El oficial Arles estaba sumido en pensamiento mientras se dirigía a la estación para devolver el vehículo que habían ocupado ese día, repasaba los sucesos de las últimas semanas, no sólo los casos de homicidio sino la situación con su nuevo compañero, aquel niño alegre que parecía demasiado puro para él trabajo. Del asiento trasero un maullido interrumpió su concentración, Lady aún seguía ahí.
Sorprendido volteó un segundo para ver al gato, al regresar la mirada al frente tuvo que frenar con todas sus fuerzas, una chica de pelo púrpura cargaba dos grandes maletas como bolsos, arrastraba a un joven inconsciente, aparentemente de su misma edad, a mitad de la calle. El rechinido de las llantas en el asfalto resonó por las calles, al parar el vehículo se bajó buscando una explicación.
“¡¿Qué está pasando aquí?!”
La joven, con ojos que soltaban un brillo azul a través de la oscuridad nocturna y un rostro tranquilo e inexpresivo, observó detenidamente a Arles de arriba abajo.
“¿Eres un policía?” Su voz tan neutral como su rostro.
“Si…”
Arles miraba a la chica con más intriga que sospecha, su falta de reacción y su suave voz la hacían parecer de confianza, seguramente se encontraba en una especie de problema no tan grave.
“¿Podrías llevarme a un lugar?”
“Bueno, hay un hospital no muy lejos-”
“NO.”
Sin gritar la joven subió el volumen de su voz, aunque ni su tono ni su expresión habían cambiado, había algo en ella que la hacía ver intranquila.
“Necesito que me lleves a la casa del oficial Jake Yang, ¿lo conoces?”
“Si, lo conozco” la coincidencia incomodó profundamente a Arles “Y también se dónde vive, pero primero deberías decirme de dónde lo conoces y por qué-”
“Oh no, yo no lo conozco.”
La interrupción desconcertó al oficial. La joven, Cloe, al darse cuenta volteo su mirada hacia su amigo, Cloud, para señalárselo al policía con los ojos.
“Pero él es su primo.”
Mirando más detenidamente el rostro del chico inconsciente notó ciertos rasgos similares con su compañero, decidió entonces que lo dicho por la joven era verdad y ofreció entonces acompañarlos ahí.
Con cuidado Arles recostó al chico al asiento trasero del auto y le abrió el asiento de copiloto a la joven. Lady, naturalmente, se subió al torso del chico inconsciente, cómoda hasta que llegaron a su destino, siendo su ronroneo el único sonido que irrumpió el silencio durante todo el camino.
Arles se estacionó justo frente a la vivienda, una casa de tamaño mediano, más grande que aquellas que los rodeaban dados los habitantes, con un jardín frontal de tamaño considerable, el pasto se notaba bien cuidado, verde y fresco. Al interior de la vivienda se escuchaban tres voces que el oficial no reconocía.
Tocó la puerta.
Dentro, Erick en medio regaño se mostraba aliviado por las visitas, en su rostro tres grandes rasguños en la mejilla derecha, una bandita en la izquierda y otro rasguño profundo sobre el puente de su nariz.
“Hay alguien en la puerta.”
“Si, lo escuche, pero sigues en problemas. No hemos terminado de hablar…”
Una voz gruesa y profunda con entonación suave le respondió al niño, con un ligero hastío, su dueño claramente no apreciaba las visitas de ningún tipo.
Al abrirse la puerta Arles se encontró ante una gran sorpresa.
Un hombre desconocido de alrededor de un metro noventa, un tanto delgado, pero notablemente fornido, sus mejillas fuertemente marcadas, tez pálida y clara, pero no tan blanca como la de su compañero, con cabello azul ultramar desordenado. Lo que más resaltaba eran sus ojos de color sangría, ojerosos, y sus grandes colmillos.
“¿Qué es lo que quieren?” no hubo respuesta.
Obviamente se trataba de un vampiro, aquello que los otros oficiales sospechaban que podría ser el joven oficial Jake. Posiblemente un ente muy importante tanto dentro como fuera de su especie, al que estaban buscando.
“No desperdicien mi tiempo, ¿qué quieren?”
Arles miraba con desprecio a aquel “intruso”, en silencio, silencio que Cloe rompería abruptamente empujando al oficial para ponerse justo frente a la criatura, con una mirada curiosa y una voz casi alegre.
“¿Tú eres Jake?” la pregunta pareció irritar al vampiro.
“No, ¿y tú cómo-”
“¿Entonces eres Klaus?” esto lo irritó aún más.
“Si, pero-”
“No pareces ser una horrible bestia como él me dijo que eras, que raro.”
Esta última afirmación inmediatamente calmo todo el enojo de Klaus, sólo había una persona a la que ella podría referirse, sumado a su apariencia, se dio cuenta de quien estaba frente a él.
“Oh, entonces eres Cloe, ¿verdad?” su voz cambió a un tono más relajado, similar al que tenía la chica “amiga de Cloud… Eres más pequeña de lo que pensaba.”
Movió su mano sobre la cabeza de la chica, dimensionando la comparación de la altura con la que la había imaginado cuando Jake le habló de ella, en ese movimiento Arles notó sus afiladas uñas negras.
Todos volvieron a estar en silencio mientras Klaus examinaba a Cloe y Arles examinaba a Klaus, con emociones opuestas. Al sentir la mirada llena de desprecio del oficial, Klaus se mostró irritado, pero no lo suficiente para darle importancia.
“¿Y quién se supone que es este tipo?”
Arles ensanchó su pecho, se paró derecho tratando de verse más grande, aunque su estatura bajo el un metro setenta no se comparaba a la de Klaus, usó su voz más imponente.
“Resulta que soy compañero de trabajo del señor Yang, el dueño de esta vivienda y un detective del cuerpo de policía” señaló a la placa que colgaba de su cinturón “igual que yo.”
“Oh…”
El entorno cambió repentinamente, un aire de pesadez inundó el ambiente, la ira que crecía dentro de Klaus era palpable en cada gesto y movimiento que hacía.
“Entonces eres uno de esos…”
Arles y Cloe fueron recorridos por escalofríos, una fuerte brisa repentina sopló por la calle, la esclerótica de los de Klaus se tornó negra, su iris comenzó a brillar, sus rasgos se profundizaron marcando fuertemente su rostro y sus ya largos colmillos y uñas crecieron aún más.
Aún con su clara molestia su voz se mantuvo al mismo volumen, igual de melodiosa pero mucho más profunda.
“¿Cómo los que lo golpearon ayer?”
«Este monstruo…»
Arles apretó la quijada y acercó su mano al arma en su cinturón.
«Entonces por eso lo llama bestia»
Por su parte Cloe se mostraba igual de tranquila, con un entusiasmo apenas notable en su rostro, golpeó su mano con su puño, resaltando su alegría por haber entendido de lo que hablaba su querido amigo Cloud.
“Entonces, ¿eres uno de ellos? – Klaus levantó su mano de forma amenazante.”
Al sentir el ambiente tan pesado, Erick se apresuró al lado de Klaus para desescalar la situación.
“Pa-KLAUS, ¿no estabas regañándonos sobre pensar antes de actuar y todas esas cosas?”
Al ver el nerviosismo del niño Klaus suprimió su ira y cambió inmediatamente su actitud, su apariencia regresó a la normalidad, esbozando una suave sonrisa.
“Si, tienes razón, lo siento Erick…” dulcificó su voz “Y perdone oficial, pero por favor comprenda.”
El cambio repentino dejó a Arles paralizado. La situación era muy casi idéntica a aquella que experimentó con su joven compañero en el auto, pero con cambios de ánimo completamente opuestos.
“Esta mañana tuve que tomar un avión por las leyes de esta isla y es taaan agotador para los de mi clase.”
Un destello distinto comenzó a surgir de sus ojos, mareando a Arles quien reconoció aquella sensación como la manifestación de control mental, una habilidad desarrollada en sus muchos años de experiencia policial.
Esa clase de poder era poseído sólo por los vampiros de linaje más puro, un hecho que muy pocos sabían.
“Además, lo que le pasó a Jake realmente me estreso. Alguien en un trabajo como el suyo debe saber lo delicados que somos con las emociones fuertes.”
Sujetando un amuleto que siempre llevaba en su bolsillo Arles fue capaz de repeler tal habilidad, aunque no del todo, sus efectos aún pesaban en él, si no paraba su hablar de inmediato caería ante su poder.
“Eres uno de esos nobles, ¿no?” La pregunta desconcertó a Klaus, interrumpiéndolo.
“Lo era…”
“¿Entonces te exiliaron?”
El atrevimiento de aquella segunda pregunta cambió su desconcierto a irritación, Klaus no pensaba que mantener una conversación con tal hombre, aunque de un gran conocimiento, no valdría la pena.
“Igual no me importa.” Arles se acercó a él con una posición amenazante “No uses esos trucos baratos conmigo.”
“Bueno, bueno… sabe mucho de mi especie oficial.”
Klaus cambió su tono nuevamente, ahora se mostraba indiferente, como si la confrontación reciente no hubiese pasado, volteando nuevamente la situación en contra de Arles, quien, nuevamente, estaba confundido.
“Como sea, traigan al mocoso rubio adentro, puedo oler su sangre en ese auto.”
“Claro” la joven volvió a irrumpir entre ellos con una apenas perceptible alegría, ignorante de la tensión entre ambos hombres.
Cloe se apresuró a sacar a su amigo mientras Arles seguía observando al vampiro con desconfianza.
Estando por abrir la puerta trasera se detuvo al percibir una presencia familiar, está acariciaba el rostro de Cloud mientras sus heridas sanaban completamente.
Abrió la puerta una vez la presencia se evaporó, examinó a Cloud y lo cargó sobre su hombro.
En la puerta, Klaus cedió el control de la conversación a Erick.
“Por cierto, oficial, ¿sabe dónde está Jake? Es algo tarde.”
“Lo deje en el metro hace unas horas-”
“¡NO!” Cloe los interrumpió sonando distintivamente preocupada “Quiero decir…” recuperó la compostura “Ahí es donde Cloud… se desmayó…”
Klaus la miró directo a los ojos, miró al chico inconsciente que llevaba recargado en su hombro, sin señal alguna de una lesión que pudiese provocar su inconsciencia, captando rápidamente la situación y le siguió la corriente.
“¿Sabes por qué se desmayó?”
“Es que no desayunó en la mañana.”
“Y… ¿por qué no desayunó?”
“Es que le dio pereza…”
Teniendo comprendido el peligro que acechaba a su amado, Klaus se decidió a ir a protegerlo, no queriendo revelar la verdad a su niño para no preocuparlo y al oficial del que desconfiaba simplemente evadió dar excusas o explicaciones.
“Erick, por favor cuida de Cloe y Cloud, iré con Jake.”
“¿Ok?”
El niño sospechaba de los motivos, pero comprendiendo que la presencia de gente ajena a su familia podría significar la necesidad de guardar ciertos secretos, no indagó al respecto.
Arles también dudaba de la naturaleza de la situación, por su parte eligió no hacer preguntas por la posibilidad de que el joven oficial necesitará ayuda.
“Pero paaa- KLAUS, ¿quiénes son estas personas?”
“Oh, no te preocupes, son de confianza.”
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