*Narra Allison*
¿Ustedes han tenido esos momentos en donde no sabes que decir? ... por un momento la mente se bloquea y no puede pensar en nada. Eso es lo que me está pasando en estos momentos, no sé qué decir o hacer, una mala mentira y creo que cualquiera de los dos me va a matar, en frente de mí está Antonio él es, ¿cómo decirlo? ... digamos exnovio y ex socio de algunos negocios que terminaron muy mal, ¡también está mi jefe! Es quien me preocupa porque tiene una cara de querer matar a alguien, pero no sé si es a Antonio o a mí.
-Te estoy esperando, ¿cómo es que conoces a Antonio Bradley? —dijo mi jefe y mordí mi labio inferior nerviosa, no quiero decirle quién es, no me conviene hacerlo, eso me traería demasiados problema.
-Eee... bueno lo... lo conozco desde hace tiempo y ya. —lo sé, lo sé patética, pero Antonio me mira cómo si me quisiera matar, mi cerebro no reacciona.
-Te pregunté que cómo es que lo conoces, no desde cuándo. —me dijo entre dientes y cuando apenas le iba a contestar Antonio colocó sus manos en mis hombros. —responde.
-Tranquilo Carpenter, Allison y yo nos conocemos porque es mi ex prometida. — ¡Car*Jo! ¿Cómo se le ocurre decirle eso? jod*r... no tengo tiempo para preocuparme por esto, ahora lo importantes es que mi jefe y yo salgamos vivos de Italia.
-¡Allison entra a la habitación ahora! —me dijo enojado o mejor dicho furioso. —dije que entres. —sentí que se le iba a reventar la vena del cuello al verla tan saltada.
-Pero ¿para qué qui... —fruncí mi ceño mirándolo mal cuando apretó mi brazo interrumpiéndome, sin embargo, no puedo decirle nada, aunque lo que menos le conviene es ponerle una mano encima a Antonio.
-¡Te estoy diciendo que entres ahora! —me habló molesto y yo lo miré entrecerrando mis ojos, pero no me quedo de otra que entrar. —tengo que hablar en privado con él. —cómo odio a esté hombre.
En cuanto entré a la habitación él cerró la puerta tras de mí y quedándose solo con Antonio, cosa que me dio pánico, comencé a patalear la puerta, pero no sirvió de nada... ya no sé cuánto tiempo llevo gritando, sin embargo, creo que trabó la puerta con algo ya que no la puedo abrir, así que lo único que se me ocurrió fue salir por el balcón, al salir miré para ambos lados para observar por dónde podría escapar.
Encontré otro balcón, así que salí con cuidado de no caer, ya que si lo hago voy a quedar como caca de paloma y eso no es bueno... en fin, saqué un pie, después el otro sujetándome del borde saliendo completamente, me fui por toda la orilla del balcón, cuando estaba a punto de llegar mi pie se resbaló, pero por suerte me alcance a sostener del otro balcón, al impulsarme logré entrar, abrí la ventana, por suerte estaba abierta, así que entré mirando que no hubiera nadie, luego de asegurarme de que la habitación estuviera vacía corrí hacia la puerta y en cuanto la abrí mi boca quedó en el suelo por lo que estoy viendo... ¡¿qué car*jo?! Según yo preocupada porque Antonio le haga daño a mi estúp*do jefe y los dos están conversando muy felices... cómo veo que se llevan bien no creo que Antonio le haga daño, por lo menos no ahora, así que voy a aprovechar para salir de este maldito hotel... lo mejor será buscar algo de ropa para cambiarme, cerré la puerta con cuidado de que no me escucharan y en cuanto lo hice fui directo al armario a ver si había algo, ¡bingo! Encontré una sudadera gris, también un pans, me los coloqué encima de mi ropa, me volví a asomar y ellos todavía estaban ahí como sin nada platicando, me coloqué el gorro que tiene la sudadera respirando profundo antes de salir caminando según yo cómo un hombre hasta llegar a las escaleras de emergencia, en cuanto entre bajé corriendo, Aunque varias veces estuve a punto de caer gracias a los malditos tacones, me reiría en estos momentos por cómo voy vestida, pero no tengo tiempo, al llegar afuera caminé por un callejón quitándome la ropa mientras la aventaba por doquier, comencé a correr, pero no llegue muy lejos ya que alguien me sujetó del brazo y después me estampo contra la pared... mie*da.
-¡Suel... domar... Imbéc*l! —hablé con dificultad porque un maldito idiota me tenía contra la pared y sujetándome del cuello. —déjame si no te quieres meter en problemas. —forcejé, pero no sirvió de nada.
-Lo siento nena, pero tienes que venir conmigo. —me dijo el mastodonte ¿y ahora qué hago? —mi jefe quiere hablar contigo. —últimamente siento que la mala suerte me persigue, todo por culpa de mi jefe.
-¡¡Pedazo de animal no me toques!! —le di una patada en los bajos y me fui corriendo, pero el hijo de perra me alcanzó jalándome del cabello y me dio un puñetazo en el estómago para después cargarme en sus hombros.
-Eso que acabas de hacer te va a costar muy caro. —me dijo entre dientes y yo golpee su espalda, después de que me dijera eso me aventó dentro de un coche. —Quédate quieta. —ordenó el orangután al entrar.
-¿Quién es tu jefe? ¿Qué mie*da quiere conmigo? ¿a dónde me llevas? —lo miré mal acomodándome en el asiento. —si no te quieres meter en problemas será mejor que me dejes ir.
-No te hagas la estúp*da, sabes muy bien quién me mandó a buscarte. —solo falta que me orine un perro para que este día sea perfecto. —lo único que te diré es que quiere hablar contigo por las buenas o por las malas.
-¡Pues dile a Antonio que tenga los pantalones para buscarme y no que mande a sus maldit*s puercos! —después de que le dije eso solo sentí que me ardió la mejilla, el muy imbéc*l me volvió a pegar.
-¡Solo te advierto que aproveches esa mano por que muy pronto no la tendrás! —le dije al mal nacido, nadie vive después de ponerme una mano encima de esa manera.
-Que dices estúp*da, en cuanto lleguemos te voy a enseñar lo que te va a hacer esta mano. —dijo tocando mi pierna, yo de inmediato me alejé de él levantando mi rostro.
-Solo te advierto que entre entre más me toques más vas a sufrir. —le escupí en la cara y de nuevo me golpeó, pero esta vez se quitó la corbata y me amarro las manos... cordial.
-Tranquila fiera que ya estamos a punto de llegar. —habló sonriendo y miré por la ventana, estábamos llegando a una mansión que conozco como la palma de mi mano. — ¿Qué? ¿acaso pensaste que jamás volverías a verlo? —me preguntó burlándose de mí, idi*ta no sabes lo que te espera.
-Mmm... De hecho, eso pensaba, pero ahora que lo voy a tener enfrente creo que tal vez y recordemos los viejos tiempos. —le dije sonriendo y mordí mi labio inferior, aunque realmente estoy un poco asustada de lo que me espera.
-Eso crees tú, él ya no es el mismo ingenuo que podías manipular a tu antojo, mocosa. —dijo mirándome furioso y levanté una ceja observándolo con atención. — ¿Qué tanto me miras?
-Oye tranquilo... ya sé, es tu novio por eso hablas así de él. —no me pude contener y solté una carcajada. — ¿Estás celoso? Ahora entiendo todo, tranquilo, solo nos vamos a divertir un rato y luego será todo tuyo.
-Mira estúp*da, di lo que quieras no me interesa lo que pienses. —el auto se estacionó y él me bajó a empujones hasta llegar a la puerta, al entrar Maggie estaba bajando las escaleras cuando me vio casi se desmaya.
-¡Tú! ¿Qué haces aquí? —me miró dolida, Maggie es la hermana de Antonio, la lastimé demasiado cuando yo me fui, pero no tenía opción, era irme o matarlos, le hice un enorme favor al huir de aquí. — ¿Cómo te atreves a venir después de lo que hiciste?
-¡¡Daaah!! ¡Obvio que soy yo, ni que fuera un fantasma! y no creas que estoy aquí porque quiero, bab*sa. —le dije mirándome las uñas restándole importancia. — ¿Yo hice algo? Oh vamos que tu hermano sea un criminal no es mi culpa.
-¡No te atrevas a hablarme así! —bajó enojada y se puso enfrente de mí, así que la miré levantando una ceja. —no me vuelvas a llamar así, no eres más que una maldita ladrona, tú eres la criminal, no mi hermano.
-Maggie no me caes tan mal, pero no se te ocurra volverme a gritar, porque si antes era cruel ahora soy mucho peor. —le dije dando un paso más hacia ella y solo retrocedió, así me gusta que me teman. —aunque no quieras verlo tu hermano es un criminal, un ser horrible.
-Ya basta de charlas vamos arriba. —el mastodonte me empujó hasta subir las escaleras y me aventó dentro de un cuarto, salió dejándome encerrada.
Desaté la corbata con mis dientes y traté de buscar una salida, pero nada, las ventanas estaban cerradas, incluso también la ventana del baño, así que no me quedó de otra que sentarme en la cama. No sé cuánto tiempo llevo aquí, pero ya me aburrí, mis pensamientos fueron interrumpidos por el ruido de la puerta que fue azotada muy fuerte y dándole paso a un bonito Antonio enojado o mejor dicho furioso... «Allison estás en serios problemas» lo sé...
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