Klaus avanzó a la entrada del jardín sobando su cuello, estirando sus brazos para preparar los músculos de su espalda, a la vista una apertura en su camisa, cubierta, cerrada con velcro, justo en la zona de los trapecios.
“Entonces ahora que al fin puedo…”
Al tener una buena distancia de los demás, Klaus se agachó y dejó salir sus carnosas alas, iguales a las de los murciélagos, a través de aquella apertura en la espalda de su camisa. Agitando sus alas se elevó en el cielo y partió a gran velocidad en dirección de la estación de metro más cercana.
Erick y Arles observaban a Klaus partir desde la Puerta, mientras Cloe entraba a la casa cargando a Cloud. Aubrey, que se encontraba adentro, se acercó al niño un tanto preocupada.
“Erick, entonces, ¿quieres que espere a Jake contigo?”
El oficial notó que la niña también tenía varias heridas, una bandita en lo alto de la mejilla izquierda y tres rasguños en el hombro derecho, encima de una notable marca de nacimiento rojiza en forma de corona de tres picos.
“No me quejaré, pero es algo tarde y aún no encontramos a Lady.”
“Lo siento Bry, seguiremos buscando mañana. Es mejor que te vayas a casa.”
“¿Pero que si esa cosa vuelve? ¡¿Y si esa cosa tiene a mi gata?!”
Un fuerte maullido interrumpió a los niños quienes voltearon lentamente a ver, la gata había aprovechado cuando Cloe bajo a Cloud del carro para salir y acercarse a la puerta, reconociendo el olor de su niña.
“¡Lady!” Bry cargo a la criatura “mi gatita bebé, mamá te estuvo buscando por todas partes.”
Bry abrazo con fuerza a Lady, la gata mostrándose algo incómoda, pero aceptando el cariño de la niña. Arles interrumpió el reencuentro.
“Niños, ¿por qué está su cara toda lastimada?”
“Porque la búsqueda de esa gata ha sido un poco difícil” respondió Erick mirando molesto a las dos.
“¿En serio? ¿No será culpa de aquel vampiro?, pueden decirme, él no está aquí para escucharlo.”
El rostro de Erick se tornó rojo y su hablar se volvió frenético, indignado ante tal insinuación.
“¡CLARO QUE NO! Él cuidó de nosotros, si no fuera por él habríamos terminado peor.”
“Oigan, ¿dónde llevo a Cloud?” nuevamente Cloe se metió entre las personas discutiendo.
“Sígueme.”
Erick caminó molesto escaleras arriba. Arles estaba por entrar y ayudar a Cloe a cargar al joven inconsciente, pero Aubrey lo interceptó.
“Oficial ¿podría llevarme a casa? Está oscuro y tengo un poco de miedo de ir sola.”
“Oh, por supuesto, aunque primero debo ayudarlos a llevar a ese chico a una habitación.”
“Está hecho” Cloe apareció junto a ellos con las manos vacías.
“O no… sube a mi auto.”
Aubrey miró hacia dentro de la casa, al hacer contacto visual con Erick le sonrió y se despidió de él con gran alegría.
“Nos vemos mañana, espero conocer a tu primo pronto, adiós.”
La niña corrió hacia el auto del oficial y ambos partieron camino a su casa. Erick cerró la puerta, preguntó a Cloe si necesitaba algo más y al obtener una negativa le deseó buenas noches y se encerró en su propia habitación.
Agotado, se recargó en su puerta dejando salir un fuerte suspiro, se comenzó a desvestir, observando en su espejo la marca de nacimiento que tenía en el hombro izquierdo, una corona de tres picos, un paralelo exacto a la marca de Bry.
Ya con el pijama puesto miró a un lado de su armario, caminó hacia su estantería y tomó la fotografía del hombre que legalmente había adoptado a Jake, el general Yang, pensando en él y su familia que no recordaba.
Todo lo que sabía al respecto de su pasado, antes de los nueve años, se lo había contado Jake.
Cuando él tenía cinco años sus padres fueron asesinados por alguien cercano a la familia, después de eso se encendió a sí mismo y a la casa en llamas.
Jake, la hermana gemela de Erick, ahora perdida, y él habían sido testigos de todo. Desde ese momento y hasta que conocieron a Klaus Erick dejó de hablar y comunicarse por completo.
Cuando Jake contaba esto se veía más entristecido por la muerte de aquella persona que la de sus tíos, a veces se le cerraba la garganta y tragaba sus palabras cuando lo mencionaba.
Los tres terminaron juntos en el mismo orfanato, ahí los responsables del lugar se robaban el dinero otorgado por el gobierno y explotaban a los niños para conseguir aún más.
Eran tratados más como objetos que como personas y por ello Jake planeo escaparse de ahí, desafortunada o afortunadamente su hermana fue adoptada justo el día antes de la huida.
Desde entonces eran solo los dos contra el mundo. Posteriormente fueron tres, con la adición de Klaus a sus vidas, cuando Erick recuperó consciencia de sí mismo.
Eso sucedió dos años después de que Jake fuese adoptado por el general Yang, quien usó sus influencias para tener tutoría de ambos niños y llevarlos consigo durante sus misiones sin restricciones, usando las habilidades de Jake como excusa, disfrazadas de alquimia.
Esto mismo había sido con lo que le consiguió un trabajo en la fuerza policial.
Regresó la fotografía a su lugar y siguió pensando sentado en la cama.
El general los había encontrado a merced de un grupo criminal. Jake trabajaba haciendo entregas para uno de ellos a cambio de comida, asilo y protección para Erick.
El general obtuvo una pista de una fuente anónima y así localizó primero a todos los niños bajo las garras de aquellos criminales, incluyéndolos. Fue en ese mismo momento que el general se encariño con ellos y decidió llevárselos, o al menos eso decía él.
La única razón por la que Yang no había adoptado a Erick era por petición de Jake, quien deseaba tener la custodia de su primo en cuanto tuviese edad para ello, esto no funcionó del todo por su diferencia de edad y falta de rastros legales de sus verdaderas identidades, por ello Klaus había tomado la custodia primordial de Erick.
Técnicamente, legalmente, y en cuanto al niño le constaba, Klaus era su padre.
La pérdida de sus padres biológicos, que para él ya no tenían significado alguno, sucedió un año después de otra tragedia, cuando el hermanito bebé de Jake fue secuestrado.
A su vez esto se dio dos años después de que la madre de ambos muriese de una enfermedad incurable y repentina, lo que provocó que Jake se mudara con su familia restante a la casa de los padres de Erick.
Fueron años difíciles para toda su familia.
Se recostó mirando al techo, volteo a ver el reloj, eran la 1:49, ansioso por la ausencia de su primo.
«Te estas tardando demasiado, Jake».
Volvió a ver el techo.
Mientras Erick esperaba intranquilo en casa, Jake y Cloud seguían recorriendo los pasillos de aquel laberinto en el mundo ilusorio del Diagvelia.
Los dos primos caminaban tranquilos, mirando a su alrededor buscando cualquier indicio de otras personas.
Tras de ello los cuadros con las imágenes del demonio se derretían hasta vaciarse por completo en el piso, lentamente se juntaban hasta formar una gran masa amorfa, viscosa, acechando a los dos jóvenes por la espalda.
Jake notó la presencia de aquella amenaza. Justo cuando el Diagvelia lanzó su primer golpe el joven detective se abalanzó sobre su primo, esquivándolo, y con un giro de su cintura y su brazo aserto una cortada en el ente.
Esto pareció no afectarle en lo absoluto.
Usando su cuerpo cubrió a su primo en el suelo, sacó sus alas, cubriendo a ambos completamente con ellas, cerró los ojos con fuerza y se preparó para el doloroso impacto de ser cubiertos por aquella masa negra.
Una vez fueron devorados por ella Jake abrió preocupado sus ojos, su primo se había desvanecido, lo busco desesperadamente a su alrededor viéndose rodeado de una nada en oscuridad total, siendo su espada la única fuente de luz.
Recuperando su compostura recordó su situación.
«Ah, claro, mundo ilusorio.»
Al guardar sus alas una gran ola de voces inundó su entorno, algunas conocidas, de sus amigos y familiares, otras de extraños, posiblemente las víctimas del demonio, todas con la voz de aquel ser detrás, en un volumen casi inaudible.
“¿Cuál es el punto si nada va a cambiar?”
“No importa lo que hagas, nunca volverán.”
“Nunca lo encontrarás.”
“¿Por qué seguir luchando si estás tan cansado?”
“Nunca serás redimido por lo que NO hiciste.”
“Nunca te perdonarán por lo que hiciste.”
Escuchando todo eso Jake agachó su cabeza, pensativo. Ojos y bocas del demonio surgían entre la nada.
“¿Por qué no solo te acuestas ahora y descansas?”
“Ella se fue por culpa tuya.”
“Lo obligaste a traicionar a todos, hasta a sí mismo.”
“Solo ríndete, ¿para-”
“¿Y por qué no te rindes tú?”
Jake se enderezó aún sentado en el piso, su voz silenciando todas aquellas que lo acosaban de golpe. Molesto por esa última afirmación, sus ojos brillaban casi tanto como su arma.
“Ambos sabemos que no voy a caer, provocarme así no funcionará. Además, ya deberías saber que soy completamente inmune a ti.”
Las partes del Diagvelia alrededor se mostraron molestas.
“No haré lo que quieres, no golpeare el aire descuidadamente, sé que buscas que explote y lastime a mi primo.”
Ahora mostraban preocupación.
“De verdad, ¿crees que soy tan estúpido-”
El balancear del hacha de Cloud casi dándole en la cara a Jake interrumpió su hablar, apenas pudiendo esquivarla a tiempo. El demonio ahora se burlaba de ambos.
Cloud al darse cuenta de su error dio dos pasos atrás y retractó su arma, apenado.
“Uff, lo siento, solo trataba de… ya sabes…”
“Está bien” Jake soltó un resoplido irritado, mirando al suelo para calmarse después de tal susto “Al menos no la usaste a tamaño completo, o de lo contrario… ¿eh?”
A sus pies la misma mujer esquelética del tren golpeaba el piso desde abajo, atrapada.
«Lo sabía».
Jake sintió un suave retumbar junto a ella, algo venía.
“¡Muévete!”
Reaccionando rápidamente. Usó su energía para empujar a Cloud sin tocarlo o dañarlo, deslizándose al mismo tiempo, lejos de ese lugar.
Enormes picos salieron con gran fuerza del suelo entre ambos. Las bocas del demonio a su alrededor reían con mayor fuerza mientras Jake volvía a extender sus alas.
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