Bry se molestó ante la pregunta tan genuina de Erick, le molestaba que él no pudiese comprender porque lo había buscado a él específicamente, aun así, no quería presionarlo y arriesgarse a espantarlo y alejarlo. Contestó con algunas mentiras mezcladas con verdades.
“A mi hermana no le podría importar menos, y Lerroy está ocupado consolando a Linda y Rosa después de cómo les regresaste la broma hoy.”
“Si…” Erick volvía a avergonzarse recordando sus propias acciones “puede que me haya pasado un poco con ellas.”
Esa mañana los niños habían tenido clases de deportes, al final de esta, mientras los alumnos se aseaban, las dos bullies habían juntado agua sucia de una alcantarilla en el patio para mojar a Bry después de que se cambiara el uniforme.
Ante esto Erick planeó un contraataque que realizaría durante el almuerzo.
Dejó una nota anónima citándolas en el armario del conserje, en el segundo piso de la escuela, asegurándose de bloquear la mayoría de pasillos con sillas para fijar un solo camino de huida. Usando comida que robó de la cafetería se hizo pasar como un cadáver.
Una vez las asustadas niñas se acercaron a él saltó, asustándolas, haciéndolas correr despavoridas por la ruta que había marcado. En su huida las dos cayeron por las escaleras hacia el patio del frente de la escuela, junto a la cafetería, ambos sitios con una perfecta vista a su doloroso accidente, donde se encontraban los alumnos almorzando.
Además del susto las niñas resultaron humilladas y heridas por la caída, llenas de golpes y rasguños, por suerte sin haberse roto un solo hueso.
A los ojos de Erick su broma y su disfraz eran una cosa bastante inocente, a los ojos del resto de alumnos y profesores, todos de alta cuna, creciendo en ambientes de sobreprotección y altivez, su apariencia era una recreación perturbadoramente realista con implicaciones inquietantes.
“No se supone que se cayeran así. Tal vez debería disculparme”
Erick se sentía culpable por haber puesto en riesgo la salud de sus compañeras.
“Pero... es que me dijiste que ellas te habían acosado por años y yo-”
“También te dije que no importa.”
“Vamos Bry, yo sé que-”
“NO. NO SABES.”
Bry hablaba con enojo, odiaba que su querido Erick se hubiese metido en problemas por ella, y que tal interrupción podría haber complicado sus planes. Suavizó su voz para no incomodar más al niño, pero no pudo suavizar sus palabras.
“Realmente no me importa, ¿por qué me importaría lo que un par de inútiles engreídas me digan? ¿o lo que opina el resto de la escuela, que las ve molestarme y no hacen nada? Todos ellos me son insignificantes.”
Una vez comenzó a expresar sus verdaderos sentimientos no pudo parar.
Si bien sus palabras podrían interpretarse como el resentimiento de alguien herido, Erick sabía que había algo más detrás de estas, lo notaba en la mirada de Bry.
“Sus vidas no tienen valor alguno para mí, si todos ellos murieran no me afectaría en lo absoluto. Podría matarlos yo misma y seguiría sin afectarme, como matar a una molesta mosca. ¿Por qué habría de importarme cómo me ven seres tan repulsivos?”
Al contarle esto a sus guardianes, Erick se mostraba perturbado, la honestidad en la voz de Aubrey era innegable. Su expresión y aquellas palabras también inquietaron a Jake, recordando porque solo se había llevado a Erick consigo cuando escaparon del orfanato.
“¡Ah!”
La tensión del ambiente se cortó cuando Erick recordó otra cosa, algo que no estaba muy feliz de contar. Forzando una sonrisa y un rostro más tierno miró a sus dos tutores.
“Por cierto… uno de ustedes tiene que ir a hablar con una profesora al rato, en la mañana… puede que esté suspendido. Je.”
“No es gracioso” le contestaron molestos.
Desviando la atención, Erick continuó con su historia.
Los dos niños siguieron buscando por el camino hasta que comenzó a atardecer. Gritando el nombre de la gata, Lady, tan fuerte como podían. Sin percatarse se acercaban peligrosamente a la región de Kastafor. Erick, cansado, decidió que sería mejor volver a casa.
“Bry, llevamos más de tres horas aquí. No creo que la encontremos hoy.”
“Tienes razón” Bry se mostraba triste “tal vez ya hasta volvió a casa sola.”
“¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!”
“¿Pero qué-”
Un terrible grito interrumpió la calma del bosque, asustando al niño. Toda la fauna cayó en un inquietante silencio. Erick, con la costumbre de entrometerse para ayudar a otros, trató de ir al lugar de donde provenía el alarido.
“¿Ahora a dónde vas?”
“Alguien podría estar en problemas.”
“¡Exacto!” Bry trató de detenerlo con sus palabras “Podría ser peligroso.”
Erick volvió a sacar su celular, que apenas tenía señal, mostrándole a Bry los mensajes de Klaus.
“Mi otro pa~ TUTOR ya está en el pueblo y viene para acá. No te preocupes” siguió corriendo “estaré bien.”
“Pero…” Al verse ignorada Bry no tuvo más opción que seguirlo “¡Espérame!”
Los dos corrieron sobre otro camino adyacente en el bosque, llegando a un pequeño claro de tierra. Ahí se encontraban las dos niñas de las que habían estado hablando, Linda y Rosa, dándoles la espalda.
Frente a ellas una niña pelirroja, que más bien parecía ser una muñeca de porcelana, de edad similar a la suya, con el cabello más corto del lado izquierdo, como si le hubiesen arrancado el pelo y grietas marcadas en sus brazos y rostro.
En el árbol detrás de la pequeña pelirroja había otro niño, más pequeño, de cabello negro y rizado, con ojos amarillos y una pieza de metal asomándose por donde debería estar su tobillo derecho, tarareando tranquilamente.
El pequeño saltó del árbol, aterrizando sobre sus pies sin ningún esfuerzo. Al verlos el niño levantó su brazo izquierdo, hecho con parches metálicos crudamente unidos con remaches, en sus articulaciones lo que parecía ser goma. Con la otra mano se rodeaba la boca para que lo escucharan con mayor claridad.
“¡Hey! ¡ustedes dos! ¡Váyanse de aquí, por favor!”
“¡Conozco a esas chicas!” Erick le respondió.
“¡Queremos saber qué sucede!” Bry se unió.
Al oírlos ambos niños los vieron con un poco de lástima y urgencia. La pequeña pelirroja se adelantó para hablarles.
“¡Con más razón deben irse!”
“Vaya casualidad” Exclamo el niño de pelo negro “Ups, muy tarde.”
Las compañeras de Erick y Bry voltearon a verlos. Sus rostros estaban distorsionados por una sonrisa curvada en las comisuras de sus bocas hacia adentro, apuntando a sus labios superiores.
Sus iris cubrían ahora todo el ojo, sus pupilas habían avanzado a lo largo y ancho, formando una espiral palpitante. Sus dientes se habían torcido al seguir la forma de su nueva sonrisa, enmarcando alargadas lenguas serpentines.
En una de sus mejillas se alcanzaba a ver un pequeño cristal negro. Sus manos terminando en afiladas garras, no hechas con sus uñas sino de sus propios dedos.
Ante tal visión, tan similar a la de sus pesadillas, la ansiedad de Erick fue en aumento.
«Esos ojos… esas sonrisas…».
Por un instante quedó congelado por el miedo.
«¿Por qué? ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué? ...».
Aprovechando que las dos criaturas estaban distraídas con sus compañeros, la pequeña pelirroja corrió a gran velocidad, quedando frente a frente con ellas. Dio un salto aterrizando con sus puños sobre el rostro de ambas.
«Pero, ¿qué-»
La inquietud de Erick fue cortada por la sorpresiva violencia. Bry también se encontraba confundida.
Mientras, el pequeño de pelo negro sonreía apaciblemente.
La pequeña pelirroja usó entonces sus piernas, pateando a las dos criaturas para impulsarse a sí misma hacia atrás, dando una pirueta para aterrizar de pie y de frente a ellas, deslizándose en la tierra hacia atrás.
El fuerte impacto dejó a las dos niñas con la espalda completamente doblada, sin que sus cabezas tocaran el piso y aun sonriendo, se levantaron de un golpe, con movimientos torpes más similares a los de un cadáver animado que a los de una persona.
Linda se apresuró hacia los niños frente a ella mientras Rosa se dirigía a atacar a sus compañeros detrás.
“¡Es mejor que corran!”
El pequeño de pelo negro hablo fuertemente, aun tranquilo, llevando su mano derecha sobre su frente.
En su mano se formaron anillos plateados, con una fuerte luz que parecía emanar del espacio entre esta y su cabeza. Los anillos se expandieron formando un mango de metal cubierto de cuero. Tirando de este mango, de la luz salió una cadena, unida a esta cadena una pequeña bola con espinas metálicas.
«Es como la espada de Jake».
Erick estaba más que sorprendido, nunca había visto a otra persona con la capacidad de generar armas de esa forma.
La bola, aún flotando en el aire, emitió su propia luz y creció con rapidez, formando así un pesado mazo de cadena. Mientras la bola seguía creciendo Bry tiró del brazo de Erick para huir de ahí.
“¡El niño dijo que corramos!”
“Pero-”
“¡¿Pero qué?! ¡Ni siquiera sabemos qué es lo que pasa!”
“¡YO SÍ!” Erick se soltó “No podemos perderlos de vista, debemos esperar a mi pa~ TUTOR, para que las capture y las lleve a Jake y…”
Con un escalofrío en su espalda, Erick se dio cuenta del inminente peligro, se abalanzó sobre Bry haciendo que ambos cayeran al suelo, esquivando un ataque de Rosa, quien se había abalanzado con las garras de frente hacia ellos. Ahí se hicieron sus primeros rasguños.
“JAJAJAJAJAJAJAJA”
Una risa inquietantemente profunda salió de la boca de su compañera, estando parada de manos, viendo a los dos de cabeza.
Con toda su fuerza arrojó su pie hacia ellos, en una patada. Erick la bloqueo con su brazo derecho, protegiendo a Aubrey del impacto.

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