Aleksander se sentó a la mesa, disfrutando de un desayuno que consideraba balanceado: arroz con huevo y un poco de espinaca. Además, había una verdura que no existía en su vida anterior: el **Jinish**. Esta verdura era similar al tomate, pero de un color azul profundo, como una mora. Era extremadamente deliciosa y, según lo que había leído, estaba asociada a las verduras ricas en potasio.
Sin embargo, lo que realmente lo emocionaba era el evento del día. Desayunaba a las 7 de la mañana por un motivo especial: había despertado a su madre para que le preparara la comida. Si fuera un poco más grande, podría cocinarse solo, pero aún no alcanzaba el fregadero ni podía encender la estufa.
—Te veo muy emocionado —dijo su madre, observándolo comer con una enorme sonrisa que reflejaba su alegría.
—Es que… si no me apresuro… tal vez me pierda… el recorrido especial por la academia… —respondió Aleksander con la boca llena.
Dos días después de su pequeña pelea con Su Alteza Bruno, se había anunciado en el megáfono mágico de la plaza que habría un recorrido por las instalaciones de la academia Adamah para quienes intentaran hacer el examen de admisión. No es que estuviera especialmente emocionado, pero había oído rumores de que la princesa también asistiría. Esa era su oportunidad para acercarse a ella.
—Come con calma. El recorrido comienza a las 8, ¿no?
—Sí. Aun así, no quiero llegar tarde.
Terminó sus últimos bocados y tomó un sorbo de agua fría de un vaso cubierto de gotas en el exterior.
—Me voy —anunció.
—Ten cuidado —le respondió su madre con preocupación.
Le dio una pequeña sonrisa y salió de casa, limpiándose la boca con las mangas de su camisa. Tenía prisa; una princesa no llegaría tarde a un evento especial, ¿verdad? No quería ser el último en llegar y convertirse en la burla de todos.
La distancia desde su casa hasta la academia era de unos 200 metros hacia el sur, cerca de la fuente Sakura. Aunque corría con rapidez, sus pies aún eran pequeños y se cansaba rápidamente. La opción más viable sería caminar a pasos agigantados.
Pasó por varias tiendas: fruterías, tiendas de ropa, joyerías y burdeles. Las calles estaban en perfecto estado; solo un idiota se caería y culparía algún bache. El sol apenas comenzaba a salir y las tiendas empezaban a abrir.
Los horarios laborales eran exigentes para los restaurantes y puestos de comida. Las ventas eran complicadas; las probabilidades de atraer una gran cantidad de clientes dependían del momento en que abrías tu local. Por ejemplo, un pequeño carruaje de salchichas tendría mejores ventas si comenzaba a operar desde las 6 de la mañana en comparación con una cafetería.
Cuando un pequeño local abría muy temprano, las personas que trabajaban durante la noche acudían allí para recuperar energías. Como las demás tiendas estaban cerradas, era mejor dirigirse a donde ya habían comenzado a trabajar.
Dejando eso de lado…
Finalmente llegó a la Academia Adamah. Se alzaba como un castillo imponente. El jardín visible a través de las vallas mágicas se extendía con delicadeza y estaba cuidado en exceso; era la típica academia isekai que uno esperaría… o no. Esta academia se asemejaba más a las preparatorias modernas, con un tono cremoso y aulas grandes gracias a sus amplias ventanas. A la izquierda de la enorme estructura estaba la biblioteca; Aleksander lo sabía porque LITERALMENTE tenía un letrero que decía "Biblioteca".
Se preguntó qué tipo de libros podría encontrar allí; si hubiera una gran cantidad sobre magia del alma, le serían muy útiles.
En el centro de la academia estaba la puerta principal: una puerta arqueada hecha de madera oscura como el chocolate. Dejando de lado su apariencia similar a un castillo…
Se sentó en el suelo y recargó su espalda contra un pilar.
Supuso que faltaba poco más para las 8. No le gustaba esperar; quizás debió comer con menos prisa.
Decidió cerrar los ojos por un momento y descansar antes del gran evento del día.
Un joven renace bajo el nombre de Aleksander Leroy. En esta vida, más que solo estar viviendo como plebeyo, quiere poner en balance a los plebeyos y nobles. Aunque... las cosas salen de otra manera. Un desastre destruye el hogar de Aleksander, obligandolo a viajar junto a su compañera, Isolde Adamah, la princesa. Tras 13 años de tal desastre, parece que nada volvera a ser como antes. Alek busca venganza hacia los culpables del desastre, y, por un pasado poco imaginable, Alek buscara perdón y redención en si mismo.
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