalar, era bastante...
Esta vez, aprovechando que iban desde temprano, simplemente decidió caminar apreciando la fauna y flora local... Louisse solía tomar un diente de león y soplarselo en la cara a Sombrita como una pequeña broma, y cuando esta se notaba enojada, este le sonreía y le hacia cosquillas, terminando ambos jugando en el camino.
De pronto, su camino se vió ensombrecido como si la misma noche hubiese caído sobre ellos, pero si bien, la silueta en el suelo se asimilaba bastante a la de el dragón de Celeste, que destacaba por su reducido tamaño, al voltear al cielo divisaron algo igual de peligroso, pero más salvaje para muchos: Un grifo, el cual anunciaba su presencia con el propio chillido de un águila...
Esta vez, sombrita se veía más asustada qué curiosa, pero Louisse sonrió y enseguida gritó — ¡Ohh! ¡Señor grifo, es usted... Pensé que no lo vería de nuevo! — Mientras, comenzaba a correr detrás de él con alegría: Resulta que aquella criatura destacada por su cuerpo de león pero cabeza de águila y alas, anteriormente había intentando llevarse a Sombrita, y Louisse logró, según el, "convencerlo", de soltarla y marcharse... Ahora, volaba a toda velocidad en el aire, tan rápido que esta vez, no podía seguirle el paso, y ambos, Louisse y Sombrita, decidieron dejarlo ir, mientras se detenían a sentarse a descansar, completamente exahustos mientras veían a aquel grifo atravesando los cielos, perdiendolo de vista tras algunos árboles... Para Louisse, un encuentro emocionante, para sombrita uno aterrador...
Pero para Celeste, quien se encontraba en el camino de el furioso grifo; una tragedia...
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