Angel
¡Baam! Suena un golpe seco.
– ¡Auch! Eso dolioooo – me quejo – Diooos, estaba a punto de matar al dragón – miro el reloj y noto que la alarma que puse la noche anterior aun no suena, me levanto del suelo, me acuesto en la cama una vez más, cierro los ojos y trato de retomar el sueño en donde se quedó como si se tratara de darle play a una película a la que le puse pausa para ir por más palomitas. Pero después de muchos intentos me doy por vencida, igual que las cientos de veces anteriores en que lo intente, así que me recuerdo a mi misma que no tengo la habilidad de controlar mis sueños, cosa que sería rara si pudiera, dado que apenas y puedo controlar lo que pasa en mi vida. Suspiro.
– ¡Baja de una vez! ¡Si no te apresuras vas a llegar tarde! – Grita mi mamá desde el piso de abajo. Un don que tienen las mamás es que no importa en donde esten siempre podrás escucharlas. Como sea, la ignoro y me quedo viendo el techo durante dos minutos hasta que suena mi alarma, y cinco minutos después por fin hago el esfuerzo de separarme de la almohada y sentarme en la cama, un esfuerzo que no dura mucho, ya que, acto seguido me dejo caer en mi almohada la cual después de una noche de desvelo parece estar rellena de plumas de pato envueltas del algodón de la mejor calidad que pudiera existir. Cierro mis ojos y dejo que la suavidad y calidez de mi sabana me envuelva.
– ¡ANGEEEEEL! ¡YAAA! ¡BAJAAAA!
Vuelvo a abrir los ojos y suspiró una vez más antes de por fin levantarme. Afortunadamente me conozco y sabía que esto pasaría, es por eso que me preparé de antemano y me dormí con la ropa ya puesta, una camisa simple, unos jeans azules y como toque final me pongo la sudadera de siempre y unos tenis que combinen. No es que no me guste arreglarme, me encanta, digo, soy una chica y no hay chica en el mundo a la que no le guste arreglarse y lucir bonita, pero hay días (como hoy) en los que simplemente prefiero la comodidad. Me lavo la cara y los dientes, me cepillo el cabello y lo ató con una liga, tomó una carpeta con papeles y salgo de mi habitación.
Al bajar las escaleras hasta el primer piso me dirijo a la cocina en donde está mi mamá y paso al lado de mi hermano que se encuentra en el comedor disfrutando de su desayuno. Me voltea a ver.
– ¿Tú?¿Aquí?¿A esta hora? Tal vez debería llevar un paraguas, seguro llueve – le digo con tono sarcástico mientras sonrío, él no suele madrugar, en especial porque aún está de vacaciones. Es un año mayor que yo y acaba de pasar a su segundo año de universidad, lo único de lo que tiene que preocuparse es de estar al pendiente de las fechas de reinscripción, trámite que no le tomará más de diez minutos hacer desde su computadora en la comodidad de su habitación. En cambio, yo he estado buscando universidad desde el año pasado y después de mucho investigar por fin encontré una de mi agrado, hoy por fin voy a ir a entregar la documentación correspondiente para mi inscripción y a participar en un recorrido por las instalaciones.
Mi hermano me dirige una sonrisa burlona y deja caer los hombros. – No te preocupes, a pesar de que ya es tarde tú sigues aquí, es lo de siempre, así que ten por seguro de que no lloverá, pero apuesto a que habrá mucho sol, te recomiendo que te lleves una gorra – se ríe – Me preocupa que después de semanas de no salir de tu cueva (habitación) la luz del sol pueda ser demasiado para ti y termines desapareciendo – Le hago una mueca con la nariz y él me regresa el gesto antes de girarme y continuar mi camino hasta mi mamá, aun lo escucho reír suavemente mientras come. Es un tonto, pero es el tonto que me toco como hermano, no tengo más opcion que quererlo.
– Buenos días – Me abalanzó hacia mi mamá y la brazo por detrás de la cintura y a pesar de que ella no es muy alta me pongo de puntillas y le doy un beso en la mejilla, no me gusta admitirlo, pero soy ligeramente más baja que la media, sólo ligeramente, aunque mi hermano dice que soy una enana y eso definitivamente no es cierto, es solo que él es muy alto, siempre he pensado que el se quedo con la mayoría de la altura que me correspondía.
Mi mamá voltea verme – Ya es tarde – dice – Yo también te amo – le sonrío y vuelvo a besar su mejilla. Me regresa la sonrisa y el beso. Está a punto de servirme el desayuno pero la detengo – Está bien, voy tarde, esto es suficiente – Levantó el vaso con jugo que me había servido y me lo tomó lo más rápido posible hasta casi atragntarme – ¿Estás segura de que no quieres comer algo? No hay problema si llegas un poco tarde – Me mira con ojos de preocupación que me hacen sentir mal. La verdad es que estoy tan nerviosa que siento que si como algo terminaré devolviendolo. Le insisto una vez más que estoy bien – De acuerdo – suspira – Ten mucho cuidado en el camino, me avisas cuando llegues a la universidad y cuando vengas de regreso, y cualquier cosa que ocurra llamame – Pone su mano derecha sobre mi hombro y coloca su mano izquierda en mi mejilla. Me mira fijamente, como si estuviera a punto de irme al otro lado del mundo y no nos fuéramos a volver a ver. Si bien es cierto que la universidad está algo lejos de casa y que tendré que mudarme antes de comenzar el semestre, creo que su reacción es un poco exagerada, después de todo aun podremos vernos seguido. Pero bueno, no voy a negar que, el que se preocupe tanto me hace feliz.
Estiro mis brazos para poder rodear su cuello y darle un fuerte abrazo – Voy a estar bien, lo prometo – Le respondo con una enorme sonrisa en el rostro. Después de unos segundos me separo de ella. Agarro mi bolsa y la carpeta con mis documentos. Me despido de mi mamá y mi hermano una vez más y les dedicó una última sonrisa antes de salir de la casa.
Estando en la universidad me doy cuenta de que todo es mejor de lo que había imaginado, los edificios son enormes, las áreas verdes hermosas y las personas amables. Si alguna vez existieron dudas en mi mente de haber elegido la universidad incorrecta, la visita y el recorrido hicieron que desaparecieran. Lo único que queda por hacer ahora es realizar los trámites finales para la inscripción.
Ahora estoy en la sala de espera, es un cuarto cerrado con paredes de color blanco y piso de un tono gris claro, tiene grandes puertas y ventanales de vidrio que hacen que la habitación parezca más grande de lo que es.
– (suspiro) (Haaa que nervios)
No puedo dejar de mover la pierna, veo como las personas que llegaron antes que yo entran a la oficina mientras que otros salen, mi turno se acerca y el reloj que hay en la pared no deja de sonar “Tic Toc” ”Tic Toc” poniéndome cada vez más ansiosa y haciendo que mi corazón se acelere. Dejo de pensar en eso y me pongo a repasar lo que voy a decir en mi cabeza, una y otra vez rezando por no equivocarme y terminar cometiendo un error, aunque lo más probable es que se me olvide todo lo que quería decir y termine balbuceando alguna tontería. Dios, por favor, solo quiero terminar con esto de una vez por todas y regresar a casa. Suspiro.
No se cuanto tiempo ha pasado, pero se sintió como una eternidad, ha pasado un rato desde que la persona que estaba por delante de mí fue llamada y pronto será mi turno. Los nervios que sentía hace un momento vuelven a transformarse en emoción. De repente la puerta frente a mi se abre y a través de la puerta se asoma una chica con una enorme sonrisa en el rostro mientras se despide de la persona dentro de la habitación en la que estaba, ella cierra la puerta, da unos cuantos pasos hacia donde estoy yo, posa su mirada en mí y sin que su sonrisa desaparezca me dice – Es tú turno – en ese momento la emoción regresó a ser nervios, pero trate de que no se notara, le regrese la sonrisa y le di las gracias, ella me deseó buena suerte y se fue.
Me levanté de la silla en la que estaba y mientras caminaba podía sentir como mi cuerpo temblaba y mis manos sudaban, me detuve frente a la puerta, sentí que que estuve de pie durante varios minutos, aunque probablemente no fueron ni cinco segundos, estire mi mano para agarrar la manija de la puerta, la gire y emp…….
– ¡¡¡AAAHHHHHHHH!!! ¡¡¡AAAHHHHHHHH!!!
El sonido hace que me sobresalte y me doy la vuelta inmediatamente – ¿Esos son …….. gritos?
Continuará …..
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