— Ya, ya... Toma otro paquete — Dijo Celeste, arrojandole una bolsa entera de carne a Wavenstorm, su dragón de escamas azules, el cual, con un solo bocado la devoró...
— Están tardando demasiado... ¿Que podría haber pasado? — Se preguntó, mientras acariciaba a su dragón en el mentón... Era enorme, eso sí, pero apenas superaba el tamaño de un elefante, y este reposaba sentado mientras, igualmente, analizaba los alrededores como Celeste...
Enseguida, un dragón aún mas pequeño, del tamaño de un león, aterrizó frente a Celeste
— ¡Varus! Ya me habías preocupado, ¿Donde estabas? — Preguntó Celeste, mientras se acercaba a un lado del jinete
Un chico aún más joven que Louisse, de unos catorce años, era quien montaba aquel dragón. El dragón era bastante pequeño, de escamas suaves en color verdoso, mientras que el joven parecía tener unos ojos verde turquesa, los cuales se escondían debajo de aquel casco con forma de dragón, el cual nunca decidía quitarse. Su ropa superior eran harapos largos, una capucha de mago, y en la parte inferior, unos shorts parecidos a los de Celeste, acompañados por unas botas de cuero.
— Lo siento... Hyenaris no quería obedecer, y terminó comiéndose a una oveja en el camino... — Confesó apenado y triste, el joven jinete de dragónes "Varus"
— Ahhh... Escucha, entiendo que eres un niño pero, debes aprender a controlarlo, o sino, verás tu muerte en sus fauces — Reprendió Celeste a su compañero, el cual solo bajaba la cabeza con tristeza
Celeste le chasqueó los dedos para que levantara la mirada, y una vez este lo hizo, le señaló para acercarse a ella
— Escucha... ¿Que hiciste cuando cuando Hyenaris te desobedeció? — Peguntó Celeste para ayudar al joven
— Pues... Le pedí que se detuviera... Por favor...— Respondió Varus con timidez
Celeste solamente se llevó la palma a la frente, y preguntó — ¿Y que deberías haber hecho? — con un tono de obviedad
— ¿Golpearlo y gritarle qué me obedeciera? — Peguntó de vuelta Varus
Celeste suspiró y contestó — No, Varus. Los dragones no son, ni tus jefes para rogarles por favor, ni tus mascotas para golpearlas y gritarles. Son dragones... Son compañeros. Y ni tu dragón, ni tus compañeros se mantendrán tranquilos, si eres un sumiso cobarde — Regañó Celeste a el joven jinete, quien se miraba abrumado y tenía los ojos cristalinos
— Un jinete de dragón debe ser tan digno de respeto, que incluso una criatura tan majestuosa como un dragón le respete... — Explicó celeste a su compañero
— ¿Y como me gano su respeto? — preguntó Varus
— Siendo alguien respetable.
Si es que soy respetada en nuestro escuadrón, es por mi habilidad y precisión con el arco y mi seguridad al momento de disparar... Nunca apunto mi arco en vano, solamente si decido clavarte una buena flecha en el pecho, apuntaré este arco... Tengo un código, uno que mi dragón seguramente comprende, al saber que si bien, soy alguien tranquilo, tengo la capacidad de destruir si así lo decido — Presumió Celeste con un orgullo digno de los Elfos, aunque sin llevar una sola mentira en sus palabras — Y tu eres un prodigio con la magia ígnea. Un joven mago con la capacidad de quemar un fuerte entero en segundos... Justo como lo haría un dragón...
Hyenaris no puede disparar fuego. Enseñale qué juntos, con su velocidad, su fuerza y tu magia, pueden ser los reyes del cielo — Sugirió con seguridad a su compañero. Ella, al haber sido reclutada a una corta edad, nunca fué tratada con suavidad por el simple hecho de ser una mujer o una niña. Al contrario, era entrenada como todos lo hacían, sin distinción. Entonces, no pensaba en tentarse un poco con el joven jinete, pero tampoco se negaba a enseñarle un poco de todo lo que sabía.
Después de pensar unos segundos y sonreír con determinación ante los consejos de su compañera, Varus apretó con fuerza su bastón de mago y se acercó con seguridad a Hyenaris.
— Hyenaris... Estaba pensando y... Nosotros siempre hemos sido pequeños entre los demás... — Afirmó ante el dragón, el cual le observó con atención, aunque más como si fuese una presa a la cual podría morder en cualquier momento
— Pero... No hay enemigo más molesto y difícil de matar para cualquier guerrero que un... Mosquito hehe...
El ser demasiado grandes, nos haría un blanco fácil, pero...
¡Somos rápidos, y somos letales! Mientras cualquier otro enorme dragón podría recibir cientas de flechas y resultar herido por ser tan grande, tu podrías esquivarlas y no recibir ni una sola de ellas.
Si tan solo me dejaras montar en ti, entonces seríamos el doble de letales... ¡Con tu destreza y mi inteligencia, podríamos derribar cualquier enemigo por más grande que sea! Seremos la flecha... No, ¡Seremos mil flechas! — Dijo con fiereza, y entonces apuntó su bacúlo al cielo — ¡Dejame mostrarte un poco de mi fuerza y entonces decide si soy digno de ti! — Y entonces, disparó una llamarada directo a las nubes, ese enorme y constante fuego, alcanzó tanta altura como ningún mago común podría lograrlo jamás, y el dragón se vió impresionado ante tanto poder en alguien tan pequeño... No conforme a eso, Varus siguió demostrando sus habilidades, y terminó formando una esfera ignea la cual se dispersó en el cielo con una explosión qué mandó a volar decenas de saetas de fuego a los alrededores, en un espectáculo increíble, con una duración breve pero alucinante.
— ¿Puedo ser tu jinete, el día de hoy? — Pidió Varus, y el dragón agachó la cabeza, permitiendo a Varus montarle de nuevo... Enseguida, este alzó el vuelo, pero no como desobediencia, sino para mostrarle a Varus los cielos y la velocidad a la que se movía. Mientras el dragón y el joven se sacudían en el aire, Celeste dibujaba una sonrisa en su rostro, aunque, una pequeña punzada de sensación fría golpeó su mejilla... Había comenzado a llover, de forma ligera, pero no se dió cuenta en que momento las nubes se oscurecieron...
Cuando el dragón descendió al campamento mientras Varus alegremente le acariciaba, y Celeste le veía con una sonrisa de orgullo, más por si misma y lo que enseñó, que por el logro del mismo joven, el cual si bien era básico para ella, aún así se lo atribuía a si misma...
Varus extendió su mano hacia Celeste — ¡Gracias, Celeste! Creí que debía tenerle miedo pero... Parece que, solo hace falta tenerle respeto — Dijo con una sonrisa y bastante animado
Celeste se acercó para darle el apretón de manos, más sin embargo algo detuvo este momento lleno de júbilo;
En un abrir y cerrar de ojos, e ocultado por la reciente tormenta, una sensación fría y ardiente atravesó en diagonal la espalda de Varus, así como el lomo y la cola de Hyenaris...
Un grifo furioso había cortado dolorosamente a ambos, aunque no de forma letal, haciendo uso de sus patas frontales de león, pero lo peor no era eso, sino que, las patas traseras aquellas de águila, habían tomado por los hombros a Varus, y así lo arrebató de encima de su dragón, arrastrandolo hacia el aire mientras le clavaba las garras...
— ¡Mierda! — Exclamó Celeste, mientras desenfundaba su arco, disparó un par de flechas pero, la tormenta y el inesperado aire, unido a la velocidad del grifo y a la precaución de Celeste por no darle a su compañero sin querer, hizo imposible herir al grifo, el cual se alejaba con más velocidad cada vez que Celeste disparaba una flecha... Sin otra opción, subió a su dragón, pero era complicado volar en esas condiciones e intentar seguir al grifo, pero usando sus sentidos elficos logró seguirle el paso con la vista, aunque el grifo era mucho más veloz, ya que se movía cayendo en picada y subiendo, mientras se escondía entre las montañas, logrando esquivar fácilmente a Wavenstorm.
Por otro lado Hyenaris, furioso por el ataque del grifo, comenzó a perseguirlo, más también, comprendía qué atacarlo de forma letal implicaría en la posibilidad de lastimar a Varus, y mientras le perseguía dando mordidas las cuales eran fácilmente esquivadas por aquel grifo, Varus, nervioso y intentando acertar al grifo qué lo sostenía, comenzó a disparar fuego hacía arriba, el cual se dispersaba en todas las direcciones a las que el grifo se desviaba...
Mientras tanto, Kronus, completamente exahusto, buscaba entre su mochila algún alimento... Se había mantenido despierto más de 24 horas, y apenas estaba en la entrada de Feyralinn, atravesando los caminos repletos de cerros y montañas, las cuales formaban una cálida sensación de paz, interrumpida por el agua que caía a mares sobre su cansado rostro... Pero entonces, una imagen alarmante hizo sus instintos despertar enseguida; Lo que para el, era un dragón escupiendo fuego como loco, dirigiéndose a su dirección, era realmente el grifo cargando a Varus, el cual disparaba ráfagas de fuego sin objetivo alguno, tratando detenerlo, pero el cansancio, aunado a la neblina y la tormenta, hizo a Kronus pensar que aquello era un dragón.
— Maldita sea... ¡Cuchillos de hielo! — Conjuró apuntando su bacúlo contra la dirección de aquella silueta, y enseguida varias estacas afiliadas se formaron a su alrededor, disparandose como balas frente a el...
Tanto como el grifo, Varus y Hyenaris, quien estaba siguiendolos desde cerca, resultaron heridos por esto, recibiendo las cuchillas en afortunadamente, lugares no letales.
El grifo se elevó hacia el cielo, y a causa de del dolor y el susto por la herida, soltó a Varus, lanzandolo con una alta velocidad contra las rocas del suelo
Kronus suspiró pensando que había logrado asustar a aquel dragón, ya que lo único que pudo divisar es como este se marchaba hacia arriba, soltando a quien podría ser su presa... Esto hizo que bajara la guardia y no viera lo que estaba por venir: Apenas y abrió los ojos de su parpadear, una aterradora figura draconida se formó frente a el, arrastrando sus garras por todo su rostro y su abdomen, casi partiendolo a la mitad... Solamente pudo recordar como, al bajar la mirada, podía ver como su estómago se abría en un rojo y doloroso carmesí... Se apretó fuertemente mientras canalizaba su magia helada, intentando cerrar la herida para mantener sus órganos en su lugar... Un charco de sangre y entonces, todo se volvió oscuridad para Kronus...
— ¡Ya está, vámonos de aquí, Varus! — Gritó Celeste, aterrizando y señalando con la mano a Varus para que subiera junto a ella a Wavenstorm, puesto a que Hyenaris se encontraba furioso, posandose encima de Kronus, gruñiendo con ferocidad
— P-pero, no podemos deja- —
— ¡Vámonos!, ¡ deja a ese hombre ahí, ordena a Hyenaris seguirnos. Debemos sanar tus heridas y las de tu dragón, ese hombre parece un mago, estará bien! — Apuró Celeste a Varus, con más miedo que autoridad en su voz... Se notaba que, no era el tipo de mujer que dejaría a alguien en esta situación a su suerte, más sin embargo, ya habían hecho un espectáculo demasiado grande para atraer más atención
— ¡Hyenaris! ¡Ese hombre solo quería protegerse, perdonalo! Por favor, acercalo a un pueblo cercano para que alguien lo encuentre y lo sane, entonces vuelve al campamento! — Rogó Varus al dragón, quien apuntó su atención a este mismo, más sin embargo no se sabría si obedecería o no
A pesar de que, uno de sus antebrazos se encontraba casi abierto a la mitad por el raspón y la herida que sufrió al caer a alta velocidad contra las afiliadas rocas, y aquellas enormes cortadas sangrantes en su espalda, así como varias cortadas en su pecho y abdomen a causa de el conjuro helado, intentó ayudar a ese hombre, sin saber que era su enemigo...
Mientras tanto, en otro lugar, aunque no muy lejos del lugar donde del grifo y el dragón habían danzado. Después de continuar su camino, Linway llegó al pueblo de los Feralis del conflicto: Berimastia. Apenas y entraba, podía notar la diferencia cultural a su pueblo, el cual estaba poblado de humanos... Ramas y palos acomodados unos encima de otros, con hojas grandes funcionando como techos y paredes... Enormes estructuras de madera posadas sobre los árboles, como si se tratase de nidos, y aún más increíble, árboles gigantes los cuales tenían orificios desde los que se asomaban pequeños búhos humanoides con curiosidad de aquel forastero... Orificios en el suelo, que funcionaban como hogar de la gente topo y aberturas en los cerros, donde seguramente, dentro, vivía gente oso...
— Señor Linway... Que curiosidad encontrarme con usted —
Linway caminaba admirando la arquitectura de su pueblo, con un sentimiento de admiración y respeto, pero sobre todo calidez, alegría, al saber que un día tendría que guiar a esa gente y mantenerlos a salvo... Pero una voz aguda y elegante lo sacó de sus sueños... Al voltear la mirada, vió a aquel elegante hombre ciervo, el cual vestía un traje marrón y sostenía un maletín... Linway pensó en mentir, pero no tenía sentido. Cualquiera que conocíese un poco a Linway sabría qué, estaba ahí para hacer algo por su pueblo...
— Ah... Cerwyn... Que afortunado y inesperado encuentro ja ja ja — Dijo con fluideza, y le dió la mano — ¿Curiosidad? Yo lo llamaría, el destino cruzando nuestros caminos... He venido para investigar sobre el reciente problema con los Malakais. Creo que era obvio el saber que te encontraría aquí, a fin de cuentas, eres el representante de los Feralis haha — Confesó sus razones, sin temor a meterse en problemas... Era un hombre de veintidós años, y el futuro representante, así que no tenía por que esconderse como si estuviera haciendo algo malo
Cerwyn le apretó la mano y le devolvió una sonrisa — Bien... Entonces, estamos en el mismo barco, podemos ser compañeros. Solamente me gustaría advertirte de algo: Hay una pequeña región, un distrito en los confines del oeste donde domina la gente bestia carnívora... Son agresivos y territoriales, pero me reconocen como su líder así que... Por tu propia seguridad, mantente alejado de este sitio — Advirtió Cerwyn con aturdidad, quien al ser el representante de su pueblo, conocía bastante bien los lugares en los cuales meterse y en los cuales no. A fin de cuenta, todavía habían Feralis qué se aferraban a su naturaleza bestial, y si bien, se adaptaban a la sociedad libre de Feyralinn, seguían teniendo sus propias y estrictas reglas.
Linway escuchó con atención y le asintió — Bien... Entonces me mantendré bien lejos de él oeste, Cerwyn. Gracias por tu advertencia — Agradeció, aunque no pudo evitar volver a bañarse en una nueva duda "Cuando yo sea el líder ¿Como podría hacer que esos pueblos también me respeten?
CONTINUA >>
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