—¡-ye! ¡Oye! —Una voz resonó tenuemente, despertándolo. Parecía gritar.
—¡Despierta, maldición!
—Argh —se quejó, sintiendo una patada en el muslo izquierdo que lo hizo caer al suelo como un vagabundo.
—¿Quién es? —somnoliento, se levantó del suelo y frotó sus ojos.
—¿Qué haces dormido aquí?
—Aleksander. ¿Viniste al recorrido?
—¡Ah! ¡El recorrido!
Por alguna razón, la palabra «recorrido» lo despertó por completo.
—…!? ¿Su Alteza Bruno? ¿Su Alteza Isolde? —Mierda… Creo que me quedé totalmente dormido.
—Calma. Sí, somos nosotros dos. ¿Qué hacías dormido al lado del portón? —preguntó Bruno, cruzando los brazos y levantando una ceja.
¿Cuánto tiempo dormí?
—¿El recorrido ya terminó?
—No. Apenas va a empezar, pero primero responde a mi pregunta. Es demasiado peligroso que estés totalmente indefenso.
—Oh… Es que llegué demasiado temprano —se alivió al saber que el recorrido aún no había comenzado. No creía que fuera peligroso dormir afuera. ¿No era ese el reino más seguro de Enosh?
—Mm… El recorrido comenzará en unos minutos. Vayamos a reunirnos con los demás.
¿Tan poco faltaba para que el recorrido empezara?
Siguió a Bruno, quien se dirigió al otro lado de la valla. Allí, como gatos esperando un poco de pescado, estaban amontonados varios niños de diferentes edades y razas, la mayoría nobles. En medio de ellos, rodeado, un hombre de al menos 25 años hablaba con ellos.
No sabía exactamente qué decía, pero por su aspecto debía ser su guía.
—Por favor, guarden su curiosidad hasta que ingresen oficialmente. No toquen nada y procuren mantenerse unidos —dijo el guía. Los niños estaban en silencio y muy serios.
No creía que fueran a cometer alguna estupidez durante el recorrido. En cualquier caso, sería mejor mantenerlos vigilados. No era su responsabilidad, pero supuso que como alguien mayor mentalmente, cargaba con un poco de esa responsabilidad.
---
Y así, entraron a la academia.
Como cabría esperar en un *isekai*, en el techo flotaba un candelabro que iluminaba toda la sala principal. Era como una mansión; una enorme escalera conducía a un segundo piso. Las paredes estaban adornadas con retratos de anteriores Reyes del reino, como el actual Rey, Rex Adamah. Al igual que Su Alteza Bruno, tenía el cabello verde, pero sus ojos eran rojos.
Al lado de él colgaba el retrato de un hombre de ojos plateados y cabello negro; imponía más que los demás. De su frente se ramificaban dos cuernos completamente negros. ¿Acaso no era él un humano?
Por alguna razón, su cuerpo gritaba por inclinarse ante esa imagen.
No había muchos datos sobre este Rey; ni siquiera se sabía si realmente existió. Los libros de historia en casa no contenían mucha información sobre el mundo. Su aura era como la de un dios…
—Aleksander, apresúrate o te dejaremos atrás —le dijo Bruno desde detrás de él.
Estaba algo distraído observando los cuadros…
—Perdón. Solo estaba viendo.
—Es impresionante, ¿no? Parece que ser Rey da ciertos beneficios —su tono de voz no mostraba mucha admiración o emoción respecto a las pinturas.
—¿No te interesa ser Rey?
—Eres directo, ¿eh? No, no me interesa. Cargar con el peso de un reino me parece cansado. Planeo volverme aventurero después de terminar la academia.
—No creo que un príncipe sea bien visto como aventurero.
Si un príncipe se convertía en aventurero, mancharía el apellido de su familia. La realeza era demasiado estricta; ser aventurero siendo de la realeza significaría ser escoria.
—¿Lo crees? Ja, ja. ¿Tú qué planeas hacer? ¿Le quitarás el trono a mi hermana?
¿La Princesa Isolde planea ser Reina? Eso era algo inesperado… Aun así…
—No. Tengo otros planes.
—Ya veo. Déjame adivinar…
Se quedó en silencio mientras Bruno ponía sus dedos sobre su quijada, pensativo.
—Planeas ser una de las cinco almas.
Eso sonó más como una confirmación… aunque lo había adivinado.
Asintió con la cabeza.
Bruno se mostró desconcertado e impactado ante su respuesta.
—Eso… es algo impresionante. ¿De verdad podrás lograrlo?
—No lo sé. Deberíamos irnos o nos van a dejar atrás.
Los otros niños comenzaron a caminar en dirección a las escaleras; lo único impresionante en esta parte de la academia eran los cuadros.
—Eso es lo que dije hace rato —murmuró Bruno con una sonrisa despreocupada.
Era cierto; se habían quedado hablando tanto que había olvidado por completo que él ya le había notificado eso. Como sea…
Un joven renace bajo el nombre de Aleksander Leroy. En esta vida, más que solo estar viviendo como plebeyo, quiere poner en balance a los plebeyos y nobles. Aunque... las cosas salen de otra manera. Un desastre destruye el hogar de Aleksander, obligandolo a viajar junto a su compañera, Isolde Adamah, la princesa. Tras 13 años de tal desastre, parece que nada volvera a ser como antes. Alek busca venganza hacia los culpables del desastre, y, por un pasado poco imaginable, Alek buscara perdón y redención en si mismo.
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