-Listo señor, ya nos podemos ir. —en cuanto le dije eso, él salió y nosotros lo seguimos. Al llegar abajo, Pedro metió la maleta en la cajuela, después se acercó a mí y me besó obvio le correspondí, aunque fue extraño, nos separamos gracias a que alguien me jaló del brazo y me aventó dentro del auto... ¡me aventó, no lo puedo creer! — ¿Por qué hizo eso? —le dije enojada, quien se cree que es.
-Se hace tarde cómo para que esté perdiendo el tiempo con sus cursilerías. —de alguna manera tengo que quitarle esa manía de gritarme, en todo el camino no le dirigí ni una sola palabra me dediqué a ver por la ventana, aunque no hubiera nada interesante.
Al llegar entramos al aeropuerto, al parecer iremos en el avión privado de la empresa. Subimos en el avión y nos atendió una azafata la cual no le quitaba la vista a mi jefe y él no se quedaba atrás, se la tragaba con la mirada, es un bab*so, estúp*do, imbéc*l, idi*ta, pend*jo ¡agh! ¡Okey ya me calmo! «No le des más importancia Allison mejor vete a sentar» Por primera vez le hice caso a mi conciencia, así que me fui a sentar casi al fondo del avión, mejor tengo que pensar en algo para no salir demasiado del hotel, si él se llega a enterar que estoy aquí me va a ir muy mal, Maldita Sea, ¿ahora qué hago? ... primero tengo que hablar con Tato. Estaba a punto de levantarme, pero mi jefe se puso delante de mí impidiendo el paso, genial.
-Señorita Allison ya vamos a despegar tiene que sentarse. —me dijo, ¿enojado? ¡La enojada debo ser yo! Me reclama por un maldito beso y él sí puede coquetear con la estúp*da azafata.
-Solo iba a hablar por teléfono, señor. — ¿lo podré aventar del avión? Quizás sí, pero mi papá me va a regañar. — ¿me da permiso de pasar? ... por favor. —esas palabras me causan bilis.
-No me interesa, ya quédese quieta y no hable. —en serio ya me cansó. —no quiero escuchar una sola palabra más, se queda sentada en su lugar.
-¡No soy una maldita niña de 5 años para que me hable así! ¡Usted callase, ya me tiene harta! —le grité enojada, la verdad la, pero ya no podía más, ya había aguantado demasiado.
-Primero que nada, jamás me vuelva a levantar la voz, segundo siéntese que vamos a despegar y tercero no quiero escuchar su voz en todo el vuelo, digo si es que quiere conservar su trabajo. —respira Allison... ya le darás lo que merece.
-Si... Señor. —le dije entre dientes y me senté «cuenta hasta diez... mejor hasta veinte, Allison tranquila» me dije a mi misma ya que si no lo hago estoy segura de que lo voy a tirar del avión, así que mejor saqué mis audífonos colocando una canción de Melendi, son mis favoritas y cerré los ojos cantando en mi mente.
-¡Señorita Allison! — ¿soy yo o alguien me habla? Cómo sea, mejor sigo en lo que estaba. — ¡Maldita sea ya cállese! —fue lo que escuché cuando me estiraron los audífonos... Ush... de seguro ya me los descompuso con el jalón.
-Hey... ¿qué le pasa? —El estúp*do de mi jefe me arrebató el celular junto con los audífonos. —Oiga... eso es mío y no tiene ningún derecho de quitármelo, es privado.
-¿Qué me pasa? ¿Qué le pasa a usted? ¡No puede tener la maldita boca cerrada! No ha dejado de cantar desde que despegamos. —ups al parecer no estaba cantando en mi mente cómo pensaba.
-¡Agh! Pues perdón, pero si tanto le molestó se hubiera cambiado de asiento. —están demasiado asientos vacíos cómo para que esté junto a mí, es su culpa no mía. — ¿para que se sienta a mi lado?
-Mejor dígame que son ese tipo de canciones que escucha, ¿cómo que yo lo quemo, yo lo fumo? —me miró frunciendo su ceño. — ¿qué clase de música es esa?
-Oh... ¿a poco usted también hace eso? pensé que no se metía esas cosas. —le dije sólo para joderlo... soy mala, aunque por su cara no le agrado lo que dije.
-¿QUÉ? ¿CÓMO QUE TAMBIÉN? ¡¿TU CONSUMES DROGAS?! —me gritó, casi hasta se queda sin voz y a mí me deja sorda. —no puede ser posible que sea tan inconsciente y admitirlo frente a mí.
-¡Claro que no! ¡Era broma! No aguanta nada, que exagerado... —le dije y me crucé de brazos, al parecer con eso se relajó un poco. —no consumo drogas.
-Más le vale que no lo haga, yo no quiero una drogadicta en mi empresa. —porque siempre tiene que decir algo que me cabrea. —ya mejor quédese callada, no quiero escucharla más.
-Pues si no confía en mí entonces, ¡renuncio! Llegando tomó un vuelo de regreso a Nueva York y no me vuelve a ver. —le grité levantándome del asiento y me fui corriendo hacia el baño, le puse seguro y me senté en el suelo, comencé a maldecir a casi todo el mundo ya que me acordé a donde voy, iba a sacar el celular, pero no lo traigo, me di una bofetada mentalmente porque recordé que el señor Carpenter tiene mi celular «mie*da, ¿eres bab*sa o qué?» calla, ¡tiene mi celular! Digamos que tengo cosas un poco indecentes para él, me levanté de inmediato y me acerqué con cuidado de que no me viera y vi que mi celular lo tenía en el bolsillo del saco, no por nada me llaman Kitty patitas suaves, eso lo vi en el gato con botas, ¿qué? Yo también puedo ser infantil, en fin, lo saqué con cuidado de no despertarlo y en cuanto lo tuve en mis manos me fui corriendo al baño marcándole a Tato por WhatsApp al activar el wifi, por suerte esté avión si tiene.
-¿Dónde mie*da estás? fui a tu departamento y no te encontré. —apenas contestó y ya me está gritando, maldito todo el que me grite. — ¿en dónde estás?
-¡No me grites, me vas a dejar sorda! —le dije mientras me sentaba en el suelo y recargaba mi cabeza en la puerta. —tuve que salir de inmediato del departamento, no me dio tiempo de avisarte.
-Responde... ¿dónde estás? —me dijo ya más calmado, pero sé que en cuanto le diga me va a querer matar. — ¿pasó algo? ¿necesitas ayuda? —asentí despacio, aunque no me viera.
-Estoy en.... un avión rumbo a Italia, ¿no te he dicho lo mucho que te quiero? —le dije lo más rápido posible y mordí mi labio inferior con fuerza mientras alejaba un poco el celular de mi oreja.
-¿Qué? No te entendí nada, dímelo de nuevo, pero más despacio. —en serio por qué me pasa esto a mí. —dime con más calma, solo estás haciendo que me enoje más.
-¡Que estoy en un p*to avión rumbo a Italia! —en cuanto terminé de decirle no se escuchó nada, ¿se desmayó o qué? — ¿Tato? ¿me escuchaste? —pregunté frunciendo m ceño.
-¿PERO QUÉ MIE*DA TE PASA? ¡ESTAS LOCA TE VAN A MATAR EN CUANTO PONGAS UN PIE! —no, sigue vivo, creo que solo agarró aire para poderme gritar muy fuerte. —no salgas del aeropuerto.
-Qué querías que hiciera si mi maldito jefe me ordenó que lo acompañara. —si hago esto puedo hacer que mi papá me ayude en algo que necesito, así que no me conviene salir de esto yo sola. —necesito ayuda, solo tú me puedes ayudar.
-Pues muy fácil... ¡lo hubieras mandado al diablo! —estoy segura de que está rojo del coraje y con su ceño fruncido a más no poder. —maldita sea, Allison, sé qué te vale mie*da todo, pero esto es demasiado.
-No puedo, después te cuento, ahora dime cómo salgo de esta. —ninguno de los hombres de Antonio me puede ver, si lo hacen me doy por muerta. —no me vale, es complicado de explicar.
-Mira, ahorita no se me ocurre nada, deja ver qué puedo hacer y en cuanto llegues no salgas del aeropuerto, inventa algo, ¿entendiste? —asentí angustiada.
-Sí, por cierto, un amigo va a correr en mi lugar, ahorita te paso su número. —le colgué saliendo del baño y me fui a sentar mientras le mandaba el número de Pedro, me senté lejos de mi jefe, no puedo creer que esté de nuevo en Italia... estoy segura de que no será nada lindo estar aquí...
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