Ante el ataque del Diagvelia Cloud extendió su hacha y se preparó para cortar los picos que lo separaban de su primo.
“¡No, no uses el filo! – Jake le gritó con apuro.”
“¿Qué? ¿Por qué?”
Aprovechando la confusión, el Diagvelia se extendió directo al rostro del adolescente, quien apenas pudo esquivarlo gracias a sus refinados reflejos.
Cloud dejó caer su hacha, parándola en seco a centímetros de tocar el suelo, haciéndola soltar llamas púrpura de sus puntas. Antes del siguiente ataque Cloud saltó sobre su hacha, utilizándola para desplazarse con mayor rapidez entre los afilados picos como si de una patineta se tratara.
Mientras ambos esquivaban los ataques provenientes de todas direcciones alrededor de ellos, con el mundo doblándose lentamente sobre sí mismo para encerrarlos, continuaron su discusión.
“Por qué podrías lastimar a los demás, usa solo tu fuego para purificar."
“¿De qué estás hablando?”
“Ya te lo había dicho, aquí están todas sus víctimas. Podrías golpear a alguien y dañar sus almas, como casi me golpeas hace rato.”
Ambos habían logrado seguir sin rasguño alguno entre aquellos picos que casi llenaban aquella realidad, dejándoles cada vez menos espacio para esquivar los ataques. Sin embargo, el cansancio de usar sus alas sin quitarse los guantes, los que limitaban su poder a través de sus sellos alquímicos grabados en plata, empezó a alentar a Jake.
“¿Cómo golpearlos? ¡Pero dijiste que este era un mundo falso!”
“Ilusorio…” la respiración del joven se tornó pesada e irregular “dije que era…"
Por un par de segundos Jake perdió toda su fuerza, su cuerpo cayó hacia los picos, luchando por recuperarse.
“¡JAKE!”
Cloud se abalanzó directo hacia él, maniobrando ávidamente en el reducido y laberíntico espacio logró atrapar a su primo antes de que este se hiciera daño.
“Te tengo” exclamó con alivio.
“Lo siento, no estoy acostumbrado a usar tanto poder con los guantes puestos.”
“¿Y por qué no te los quitas?”
Un silencio incómodo llenó el espacio mientras Jake pensaba en cómo explicarle el problema a su primo, que de por sí ya estaba confundido con todo lo que pasaba a su alrededor.
Estando acostumbrado a personas que le seguían el ritmo o incluso lo superaban en estas situaciones; como su amado Klaus o el hombre que lo había acogido como su hijo, el General Yang; la falta de experiencia y conocimientos de su joven primo lo irritaban bastante. Habló duramente.
“¡Por qué son sellos físicos y permanecerían en mi cuerpo físico aún si me quito los guantes aquí!”
Jake intentó calmarse, entendía que su enojo no estaba justificado, que era comprensible que Cloud no supiera nada sobre criaturas cuya existencia no estaba siquiera reconocida por las autoridades inter-universales, así como que no comprendiera fácilmente información nueva en una situación tan estresante.
Tomó un profundo respiro antes de continuar.
“Por eso necesito a Klaus-”
“¡¿Por qué tiene que ser él?! ¡Y tus alas también están aquí!” Cloud interrumpió, haciendo que su primo se enojara de nuevo.
“Están conectadas a mi alma…” trató de suavizar su tono de voz sin éxito “Klaus es el único que puede ayudarme a controlar-”
“¡¿PERO POR QUÉ ÉL?!”
Los ojos del Diagvelia mostraron irritación ante la discusión de los primos que ahora lo ignoraban por completo, esquivando sus ataques como si nada.
“No es buena idea explicarlo aquí, pero…” su respiración seguía agitada “para modular mis poderes necesito algo con que mantener ocupadas partes de ellos, como la auto curación y purificación, por ejemplo, para descargar energía.”
Cloud levantó una ceja mientras escuchaba las palabras de Jake, sospechando ya de lo que podría tratar.
“Ese algo debe poseer gran poder en sí mismo. Algo como la maldición vampírica, que Klaus puede darme con una simple mordida.”
El adolescente volteó la mirada y torció la boca, resignado. No había forma de contradecirlo, no conocían a nadie más de confianza que pudiera ayudarlos con algo tan delicado.
A pesar de su mala relación con Klaus sabía que él jamás dañaría a Jake e incluso sería capaz de sacrificarse por él, ese conocimiento es lo que le causaba mayor conflicto al formar su opinión sobre el vampiro. Aunque en el pasado lo llegó a insultar y tratar de una forma terrible, algo por lo que aún seguía sin disculparse, también era alguien a quien podría confiarle su propia vida y la de su familia.
Tampoco se sentía con el derecho a juzgar las relaciones de su primo ya que él mismo mantenía a entes cuestionables cerca de sí, en secreto de todos a su alrededor, con excepción de Cloe quien era la única capaz de detectar su presencia.
Las llamas de su hacha no eran una manifestación natural de su propio poder como le había hecho creer a Jake, sino la de aquel ente que le había ofrecido ayuda en uno de sus peores momentos, cuando la vida de su madre estaba en riesgo.
Ahora, nuevamente, necesitaba ayuda para salvarla, era mejor morderse la lengua y mantener la boca cerrada para apelar a la buena voluntad de las únicas personas que sabía que lo ayudarían, por ello, aunque le molestara, también estaba feliz por la presencia de Klaus.
“Mientras estamos aquí lo único que podemos hacer es purificar partes de este mundo…” Jake exhalo con dificultad “o más bien tú, tú puedes purificarlo, yo…”
Jake se sujetó el pecho, su visión se volvía borrosa y sus ojos comenzaban a incomodarle por la luz de las llamas de Cloud, al irse agotando el poco poder al que tenía acceso con los guantes puestos ya no podía usarlo para compensar algunos de sus problemas de nacimiento.
Frustrándolo conforme pasaba el tiempo, la única forma de defender a su primo si Klaus no llegaba a tiempo sería ponerse a sí mismo en riesgo de muerte para romper la barrera de los sellos puestos en él.
Dichos sellos eran tanto un problema como una gran ayuda para él, y el último recuerdo que tenía de su padre, quien los había grabado a mano con gran dedicación a espaldas de su madre cuando esta forzó a Jake a absorber su propio poder divino, por una razón desconocida, casi desbordando y rompiendo el alma del entonces pequeño niño.
Con los años había podido usar más de ese poder, estando ya fuera de peligro mortal, pero aún era incapaz de controlarlo en su totalidad, corriendo el riesgo de perder la cordura y destruir su forma física si lo dejaba manifestarse libremente.
Para la molestia del Diagvelia, a pesar de estar sumidos en sus pensamientos y debilitados por el esfuerzo de la confrontación, los dos jóvenes eran perfectamente capaces de esquivar sus ataques.
Sin embargo, esto más que un inconveniente le resultaba realmente útil. El poder observar de cerca las habilidades que los soldados del quinto universo habían desarrollado mientras su existencia era ocultada de ellos era una rara oportunidad.
Poniendo atención a cada movimiento, cada gesto y cada palabra para comunicar a sus pares y aliados, siguió atacándolos buscando más debilidades.
A la vez que los primos batallaban con el demonio en el mundo ilusorio, Klaus llegaba a la terminal de trenes.
Tras intimidar a un guardia de seguridad logró acceder al área de estacionamiento de los trenes y, siguiendo el dulce aroma de su sangre, localizó a Jake, inconsciente, sentado sobre los asientos al lado de una de las puertas, con el Diagvelia encima a punto de morderle la cabeza.
Klaus entró al vagón silenciosamente, tomando a la criatura por sorpresa, lanzó una ráfaga de cristales azules desde su mano derecha rodeando al Diagvelia, dañándolo y creando un denso muro entre ellos.
Frunció el ceño al ver los rasguños en Jake. Se agachó frente a él y le retiró cuidadosamente la camisa, al tenerla entre sus manos volvió a expresar disgusto al descubrir las dos enormes manchas de sangre seca en la espalda.
Pensar que en su ausencia el hombre que tanto amaba hubiese sido acosado, golpeado y dañado al punto de sangrar, dos días seguidos, lo enfurecía de sobremanera.
Si pudiese seguir sus impulsos la comisaría ya estaría completamente destruida, con todos sus oficiales muertos, al igual que esa estación de trenes con el demonio dentro; pero debía ser paciente para tener la vida pacifica junto a Jake que tanto deseaba, no volver a derramar sangre de forma innecesaria por mero capricho y, sobre todo, no ser como su padre.
«Wow, ya está completamente arruinada…».
Ahogó su molestia, enfocándose en ayudar a su amado.
«Bueno, no es mi culpa».
Tiró la camisa a un lado sin quitarle los ojos de encima al cuello del oficial inconsciente. Con la uña de su pulgar derecho se abrió el labio inferior, acarició cariñosamente la mejilla sangrante de Jake e inclinó su cabeza para descubrir el lado izquierdo de su terso cuello.
Deslizando suavemente su mano izquierda hacia la nuca de Jake, Klaus abrió la boca con sus afilados colmillos alargándose aún más mientras miraba fijamente a su vena yugular externa.
Trago saliva, preparándose para lo que venía.
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