Bajando el brazo de Erick con una segunda patada, Rosa usó su otro pie para acertarle un fuerte golpe en la nariz, haciéndola sangrar dramáticamente.
Bry, entonces, apartó a la niña con un puñetazo directo a su estómago, mientras esta seguía riendo. Aterrizó de pie a unos metros de ellos, dándoles la espalda.
Muy preocupada por los golpes en el rostro de Erick, Bry empezó a alterarse.
“¡Estás sangrando!”
“No te preocupes, Jake es bueno con las heridas” le sonrió a la niña tratando de calmarla.
“No, no…” Bry se veía realmente asusta, sus manos temblando, acercándose ansiosamente a él “tú no... no puedes sangrar, nunca debes salir herido, no mi Erick, mi-”
Erick la empujó por la cara, apartándola de él y abriéndole paso al mazo que pasó entre ellos. El niño de pelo negro acertó a la espalda de la criatura, clavando los afilados picos de su esfera en ella.
Los dos lo voltearon a ver sorprendidos, viendo como sus heridas sanaban por sí solas, su sangre evaporándose mientras cerraban sus cortadas.
Al tirar de la cadena con una gran sonrisa, sádica en naturaleza, un gigantesco monstruo salió desde el interior de su compañera, negro como la oscuridad del espacio, con picos salientes de sus articulaciones y clavícula.
Su rostro similar al de un murciélago, afilados dedos, colmillos que seguían la forma de su torcida boca y algo semejante a una melena de león, levantada como si tuviese estática, adornando su cabeza que se alzaba por sobre los árboles a su alrededor. Un demonio Diagvelia.
Rosa cayó desmayada en el suelo tras la bestia. La entidad y el niño de pelo negro intercambiaron miradas, ambos sonriéndose como saludando a un viejo amigo, o más bien, un viejo enemigo.
“Vaya suerte. Tres soldados frente a mi” la voz del Diagvelia resonó por el bosque, dando la sensación con una fangosa textura y con un ahogado eco detrás “pero dos están dormidos aún.”
“Espera… ¿qué? Esos dos son… ¡¿QUÉ?!”
«Qué pensarán de mí si me ven así?» El pequeño de pelo negro se congelo, abriendo los ojos con desconcierto. La esfera de mazo cayó al piso «¿Debería seguir peleando?».
Con una palmada en su cabeza su arma se desintegró, dejando tras de sí unas fugaz ráfaga de luz «¿Qué hago ahora?».
La pequeña pelirroja los alcanzó, arrastrando por los pies a Linda desmayada tras de sí.
“Vincent, ¿qué haces? Si no devoras esa cosa las chicas no despertaran.”
“Pero, Hana~… no quiero asustarlos.”
El pequeño de cabello negro volteo a ver a la pequeña pelirroja, con lagrimeo en sus ojos y un puchero en su boca.
“Si no lo haces” señalo a donde estaban los otros dos niños “los van a matar.”
En lo que Hana y Vincent hablaban el Diagvelia había golpeado a Erick y Aubrey, haciéndolos volar por el cielo para después caer en picada hacia los árboles. Ahora ambos sangrando por el impacto de sus garras.
Mientras caía, Erick miró hacia abajo buscando la mejor forma de aterrizar, siendo interrumpido por las manos de su recién llegado guardián.
Klaus lo atrapó, usando sus cristales para crear una plataforma que se elevará sobre el bosque. Al mismo tiempo, con un pequeño tornado atrapó a Bry, llevándola con ellos.
“Tienen suerte de que haya llegado.”
Como si se bajase de una carroza, ofreció su mano a Bry para que descendiera del aire hacia la plataforma. Ella la tomó aún procesando lo que pasaba.
“Pensé que sólo buscarían a un gatito.”
Viéndolo de cerca Bry notó sus orejas puntiagudas, sus ojos, sus afiladas uñas y, al hablar, sus enormes colmillos. Sumando eso a el manejo elemental rápidamente descubrió la identidad del hombre. Asombrada y consternada.
“¿Tu tutor es un vampiro? – al oírla Klaus miró incómodo a Erick.”
“Si, lo es. ¿Y qué con eso?”
“Deberíamos estar en el suelo, si lo ven flotando en el día lo van a arrestar.”
“Técnicamente no está flotando” Erick habló presuntuosamente.
“Y ya casi es de noche así que estaré bien, no te preocupes” Klaus intercedió.
“¿Saben cómo son en esta isla con los…” pensó por un segundo sus próximas palabras, mirando de reojo al hombre “...‘entes oscuros’?”
Aubrey no estaba acostumbrada a tratar con seres no permitidos en los asentamientos humanos, aunque no deseaba ser grosera con alguien importante para Erick, tampoco deseaba convivir con una de las criaturas con las que la habían comparado de niña como insulto. Klaus tomó como un error inocente la actitud de la niña.
“Escucha. Entiendo tu preocupación, pero realmente estaremos bien. No estoy cometiendo ninguna infracción y-”
“¡HEY! No se olviden de mí”
Sin darle mucha importancia a la interrupción del demonio, Klaus lo atacó con una ráfaga de cristales, creando al mismo tiempo una barrera entre el Diagvelia y los niños. Dando comienzo a una pelea para mantenerlos a salvo.
Hanna se acercó a Vincent con algo de molestia, era raro que él dejara ir a un enemigo de esa manera tan descuidada, menos aún cuando había vidas de otros niños en riesgo.
“Vince, tenemos que ayudarlos.”
“Pero colmillos ya los salvó…”
“¡¿Y el fragmento para papá?! ¡¿Qué hay de detener a la secta?!” la pequeña agitaba sus manos en el aire con desesperación, denotando más su artificial rigidez “¿No es eso más importante que lo que esos adolescentes piensen de ti?”
“Bien…”
Vincent alzó la mirada hacia dónde el vampiro y el Diagvelia se encontraban peleando, tras de él los dos niños cuya identidad acababa de descubrir, sin saber qué hacer. Volteó nuevamente a ver a su hermana.
“Ante cualquier señal de problemas voy a intervenir, y claro que me aseguraré de tomar el fragmento.”
Con la quijada tensa, nervioso y un poco ansioso pensando en las posibilidades, siguió hablando.
“Incluso si debo arrebatárselos.”
Por un momento recuerdos de su terrible infancia temprana vinieron a él, la simple mención de aquel grupo que le había hecho tanto daño lo enojaba de sobremanera.
Su quijada se apretó aún más, tensó por las emociones que chocaban en su joven mente. Hablo entre dientes.
“Sabes que destruir a esos bastardos es mi prioridad.”
La confusión de la revelación volvió a tomar control de sus pensamientos. Sus emociones, volátiles, lo mareaba por su intensidad. Miró otra vez a aquellos niños con ojos tristes.
“Pero… Si son quienes creo que son no quiero que me teman…" bajó la mirada "He soñado tanto con conocerlos que… yo…”
Al ver a su hermanito temblar por su miedo al rechazo, Hanna no pudo más que consolarlo. Tomó al pequeño Vincent en sus agrietados brazos y lo apretó fuertemente, frotando su mejilla en su cabecita con cariño.
“Está bien Vince" lo soltó y le apretó la mejilla "Pero si pasa algo yo misma te aventaré ahí, ¿de acuerdo?”
“Ya entendí, ya…”
El pequeño se soltó de los tirones de su hermana y sobó su mejilla con su prótesis de metal, ya más tranquilo. Ambos siguieron observando la pelea.
El Vampiro parecía no poner esfuerzo alguno al esquivar los ataques del demonio, simplemente inclinando su cuerpo de un lado al otro, enfocado, leyendo la dirección de los ataques mientras el Diagvelia se enojaba cada vez más.
Observándolo, Hanna recordó lo que había escuchado más temprano en las oficinas de su madre.
“¿Crees que sea él de quien hablaban los cazadores?”
Vincent inclinó la cabeza con curiosidad, bajó una ceja y levantó la otra, mirando a Klaus más detenidamente, recordando cómo habían descrito a su objetivo aquellas personas extrañas.
“El abda- ade-”
“Abdicante, si, ese.”

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