En estos momentos me gustaría seguir a lado de mi estúp*do jefe, aunque me regañe cada 5 minutos creo que es mejor que estar aquí, a lo que me refiero es que tengo en frente a Antonio, si no me falla mi sexto sentido me quiere partir en mil pedazos y eso no es bueno, estoy muy joven para morir.
-Te extrañe. —murmuró mirándome algo ¿triste? ... no me lo esperaba, ¿será una trampa? ¿Se estará muriendo? ¿Por qué me extraña? —Amore mio... no me mires así, en verdad te extrañe.
-¿Wtf? Pensé que me dirías "maldita perra vas a morir" o "te voy a partir en pedazos hasta que mueras de dolor" —fue estúp*do decir eso, pero no lo pude evitar, lo que dijo me sorprendió. —no que me extrañas, ¿cómo por qué hacerlo?
-No creas que no o pensé, pero no te puedo hacer daño a pesar de lo que me hiciste. —se paró en frente de mí y tragué saliva mirándolo a los ojos al sentir su mano acariciar mi mejilla. —Amore mio, sei così bella. —siento algo de náuseas cuando me llama "amor mío"
-Eee... sobre eso... ya te puedo devolver todo tu dinero, hasta con intereses. —le dije mostrándole mi mejor sonrisa. —tengo suficiente, solo dame un número de cuenta para transferirlo, te juro que lo tendrás.
-¿Sí? ¿Y ahora a quién le robaste ese dinero? Además, no es solo el dinero, me hiciste perder mucho más al quemar toda la droga que estaba en el almacén. —UPS... eso si va a ser difícil de conseguir. —la reputación que perdí por tu culpa me costó demasiado recuperarla.
-Mmm... Dame 48 horas y te consigo los 100 kilos de droga que te quemé. —le dije lo más creíble posible, porque ni de chiste se la entregó y porque no creo que pueda conseguirla tan fácil.
-Eso suena tentador... pero me vas a deber más que eso si quieres salir viva de aquí. —cuando me dijo eso sentí un escalofrío por todo el cuerpo, ya sentí los golpes, el dolor que me va a causar y aún ni me pone un dedo encima.
-Oh vamos, acabas de decir otra cosa. —fruncí mi ceño mirándolo. — ¿No que no me ibas a hacer daño? —le pregunté con un poco de esperanza de que solo estuviera jugando.
-Yo no lo haré, jamás te pondría una mano encima... lo harán mis hombres. —dijo sonriendo y mi esperanza murió... ¡Maldito! —sabes mejor que nadie que me tenías en tus manos, pero ahora, ahora yo te tengo en mis manos y está vez no escaparas.
-No esperaba más de ti, ¿qué demonios quieres? —es mejor que me diga de una vez, para que tanto rollo. —no me trajiste solo para amenazarme o porque me extrañes, ya dime que quires.
-Eres secretaria de Matt, harás todo lo posible para que él acepte todo lo que el nuevo socio proponga. —espera... creí que él era el nuevo socio, ¿entonces quién carajos es? —esa mirada es cuando tu cabecita está tratando de entender algo, pero entre menos sepas mejor. —al contrario, necesito entender más para hacer lo que papá me pidió.
-No creo que sea tan fácil, mi jefe me odia, no tienes la menor idea de lo mal que le caigo y él a mí. —frunzo mi ceño levantándome de la cama. —se pasará por el c*lo todo lo que yo le diga.
-Pues tú sabrás lo que tienes que hacer para que él te haga caso. —otro más que me dice lo mismo, si no estuviera en esta situación ya la hubiera golpeado hasta cansarme. —tiene que aceptarlo todo, ¿entiendes?
-¿Que mierda quieres que haga? ¿Qué me acueste con él? Porque si es así n... —gruñí mirándolo cuando me tapó la boca con su mano y traté de empujarlo, pero solo afirmó su agarre.
-¡ESO NI LO PIENSES! —de un momento a otro ya lo tenía arriba de mí y sujetándome las muñecas encima de mi cabeza al tirarme en la cama. —no te vas a acostar con él, está rotundamente prohibido que lo hagas.
-¡Hey! suéltame solo iba a decir que no pensaba en hacer eso. — «aunque no sería mala idea» ... ¡cállate ni se te ocurra pensarlo! —no estoy dispuesta a meterme con ese hombre, ya te dije que lo odio y él a mí.
-Más te vale, aunque ya paso tiempo...tú sigues siendo mía. —me dijo eso me dio un escalofrío por todo el cuerpo. —nunca dejarás de serlo, menos ahora que has vuelto a mí. —que bien, el tiempo solo lo hizo más lunático.
-Sí, sí, cómo sea, ¿ya me puedo largar de aquí? tengo cosas que hacer. —traté de levantarme, pero él solo hizo más presión contra mi cuerpo y mordí mi labio con fuerza, no debí dejar mi arma.
-Está bien, le diré Zack que prepare el auto. —se quitó de encima y en cuanto lo hizo me puse de pie, no quiero que se le ocurra hacerme otra cosa, tendría que matarlo y todo lo que debo de hacer se iría a la basura.
-Bien... —se me quedó viendo por unos segundos y salió, no debí de venir a Italia estoy segura de que esto me va a traer más problemas, en fin, algún día tenía que pasar, es ahora de enfrentar los errores que cometí en el pasado.
Tomé aire antes abrir la puerta, conozco esta mansión como la palma de mi mano, así que bajé las escaleras directo a la cocina, en cuanto entre la única que estaba es Maggie, ella iba a tomar una manzana y yo como la buena persona que soy me adelante a tomarla dándole una mordida.
-¿Qué es lo que quieres? ¿por qué volviste? —me gritó, aush...casi me deja sorda.—eres una descarada al aparecerte aquí cómo si nada. —frunció su ceño dando un paso hacia mí. —te quiero lejos de mi hermano.
-Te lo voy a repetir una vez más... ¡NO VUELVAS A GRITARME! ¿TE QUEDÓ CLARO? —la miré mal acercándome a ella, pero se alejó más. —no estoy aquí porque quiera, si aún no te das cuenta tu hermanito no es un santo y me trajo a la fuerza.
-¡Está bien, pero tú tampoco me grites! — ¿desde cuándo se volvió tan respondona? —aquí la única que no es una santa eres tú, eres toda una maldita, si mi hermano te trajo es porque debía de reclamarte todo el daño que le hiciste.
-Solo que te quede claro que no te corto la garganta en estos momentos porque no me conviene. —le di otra mordida a la manzana y después se la puse en su mano antes de salir y cuando estaba a punto de agarrar la perilla de la puerta sentí un golpe en la cabeza, ¡eso dolió! Me giré para ver quién había sido, vi la manzana tirada y desvié mi mirada hacia Maggie, tenía su rostro enrojecido del coraje, en serio quería reír por la cara que tenía, pero el hecho de que me golpeara me hizo enojar...eso no se lo voy a permitir.
-¿Que mie*da te pasa? ¿No entiendes o qué? —le grité, pero ella no dijo nada y corrió hacia mí, pero yo me quité y la agarré del cabello mientras con la otra mano la sujeté del cuello. —dos malditas veces te dije que no me gritaras, ¿y se te ocurre golpearme con una manzana? —le dije estirando su cabello hacia atrás y apretándole el cuello a un más fuerte.
-Suelta...m-mal..dita...perra. —me sorprende que todavía se atreva a insultarme, pero me voy a desquitar un poco. —no sabes lo que te hará mi hermano. —que amenaza más patética.
-Mmm...está bien. —le hice cómo si la fuese a soltar, pero en lugar de eso sólo agarré vuelo y le azoté la cara contra la puerta, de inmediato comenzó a sangrar de la nariz, creo que su cabeza hizo mucho ruido porque en menos de un minuto Antonio salió de su despacho mirándome entre sorprendido y enojado...esto va a complicar las cosas...pero ella se lo busco.
-¡Ella empezó! —fue lo único que se me ocurrió decir y la solté de inmediato levantando mis manos. —no fue mi culpa, lo juro. —hablando de patéticas, justo así me sentí, ¿qué demonios estoy haciendo? Soy tan patética.
-Cállate, no quiero escucharte. —mordí mi lengua con fuerza para evitar contestarle. —¡Josh! Ven aquí de inmediato. —él gritó y después llegó un señor de seguro es ese tal Josh.
-Dígame señor en que le puedo ayudar. —le dijo a Antonio y claro que me gané una mirada de desagrado.
-Lleva a Maggie a su habitación y cúrala de inmediato. —el tal Josh solo asintió llevándose a Maggie y yo solo me le quedé viendo, aparte de sangrona llorona lo que me faltaba, creo que no pude evitar sonreír al ver como subía las escaleras, pero cuando observé a Antonio borré mi sonrisa, creo que me quiere asesinar.
-¿Qué? ¡Ella empezó! ¡me golpeó con una manzana en la cabeza! —cuando grité eso solo escuché como Maggie me contradecía desde arriba y estaba a punto de subir para aventarla de las escaleras, pero Antonio me sujetó del brazo sacándome de la casa para después subirme al auto, en todo en camino nadie habló, se podía tocar la tensión que había aquí dentro... salí de mis pensamientos cuando el auto se estacionó en un callejón cerca del hotel.
-Bájate... —me dijo Antonio con una voz fría... eso no me gusta, ya sé lo que viene... respiré profundo y salí, estaba a punto de cerrar la puerta, pero él se bajó parándose en frente de mí, se agacho a mi altura, ya que él es mucho más alto que yo.
-Sólo te lo voy a advertir una sola vez... le vuelves a tocarle un solo cabello a Maggie y no sales viva, no importa cuánto amor te tenga, ella es primero. —Maldita sea tengo ganas de estrangularlo, pero por ahora no me conviene... espera, dijo, ¿amor?
-Está bien, no le haré nada. —le dije lo más creíble posible porque obvio voy a golpear mucho más a esa maldita estúp*da. —tienes mi palabra, no le tocaré una sola de sus extensiones.
-Muy bien, pero para que te quede claro de lo que te puede pasar. —él solo movió la cabeza y siento cómo me sujetaron de los brazos, después me tiraron al suelo... el aire se me fue ya que alguien me dio una patada en el estómago, después otra... no sé cuánto me golpearon, pero estoy segura de que escuche tronar algo.
-Espero que te haya quedado claro, si no te va a ir mucho peor, ¿me entendiste?—dijo quitando el cabello de mi rostro. —Amore mio, aspettati mie notizie molto presto. —habló sonriente, lo que menos quiero son noticias de él.
-... S... sí... —como pude le contesté y él se subió al auto largándose del lugar, respiré profundo, pero me dolió hasta donde no entra el sol. —pero en cuanto pises Nueva York serás tú quién esté en el suelo. —susurré apoyando mis manos en el suelo.
Me levanté a duras penas, que ni crea que esto se va a quedar así esta me las paga y muy caro, en fin, le caminé cómo pude hasta llegar atrás del hotel, iba a subir por las escaleras de emergencia, pero cómo hoy no es mi día de suerte, mi jefe estaba apoyado en su camioneta, en cuanto me vio parecía que había visto un fantasma, sin embargo, su rostro se comenzó a ver borroso hasta no verlo más...
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