¿Pueden hacer que se apague ese maldito ruido? En serio solo quiero dormir, ¡me siento fatal! Y esa cosa no deja de sonar, es cómo esas cosas que están en.... en los... ¿hospitales? Mi corazón creo que se quiere salir de mi pecho al pensar que estoy en un maldito hospital, pero mejor me calmo porque eso no puede ser, yo que recuerde estaba en el estacionamiento «¿no crees que sería mejor quitarte de dudas abriendo los ojos?» ¿y tú te puedes callar? yo los abro cuando quiero, estúp*da conciencia, ¡que por cierto no sirves para nada! Abrí los ojos y casi se me salen al ver que si estoy en el maldito hospital, ¡SÁQUENME DE AQUÍ! En cabeza era lo único que gritaba porque ni siquiera me puedo mover, además ese ruido cada vez se escucha más haciendo que ponga más nerviosa, ¿ustedes no le tienen fobia, pánico, terror o lo que sea a algo? Porque yo solo a los malditos hospitales, me estoy desviando del tema, respiré profundo quitándome todos los cables que tenía puesto y me levanté de la cama, comencé a buscar mi ropa lo más rápido posible ya que no quiero que vaya a entrar alguien, cómo si hubiera dicho todo lo contrario entró Tato... ¿Tato? ¡¿Pero qué caraj*s hace aquí?!
-¿Que mie*da haces aquí? —lo miré frunciendo mi ceño, él tampoco es del agrado de Antonio. — ¿cómo se te ocurre venir? No te pueden ver aquí, veté al aeropuerto.
-¡Deja de hacer tanto escándalo! Y cállate que si alguien viene ni de chiste te dejan salir. —dijo sentándose en la camilla y mirando mi rostro, de seguro estoy del asco. — ¿ese imbéc*l te hizo eso?
-Buen punto. —le dije susurrando no quiero que alguien me escuche, necesito salir de aquí ya. —él no, pero sus hombres sí, no es momento de contártelo, necesito salir ya, no quiero estar aquí.
-¡Tampoco tienes porque hablas así ridícula! —me dijo viéndome así cómo diciéndole, ¿en serio? —agradece que vine por ti, ¿por qué demonios tenías que venir? Es extraño que Antonio no te matara.
-¡Para tu maldito y vayámonos! —maldita sea no entiendo porque se queda como si nada. —ya te dije que luego te cuento, vámonos. —el estar aquí hace que sea más grosera de lo normal, pero tengo mis razones.
-Primero que nada, no es un maldito c*lo, no sabes cuánto me cuesta ponerlo redondito y paradito, segundo, ¿a poco te piensas ir así con todo tu c*lo aguado de fuera? —me dijo cruzándose de brazos, mmm... con razón sentía airecito.
-¡Primero que nada! ¡Mi c*lo no está aguado! Y segundo me deja cambio. —le dije y me fui casi corriendo tan rápido cómo un maldito caracol porque me duele todo mi cuerpo, en fin, lo único que quiero es salir de aquí, me cambié y al salir casi me da un infarto porque encontré a Diablo sentado en la camilla, él pues es digamos que es así cómo mi manager, él me dice en donde tengo que pelear y todo eso, además que fue como mi novio, sin serlo oficialmente porque solo era sexo, pero ya me estoy desviando el tema otra vez.
-Quita esa cara, parece cómo si hubieras visto al diablo. —dijo con una enorme sonrisa y yo solo ignoré su estúp*do comentario. —te ves horrible, ¿Antonio te hizo eso? Creo que deberías quedarte un poco más.
-Y tú quita esa cara que pareces mie*da de perro, además, ¿qué haces aquí? —le dije algo molesta y apreté mis puños, ya me quiero ir. —No me voy a quedar, no digas tonterías. —estoy hiperventilando.
-Todavía que vengo a salvar tu feo trasero me insultas de esa manera. —me dijo haciéndose el indignado y yo solo rodé los ojos. —aun me sorprende la manera en la que le temes a estos lugares, pero a otras cosas no.
-Bien... ¡solo necesito salir lo antes posible de aquí siento que el maldito cuarto se hace más pequeño! —no exagero, tengo mis razón para que estos lugares no me gusten. —es un cuento muy largo, ahora NO es el momento, vámonos.
-Nena tranquila, no pasa nada, cuantas veces te tengo que decir lo mismo. —dijo Diablo riéndose cosa que me puso más furiosa. —ya, no me mires así, es que no puedo evitar molestarte.
-Cómo sea... ¡no quiero estar aquí! —los miré mal y busqué mi celular el cual por suerte estaba en un cajoncito. —quiero salir, no sean payasos, vámonos.
-Tranquila porque después te van a escuchar y no quiero correr, estoy muy cansado por lo que estuve haciendo. —cómo si hubiera dicho todo lo contrario entró una enfermera y se quedó viendo.
-¿Qué está pasando aquí? Usted no debe estar fuera de la cama y ustedes no deben de estar aquí, no es hora de visitas, salgan inmediatamente antes de que llame a seguridad. —dijo la enfermera y respiré hondo.
-Está bien ya nos vamos, no haga escándalo. —le dijo Tato a la enfermera. —solo pasamos a saludar, creímos que aún era la hora de visita. — ¿por qué hablan tanto? Maldición.
Admito que me estoy alterando un poco, cuando pasa eso no pienso bien las cosas, así que lo único que se me ocurrió fue aventar a la enfermera y salir corriendo como loca, me valió si ellos me seguían o no, pero cuando mire atrás, venían burlándose de mí, ese par de imbéc*les, ¡ahg! No me voy a acabar las burlas después de esto, me detuve de inmediato al ver el pasillo del hospital ya que estaba completamente solo, me paralicé mientras Tato y Diablo me estaban hablando, pero se escucha cómo si estuvieran lejos.
-¡Eh! Te estamos hablando, ¿estás bien, Allison? ¿Me escuchas? ¡Reacciona! —sólo sentí una fuerte nalgada, pero sirvió para salir de mis pensamientos que no eran tan lindos que digamos, sentí como me cargaban, el que me cargo fue Diablo, me dijo que me acostara y cerrara los ojos en lo que salíamos.
-Owww... te estás volviendo muy tierno Diablo. —le dije burlándome de él mientras cerraba mis ojos y sonreí dándole unas palmaditas en su espalda. —que adorable eres, Diablito.
-Es mejor que te calles si no quieres que te amarres esa camilla y te deje en este pasillo. —en cuanto lo dijo, mi cuerpo se tensó y sentí cómo su pecho se movió al reír. —estoy tentado a dejarte aquí.
-Okey... retiro lo dicho. —le dije y me quedé calladita porque sé que, si es capaz de hacerlo y no tengo mucha fuerza para defenderme, así que mejor disfruto el paseó, me estaba quedando dormida cuando escuchamos que gritaron, miré de reojo y era mi jefe con varios guardias de seguridad. Mordí mi labio inferior ahogando un grito porque Diablo bajó las escaleras corriendo, eso es demasiado doloroso e incómodo.
-Nena perdón, pero tengo que correr si no te quieres quedar aquí, ¿puedes hacerlo sola o te sigo cargando? —me dijo mientras corría más rápido y yo estaba muriendo por dentro del dolor.
-Bájame... ¡estúp*das escaleras! —me bajó y comenzamos a correr como locos, Tato se adelantó brincando por las escaleras, es un maldito él sí puede y yo no, obvio porque me voy a jod*r más, seguí corriendo, pero bueno cuando llegamos al estacionamiento Tato ya venía con el auto, nos subimos y arrancó de inmediato... Lo admito amo a estos chicos, aunque sean idi*tas.
Mi respiración aún está acelerada y más al pensar qué demonios le voy a decir a mi jefe sobre quién me golpeó, además porque hui del hospital. Quién lo diría yo dando explicaciones, Tato me sacó de mis pensamientos golpeando mi cabeza... ¡hijo de su madre!
-Bab*so, ¿qué te pasa? No me toques. —le grité dándole un golpe en la cara. —me las van a pagar si se siguen burlando. —murmuré entre dientes al escuchar sus risas y ante esas tontas miras de burla.
-¡Ya déjame loca! Te estoy hablando y no me haces caso, ¿por qué mie*da nos abandonaste a nuestra suerte?... solitos, con el riesgo de que nos arrestaran y que nos lle... —no lo dejé termina su patético discurso ya que le di un golpe en brazo, pero me dolió cuando estiré mi brazo y él comenzó a reír.
-Eres un imbéc*l Tato, ¿además a dónde demonios vamos? —me acomodé en el asiento mirando a Diablo. —tu ni siquiera debes de estar aquí, a ti Antonio si te puede matar.
-Vamos a una casa que rente para curarte y después vamos a matar a esos malditos por lo que te hicieron, nena. —hago una mueca al escucharlo, ganas no me faltan, pero por ahora no se puede.
-Por ahora no va a ser así, Diablo, tengo que averiguar qué está pasando, todavía no sé qué tiene que ver mi jefe con ellos. —frunzo mi ceño desviando mi mirada hacia la ventana. —estoy confundida, hay tantas cosas que debo descubrir y no tengo ganas de hacerlo, pero debo.
-Amargada, pero bueno, ya que estoy aquí voy a ayudarte. —lo miré y él solo tenía una gran sonrisa, rodé los ojos recostándome en el asiento, creo que me quedé dormida por un rato ya cuando los abrí ya estábamos estacionados frente a una casa, salimos del auto o mejor dicho Diablo me cargó hasta una habitación y me dio unas pastillas las cuales me dieron sueño, no tarde mucho en quedarme dormida.
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