Junto a él se encontraba una mujer con delgadez esquelética, con una apariencia igual de demacrada que el cadáver que había presenciado ese día, y posiblemente igual de viva.
Tras de ella una enorme figura negra, más profunda aún que la oscuridad que los rodea, curvada con su cabeza tocando el techo por su gran tamaño.
Su apariencia era descoordinada, como tratando de imitar a varias criaturas a la vez, una melena leónica, nariz chata similar a la de un murciélago, gigantescas manos palmeadas terminando en garras indistinguibles de sus dedos, ojos frontales con forma semejante a la de los pescados, completamente negros con un lustre intenso que los distinguía del resto de su áspero cuerpo; enormes y afilados colmillos que brillan con una blancura artificial, siguiendo la forma de su boca curvada a tal punto que las comisuras retornaban hacia sí misma, encuadrando una boca de un color rojo profundo, sin labios.
Todos los entes similares que Jake se había cruzado despedían un aroma a azufre muy potente, pero este le parecía en particular desagradable, a tal punto que le costaba procesar su apariencia a consciencia.
Su piel parecía ser succionada por sus huesos, picos afilados saliendo de sus articulaciones y de su clavícula, con un torso humanoide, sus brazos eran desproporcionadamente largos a comparación de sus piernas, le recordaban a los orangutanes, pero con una exageración grotesca, sus pies reminiscentes de las aves rapaces, su figura exagerada era tan delgada como la mujer cadavérica frente a eso.
Ahora estaba seguro, se trataba de un demonio Diagvelia, seres capaces de poseer humanos y usarlos como herramienta para potenciar sus propios poderes y devorar almas de otros sin necesidad de hacer tratos directos con ellos. Esos seres eran derivados de los pecados capitales y por tanto poseían poderes reminiscentes a ellos.
Lo único que necesitaba confirmar ahora era la identidad de aquella mujer, en más de un sentido.
Jake se levantó rápidamente de los viejos asientos del tren listo para hacer frente a la entidad frente a él. Lanzó su primera estocada directo a la mujer, la cual se evaporó ante su cuchilla.
«¿Una ilusión?»
El segundo que le tomó confirmar sus sospechas aquella amalgamación de color negro se apresuró tras de él, lanzándose con un fuerte garrotazo que Jake apenas logró evadir, parcialmente, siendo arrojado a los asientos con un rasguño en el rostro y otro en el brazo derecho, sangrando profusamente, su espada cayó al suelo mientras el Diagvelia se reía frenéticamente.
Determinado a destruir al ente se comenzó a quitar uno de sus guantes, pero se detuvo al darse cuenta de que se encontraba en el suelo frente a la puerta abierta de un tren ahora detenido en la terminal, confundido, el Diagvelia aprovechó para acertarle otro golpe lanzándolo a las ventanas de la estación, quebrando el vidrio templado con el impacto de su cuerpo.
Mientras el demonio se lanzaba sobre el joven una luz y un destello metálico se apresuraron entre ellos. Una enorme hacha de doble filo, con dientes aserrados en su parte superior e inferior, que emitía luz propia similar a aquella de la espada cristalina de Jake, corto a la mitad al Diagvelia usando la fuerza de su propio impulso, su risa tornándose en un grito de agonía.
Con la salpicadura de la sustancia negra del interior del demonio en todo alrededor la estación se sumió en silencio, escuchándose solo la puerta del tren intentando cerrarse sobre la espada de Jake.
“YIKES” el chico sosteniendo la enorme hacha se quejaba en disgusto ante el líquido negro que lo ensuciaba.
Reconociendo la quejumbrosa voz familiar, Jake llamó el nombre del mayor de sus primos, que le seguía en edad con 16 años, mientras recuperaba la compostura y realinea sus poderes para poder ver claramente entre la oscuridad.
“¿Cloud?”
“¡Jake! Al fin.”
Reabsorbiendo su arma en su mano, el adolescente vestido con un pants, una sudadera a juego, una playera de basquetbol, de cabello rubio y ojos verdes corrió al lado de su familiar con gran alivio. Jake se puso de pie, aun sangrando de sus heridas, viendo las manchas negras desvanecerse en el aire supo que algo no estaba bien.
“No guardes tu hacha aún, no ha terminado.”
“Pero yo acabo de-”
Al ver a su alrededor se encontraron en un escenario diferente, un laberinto de habitaciones sin final visible, muy parecido a la cabaña que el oficial había visitado con su compañero más temprano ese día. Las paredes estaban llenas de cuadros decorados con el Diagvelia que acababan de enfrentar, partes de su desorganizado cuerpo mostradas en algunos como ojos, bocas, brazos, etc.
“¡¿Dónde estamos?! – Cloud gritó asustado.”
“Es una especie de mundo ilusorio” Jake llamó a su espada con un gesto de su mano, la recargó en su hombro y siguió analizando su entorno “es la forma en que la pereza se defiende. ¿Qué es lo último que recuerdas antes de que nos encontráramos?”
“Déjame pensar…”
La mente de Cloud se dirigió directamente a la mañana, acababa de llegar a la ciudad de Daevalli junto a su mejor amiga con la esperanza de, justamente, encontrar a Jake para pedirle un par de favores bastante grandes.
En sus recuerdos.
Su amiga Cloe era una linda chica de tez morena, rasgos redondos, suaves, que denotaban su ascendencia afro e indígena americana, un continente que aparecía en uno de los cuatro universos originales que conformaron la convergencia. Su cabello rizado comenzaba negro en su raíz y se tornaba purpura conforme crecía, llegando incluso a tener un tono magenta en las puntas.
Sus ojos eran grises encapsulados por lentes metálicos directo sobre sus iris, resaltando ocho líneas cruzadas sobre su pupila que daban un destello azul. Ella no tenía mucha experiencia viajando, ni siquiera dentro de su propio pueblo donde también residía la familia de Cloud, por lo que se la pasaba viendo por la ventana de cualquier vehículo que ambos abordaran.
Cuando ambos llegaron al tren Cloud examinaba un mapa para turistas de la ciudad, Cloe lo observaba analizando aquel papel con curiosidad. El chico, que sintió su mirada, decidió romper el silencio.
“Mh… creo que estamos en el camino correcto.”
“Puedo usar mi GPS si quieres”
“No, podrían encontrarnos si haces eso” dobló el mapa “Además, estoy seguro de que si no llegamos a Jake él llegará a nosotros. Tiene esa clase de sexto sentido.”
Cloe lo miró fijamente, pensando en el significado de sus palabras, con una cara generalmente neutral, salvo por sus enormes ojos que la gente percibía como tristes, como siempre sus expresiones en extremo sutiles.
*Oh, ya veo…”
Poco después de eso él se quedó dormido, arrullado por los movimientos del tren.
De vuelta a su conversación con Jake.
Ambos caminaban por los oscuros pasillos usando sus armas como si fueran linternas, el hacha de Cloud encogida, diminuta, flotando sobre la palma de su mano emitiendo un fuerte destello, la espada de Jake con un brillo más sutil recargada en su hombro.
“Estaba buscando tu casa con Cloe y de repente todos desaparecieron.”
“Espera, ¿Cloe? ¿Esa Cloe? ¿LA Cloe? ¿Y sabe dónde está mi casa?” con cada palabra el joven se acercaba más a su primo, entusiasmado.
“Si, incluso tenemos un mapa y todo-”
“¡GENIAL!”
Jake se emocionó ante la oportunidad revelada, incluso su espada que, alzaba en el aire, brilló con más intensidad. Cloud se enfocó en evitar la afilada hoja, alejándose un poco.
“Klaus llegó hoy, si logra traerlo hacia mi podríamos escapar fácilmente.”
Cloud se mostró irritado al escuchar tal nombre, sin ocultarlo se volvió a acercar a su primo.
“¿Ese idiota todavía está contigo?” Jake lo miró levantando la ceja.
“Vamos, sé que no te agrada, pero-*
“Y yo sé que lo amas, pero por favor, es un idiota.*
Amor, el profesar tales palabras hacía que el rostro de Jake se tornara completamente rojo, varias emociones y pensamientos atravesándolo. Era verdad, la persona que amaba estaba de vuelta después de un largo tiempo ausente, la idea del reencuentro, pensar en cómo recibirlo, qué le diría, cómo lo saludaría Klaus a él, ese nerviosismo que había intentado evitar desde la noche anterior combinado con la descarada burla de su primo lo avergonzaba bastante.
“Olvídalo” la voz de Jake temblaba “Vamos a explorar el lugar.”
Viendo el intento de su primo por cambiar el tema, sus melosos pensamientos se volvieron obvios para Cloud.
“¿Por qué actúas así? No es como que te vayas a declarar de nuevo.”
Jake no contestó y solo siguió caminando.
“¿Y qué estamos buscando exactamente?”
“Sus víctimas más recientes” Jake se relajó nuevamente “Deberían estar aquí en algún lugar, quiero decir, sus almas al menos.”
Usando su capacidad para detectar esencias Jake escaneo sus alrededores antes de decidir que ruta seguir.
“Necesito confirmar algo.”
Tras de ellos, los cuadros se agitaban, algunos siguiendo sus movimientos con la mirada mientras otros escurrían fuera de los marcos.
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