Al salir vi el auto de mi jefe estacionado frente a la camioneta de papá y sonreí amplio abriendo la guantera del auto de Marcus, conociéndolo de seguro tiene una navaja y cómo lo pensé, si la tenía.
-Hey... ¿a dónde vas con eso, enana? —me dijo Frank mirándome.
-Solo voy a darnos más tiempo... y en serio debo de hacerlo si no quieres que un día de estos lo mate. —le dije mientras me acercaba al auto de mi tarado jefe.
-Me gusta la venganza, así que rápido. —sonríe y se aleja un poco para ver que nadie se acerque. —hazlo ya, está todo despejado.
-Es que es un idi*ta, en serio. —sonreí enterrando la navaja en las dos llantas del lado derecho y rayé la puerta un poquito, casi ni se ve. —esto es para que aprenda.
-Creo que te pasaste un poco. —ríe Frank subiendo al auto de Marcus y yo hago lo mismo. —pero por lo que se dé, él es bastante arrogante.
-Neh... ni se ve. —solté una carcajada ya que el rayón es bastante grande. —es eso y mucho más, no lo soporto.
Durante el camino estuvimos platicando y poniéndonos un poco al corriente de nuestras vidas, obviamente omití varias cosas, veinte minutos después llegamos a la oficina bajamos del auto y cuando estuvimos a punto de entrar, pero el guardia de seguridad nos llamó, creo que se llama... ¿Ernesto? «Juan, pend*ja» ¡Ah sí cierto! Gracias vocecita rara.
-Buenas tardes señorita Allison, ¿qué hace tan tarde por acá? —dijo Juan acercándose a nosotros, ¿señorita yo? ¡Ja! Que gracioso se escucha eso.
-Hola Juan, lo que pasa es que olvide unos documentos muy importantes y ya sabes cómo es mi jefe, si no los tengo listos es capaz de correrme. —le digo haciendo un puchero.
-Está bien señorita, pase, pero por favor no tarde mucho. —subimos rápido al ascensor y en cuanto llegamos saqué las llaves de la oficina abriéndola, Frank dejó la maleta negra en el escritorio empezando a sacar todo los micrófonos y cámaras.
-Manos a la obra, nena, tu comienza a poner los micrófonos y yo me encargo de las cámaras... ¿pero si recuerdas cómo o tengo que explicarte? —ruedo mis ojos al escucharlo y sacó la caja donde estaban los pequeños micrófonos.
-Cállate imbéc*l, claro que lo recuerdo y también recuerdo que soy mucho mejor que tú. —le saqué la legua, él sabe que odio que se burlen de mí.
-Bueno ya, a trabajar nena, que no debemos de perder el tiempo. —y así lo hicimos, mientras el colocaba las cámaras en diferentes lugares yo comencé a poner los micrófonos en las lámparas, cerca del sofá y en el teléfono, interceptamos las cámaras de seguridad al igual que su computadora.
Después de media hora terminamos, pero antes de salir tomé los papeles que me faltaban, era verdad lo que le dije a Juan, tengo mucho trabajo y lo odio. Salimos del lugar subiendo de inmediato al auto mientras sonaba el celular de Frank.
-¿Quién es? —le piqué la costilla a Frank riendo al sentir que me dio una palmada en la mano y colgó. —no hagas eso, odio que me intenten hacer cosquillas.
-Era papá, dijo que ya salió del restaurante con esa rubia que está más bueno que... —fruncí mi ceño al escucharlo y le di un golpe en la cabeza.
-No está buena, ni siquiera esta bonita y se nota que es una... —gruñí cruzándome de brazos, a este pend*jo le faltan lentes. —no importa, cállate.
-¿Y qué? Tú no lo eres. —dijo riendo... a este lo aviento del auto. —es broma, solo quiero hacerte enojar. —se cubrió con su brazo cuando levanté mi mano.
-No digo que sea una santa, pero ella me gana, además tipas como esa andan por dinero con bab*sos como Matt, andan de rogonas y en cambio a mí me ruegan. —ruedo mis ojos mirando por la ventana, ja... yo cómo esa, pend*jo.
-Eso suena a celos... ¿sabes? Te extrañe demasiado, enana. —dijo tomando mi mano y dándole un beso... espera celosa ¿yo? —además no sabes si es su novia, amante o qué.
-En primera llevo casi nada de hablar con él, en segundo ni loca sentiría celos de esa, en tercera no sentiría nada por un idi*ta cómo ese y en cuarto lugar no empieces con sentimentalismos que esas porquerías no van conmigo. —le dije apartando su mano y me crucé de brazos.
-No porque Troy te hiciera daño quiere decir que todos seamos iguales. —me dijo enojado apretando el volante. —no veo por qué exagerar tanto, es algo normal que después de tanto te extrañemos.
-Tú sabes perfectamente que no es solo por eso, además es mejor así para qué voy a dejar que jueguen conmigo si yo soy quien puede jugar con ellos. —sonreí ampliamente mirándolo.
¿Pero por qué? Lo dices como si no te importaran los sentimientos de los demás... ¿desde cuándo eres tan cruel? —me miró de reojo frunciendo su ceño.
-No soy cruel, solo he aprendido a usar menos el corazón y además sabes muy bien que en nuestro trabajo no importan los sentimientos, menos los propios. —apreté mi mandíbula mirando por la ventana, ya que eso me dijo, él cuándo murió Liam.
-Nena... ¿qué te ha pasado en todos estos años? —dijo mientras estacionaba el auto cosa que aproveche para salir casi corriendo, pero aun así él iba atrás de mí, al subir al elevador ninguno dijo nada, él sabe muy bien que si me presiona no voy a decirle nunca, si les contaré... después aún no estoy lista, pero en fin en cuanto las puertas del ascensor se abrieron ambos caminamos a la habitación y entramos.
-¡Por fin llegan! De seguro la enana condujo y lo hace como abuelita. —dijo Jasón, si supieras Jasón.
-¿Si supiera qué? —me preguntó frunciendo su ceño y lo observé confundida... ¿me leyó la mente o qué?
-¿De qué hablas tarado? —me siento en el sofá dejando mis cosas en la mesa de noche que estaba en frente.
- No lo sé, tú dijiste "Si supieras Jasón" —dijo imitando mi voz, nota número dos... debo de aprender a no hablar en voz alta «apuntado mensa» gracias, conciencia.
-Agh... de nada y yo no hablo así, imbécil. —Le aviento el cojín en la cara. —además ya me tengo que ir, tengo mucho trabajo que hacer. —Bufé Mirándolos.
-No, quédate nosotros te ayudamos a terminar lo que te falta. —es una tentadora oferta y más porque estoy agotada, además, aunque no parezca el dolor de la costilla me mata.
-Está bien, pero tienen que hacerlo perfecto, no quiero que ese imbécil me vaya a regañar o ahora si se queda sin cabeza. —gruño sentándome en el suelo.
-Oh vamos, nosotros lo hacemos todo perfecto porque somos perfectos. —me dijo Bryan sonriendo arrogante.
-Aja... como sea, a trabajar que es mucho lo que falta. —les entregué una carpeta a cada uno y empezamos a trabajar, ya ni se cuanto a pasado, pero ellos se quedaron dormidos al igual que yo.
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