"Maldita sea, te dije que no te movieras, y por tu culpa me dispararon," gruñó Jack, apretando los dientes mientras presionaba una mano ensangrentada contra su costado. Su mirada fulminaba a Kana, quien se encogía de hombros sin mostrar preocupación alguna.
"Deja de llorar, hermano", respondió Kana con una sonrisa perezosa.
"Me aburría de hacer el papel de la niña indefensa. Además, ¿no se supone que puedes curarte?"
"No es tan simple," refuto Jack, levantando una mano ensangrentada. "Curarse lleva tiempo, tiempo es precisamente lo que no tenemos, gracias a ti, los soldados nos encontrarán en cualquier momento."
Kana soltó una risa suave mientras se arreglaba frente a un espejo roto. "Relájate, hermano. Si aparecen, cortaré sus gargantas antes de que puedan parpadear. Ya sabes que no pueden conmigo :)." Sus ojos brillaban con una mezcla de arrogancia y excitación, como si la idea de más violencia la motivara.
Antes de que Jack pudiera responder, un grito resonó en el pasillo.
"¡ALTO AHÍ O DISPARO!"
Kana giró lentamente hacia los soldados que los habían encontrado, su rostro paso de burla a seriedad en un instante. "Cúbreme, hermano.", y un abrir y cerrar de ojos, desapareció de su posición.
En un abrir y cerrar de ojos, apareció frente a uno de los soldados. Con una sonrisa fría, la daga de sangre en su mano destelló bajo la luz parpadeante del pasillo. Un instante después, la hoja cortó limpiamente la garganta del hombre, el sonido sordo del acero penetrando carne y arterias llenó el aire.
Los soldados restantes, aterrados pero entrenados, abrieron fuego contra ella. Sin inmutarse, Kana agarró el cuerpo sin vida del soldado que acababa de matar y lo levantó con facilidad, usándolo como un escudo improvisado. Las balas golpeaban el cadáver con un ruido seco, pero ella avanzaba, lenta pero segura, sus ojos fijos en sus próximas víctimas.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca, dejó caer el cuerpo y se lanzó sobre ellos. Con un movimiento rápido y preciso, apuñaló a uno de los soldados en la cabeza, la daga atravesando el cráneo sin resistencia, mientras que, con la otra mano, saco una segunda daga de sangre y la hundió en la espalda de otro soldado. La sangre salpicó su rostro, fría y viscosa, pero su expresión no cambió en absoluto. Sus ojos seguían vacíos, como si la violencia no fuera más que una rutina, una danza mortal que había perfeccionado.
"Te lo dije, hermano", dijo con una sonrisa mientras volteaba, empapada en sangre. "No hay nada de qué preocuparse”. Jack, sin embargo, la miro seriamente mientras levantaba su brazo, simulando un arma con su mano.
“Espera hermano, ¿que estas…?” Inmediatamente, Jack disparo una bala de sangre contra Kana, más rápida que las balas de los soldado, impactando así la cabeza de uno de ellos que intentaba atacarla desde atrás. La bala de sangre atravesó el casco del soldado, haciéndolo caer al suelo sin vida.
"Presumido". Kana frunció el ceño, aunque sabía que, de no ser por su hermano, la hubieran matado. La conexión entre los dos era evidente, pero también lo era la tensión.
El sonido de botas resonando por el pasillo interrumpió su conversación, "Vienen más," murmuró Jack mientras se paraba, eran Hiroshi y los demás soldados, inmediatamente abrieron fuego contra los hermanos, rápidamente, Jack tomo a Kana, cubriéndose detrás de una columna al final del pasillo.
“Esto ya no es divertido hermanita.” – murmuro Jack.
En medio de la lluvia de balas, una pequeña grieta en el espacio comenzó a abrirse junto a ellos, los rayos eléctricos se movían violentamente alrededor de la grieta, y el aire vibraba con energía caótica, poco a poco, la grieta se fue haciendo más y más grande, parecía que el mismo espacio se estaba quebrando, hasta que la grieta se convirtió en un portal.
"Justo a tiempo" murmuró Jack con una sonrisa al ver el portal abrirse por completo. "¡Alto el fuego!" gritó Hiroshi mientras los soldados frenaban su ataque.
Del portal emergió una figura imponente, un hombre con un atuendo de cazador, lo cubrían pieles de lobo y de otras bestias, su cuello lo adornaba un collar lleno de dientes de distintos animales.
"Se ven como la mierda", dijo a los chicos mientras examinaba la escena.
"Jodete, ¿Por qué tardaron tanto?" gruñó Jack, sin perder la compostura.
"Bloqueo psíquico. No fue fácil encontrarlos", respondió Lukas, ignorando por completo a Hiroshi y a los soldados que los rodeaban. Se inclinó hacia Jack y Kana, inspeccionándolos de cerca. “No sé qué es lo que el ve en ustedes, no son más que simples mocosos, pero lo que sea, le interesan”.
"Vamos. Él está esperando."
“¡Evacúen el edificio de inmediato! Una vez a salvo, soliciten extracción de emergencia”, ordenó Hiroshi con voz firme, manteniendo la vista fija en el portal. Había reconocido al hombre que salió del portal, sabía que una oportunidad como esta no se repetiría. Su tono, aunque calmado, no permitía dudas, ni titubeos.
“Pero, Tanaka-san, podemos ayudar. Sea quien sea…” comenzó uno de los soldados, pero Hiroshi lo cortó en seco, su mirada era intensa.
“Si se quedan, morirán. Esa persona es un rango A, no es un enemigo que puedan enfrentar. Sólo me estorbarían,” dijo con dureza mientras se arremangaba las mangas. “Puedo distraerlo unos segundos, lo suficiente para que logren escapar”.
“Tanaka-sa—”
“¡AHORA!” grito Hiroshi. Su voz resonó en los pasillos vacíos, dejando en claro que no había tiempo para discutir. Los soldados no dudaron más y, con movimientos rápidos, evacuaron el lugar.
Mientras los últimos pasos resonaban en la lejanía, Jack y Kana ya habían atravesado el portal. Solo quedaba el extraño, su figura envuelta en sombras, a punto de desaparecer también.
“¡LUKAS TIERMANN! Alias ‘La Bestia’, en nombre de DEAD y del escuadrón END, estás detenido,” la voz de Hiroshi cortó el aire, haciendo eco en el pasillo.
Lukas se detuvo, girando lentamente sobre sus talones, una sonrisa de desprecio curveo sus labios. “Vaya, vaya… Parece que tengo fans en END, ¿Qué honor, no?”. Su tono sarcástico resonó, mientras levantaba las manos en un gesto de falsa rendición.
“Los hemos estado siguiendo a ti a los tuyos por mucho tiempo, Lukas. Pero siempre te las arreglas para esconderte. No esta vez”, replicó Hiroshi, su voz tensa, manteniendo una mirada firme en su enemigo. “Dime dónde está tu líder. ¿Dónde se esconden?”.
Lukas soltó una carcajada profunda, sus ojos destellando con brillaban con maldad. “¿Y arruinar toda la diversión? Vamos, muchacho. Sabes tan bien como yo que no sería lo mismo.” Dio un paso hacia adelante, el suelo crujió bajo su peso. “He escuchado que los agentes de END son fuertes, pero hasta ahora no he tenido el placer de conocer a ninguno”.
“Hoy no tendrás escapatoria, Lukas. Te derrotaré y te llevaré conmigo”. Hiroshi no titubeaba, la tensión en el aire se volvía casi tangible.
Lukas sonrió aún más, con una expresión retorcida. “Muéstrame de qué estás hecho, muchacho”, murmuró antes de desaparecer de la vista de Hiroshi, moviéndose con una velocidad inhumana.
En un instante, Lukas apareció frente a Hiroshi, su brazo se había transformado en una monstruosa mano de gorila. Con un rugido, lanzó un golpe devastador, el aire silbando con la fuerza de su ataque. Pero antes de que su puño pudiera impactar, se detuvo en seco, como si una fuerza invisible lo hubiera contenido.
“¿Qué…?” gruñó Lukas, sus ojos abriéndose con sorpresa.
Una aura verde envolvía a Hiroshi, el aire a su alrededor temblaba con una energía psíquica palpable. Los ojos de Hiroshi brillaban con intensidad mientras su poder envolvía a Lukas, inmovilizando su monstruoso brazo.
“No tan rápido”, dijo Hiroshi con una voz fría y controlada. La fuerza psíquica pulsaba a su alrededor, haciendo que el ambiente se sintiera más denso, casi irrespirable.
Lukas, incapaz de moverse, dejó escapar un gruñido. Por primera vez en mucho tiempo, la bestia había encontrado a su cazador.
Con un gesto brusco de su mano, Hiroshi lanzó a Lukas a través del edificio, haciendo que su cuerpo destrozara paredes y columnas a su paso. Una nube de polvo y escombros cubrió el lugar, nublando la vista de todos. El sonido de los escombros cayendo resonaba en el eco del edificio.
Desde la nube de polvo, se escuchó la risa gutural de Lukas. "Esto... no será suficiente para detenerme." Su silueta se asomó entre la niebla, y cuando emergió, su cuerpo había cambiado: ahora era un híbrido de humano y leopardo, sus ojos brillaban con una ferocidad animal, su piel cubierta de pelaje oscuro. Su velocidad, mucho mayor que antes, lo hizo imposible de seguir
Hiroshi apenas tuvo tiempo para reaccionar. Lukas apareció frente a él en un parpadeo, lanzando una ráfaga de golpes veloces. Hiroshi, sabiendo que no podría igualar su velocidad, levantó un campo de fuerza a su alrededor. Los puñetazos impactaron contra la barrera con fuerza brutal, empujando a Hiroshi hacia atrás con cada golpe, sus pies raspando el suelo.
"¿¡QUÉ PASA, CHICO? ¿DÓNDE QUEDARON TUS AMENAZAS!?" rugió Lukas, su voz cargada de burla. Cada golpe era más fuerte y rápido, sobrepasando la defensa de Hiroshi. El campo de fuerza comenzaba a mostrar fisuras.
Hiroshi apretó los dientes, sus manos temblaban por el esfuerzo. La energía verde que lo envolvía se intensificó, sus ojos brillaban con una furia contenida. "No me subestimes". La atmósfera se volvió opresiva, y de repente, el suelo bajo Lukas comenzó a temblar y a quebrarse.
Hiroshi no iba a mostrar piedad. Con un grito, intensificó su poder, y una ráfaga de escombros voló hacia Lukas, golpeándolo con fuerza, aplastándolo contra una pared. La presión psíquica lo mantenía inmóvil, las rocas y los trozos de concreto acumulándose sobre él.
Por un momento, solo se escuchaba la respiración agitada de Hiroshi. Pero entonces, de entre los escombros, Lukas se levantó. Su cuerpo estaba perforado por varillas de acero y cubierto de sangre, pero aún sonreía. "Maldito... juro que te mataré con mis propias manos", gruñó mientras se arrancaba las varillas del cuerpo.
Lukas estaba a punto de volver a atacar, cuando un destello de luz rojiza iluminó el pasillo. El portal que Jack y Kana habían cruzado brillaba con más intensidad, como si estuviera a punto de colapsar.
"Parece que mi tiempo se ha acabado", dijo Lukas, su tono cargado de burla. "Mi maestro me espera". Para cuando terminó de hablar, las heridas en su cuerpo ya habían desaparecido, su piel intacta. Su capacidad de regeneración era asombrosa.
"¡No te muevas!" ordenó Hiroshi, alzando una mano con desesperación, pero antes de que pudiera hacer algo, un hombre desconocido emergió del portal. Era un hombre en sus treinta, vestido con un traje de oficina sucio y desgarrado, claramente maltratado.
"Espero que volvamos a vernos, chico... si es que sobrevives". Lukas sonrió mientras tomaba al hombre por el cuello y lo lanzaba hacia Hiroshi. "¡Atrápalo!".
Hiroshi, debilitado pero enfocado, utilizó sus poderes psíquicos para detener al hombre en el aire, pero mientras lo hacía, Lukas ya había cruzado el portal. El último destello iluminó el pasillo, y la grieta se cerró justo delante de él.
"Maldición..." susurró Hiroshi, frustrado al ver cómo Lukas escapaba. El hombre que había atrapado estaba temblando, sus ojos llenos de terror.
"¿Estás bien?" preguntó Hiroshi, pero el hombre no podía responder coherentemente. "Aquí Nakamura. Tenemos un civil herido. Soliciten extracción y un equipo médico, rápido."
El hombre levantó la vista, su rostro deformado por el miedo. "Por favor... ayúdame..." murmuró, su voz entrecortada. "Sálvame... detenlo, por favor..." Su cuerpo comenzó a convulsionarse, gritos de dolor resonaron por el edificio mientras rayos eléctricos comenzaban a brotar de su piel. Hiroshi retrocedió, viendo con horror cómo el hombre comenzaba a emitir una luz negra por los ojos y la boca.
"¡MIERDA!" exclamó Hiroshi. En una fracción de segundo, levantó un campo de fuerza a su alrededor justo cuando una explosión de energía consumió al hombre. Una luz cegadora llenó el pasillo, seguida de una explosión devastadora.
Desde el exterior, los soldados vieron cómo una esfera de energía negra se expandía, vaporizando el edificio y arrasando todo a su paso.
Cuando la luz se desvaneció, lo único que quedaba era un cráter humeante donde antes había estado el edificio. Los soldados se acercaron con precaución, gritando el nombre de Hiroshi.
"¡Nakamura-san!" gritaron, pero no hubo respuesta inmediata.
Finalmente, desde el interior del cráter, los escombros comenzaron a moverse. Hiroshi emergió, su cuerpo cubierto de quemaduras y heridas, su brazo derecho completamente destrozado. Apenas podía mantenerse de pie, pero había sobrevivido.
"Nakamura-san, ¿está bien?" uno de los soldados se acercó rápidamente.
Hiroshi, con la respiración entrecortada, levantó la vista. "Comuníquense con el cuartel general... díganles que los Hijos de Darwin estuvieron aquí."
El helicóptero de emergencia llegó, iluminando el área destruida. Hiroshi, apoyado por los soldados, cerró los ojos mientras la gravedad de lo que acababa de suceder pesaba sobre él. Esto era solo el comienzo.
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