“¿Decías?” Mitsuru le dedicó una sonrisa arrogante.

“Cualquiera se despertaría si lo tiran de la cama, idiota…” Daiki miró a su gemelo en el piso, se había acomodado de forma de quedar sentado mientras sobaba su cabeza.

“Ow…, Mitsuru…” Daitaro murmuró con molestia al saber de antemano la razón de que estuviera en el piso. Se puso de pie y miró a su hermano con reproche.

“¿Qué? Nadie te tiraría si fuera fácil despertarte” explicó el rubio creyendo que era una justificación razonable. “Me cuesta creer siquiera que te levantes rápido durante la noche cuando es casi imposible despertarte en la mañana con métodos normales”

“Haha…, no creo que te de gracia que te tire de la cama en otra ocasión” respondió el pelirrojo al cruzarse de brazos. Podía ser amable muchas veces, pero era imposible no estar de mal humor luego de terminar en el piso.

“Eres libre de intentarlo, el que se lleva se aguanta… Es lo que pienso” dijo Mitsuru antes de sonreírle con lástima. “Aunque dudo mucho que tengas el corazón para tirarme de la misma forma”

“Hah…” Daitaro suspiró con cansancio. “Sí, sí… Lo que digas” el pelirrojo se frotó un ojo antes de mirar a Daiki, a quien le sonrió dulcemente…, o al menos eso intentó, pero no parecía posible poder cambiar su estado de ánimo tan rápido. “Daiki, buenos días”

“No te forces a sonreír…, se que quieres golpear a Mitsuru en este momento”

“Creo que olvidas que me acabo de despertar…, eso y me siento algo aturdido por el golpe” el pelirrojo sostuvo su cabeza por unos segundos. Examinó la habitación y observó a Hachi durmiendo sobre la cama luciendo apacible. Sí que le daba mucha envidia verlo así.

 Miró hacia Mitsuru nuevamente antes de darse cuenta de que Masaru no estaba.

“¿Y Masaru?”

“En la cocina haciendo el desayuno” dijo Daiki “Se levantó casi corriendo al creer que no podría cocinar. ¿Tanto así le gustó hacer eso?”

“¿No crees que te acabas de contestar tú solo?” cuestionó Mitsuru al finalmente salir de la cama.

“Quizá, pero sigo encontrado extraño que lo disfrutara tanto”

“...” Daitaro tan sólo caminó fuera de la habitación sin querer participar en la conversación actual. Aunque quisiera decir algo, de momento estaba en proceso de recomponerse del brusco despertar.

Entrando en la cocina, Daitaro observó a Masaru cocinando por un momento antes de caminar hacia la mesa, donde se sentó con la cabeza recargada entre sus brazos. El pelinegro volteó a verlo con curiosidad.

“¿Ah? Ira, ¡buenos días!”

“Días…”

“¿Qué pasa? …Mitsuru te tiró de nuevo, ¿no es así?” concluyó tras unos segundos de observarlo.

“Sí… Creo que lo disfruta”

“Sabes como es…, no tiene mucho tacto que digamos”

“Sólo busca cómo hacer las cosas rápido supongo” contestó Daitaro “Eh… Perdona que no me ofrezca a ayudarte, es sólo…”

“Sí, entiendo. Me pasa lo mismo cuando Mitsuru me tira de la cama”

“Es raro que pase, a ti te protege Daiki al estar entre tú y Mitsuru. Yo estoy expuesto a que me tire por estar en la orilla”

“Podrías cambiar de lugar con Mitsuru, pero por alguna razón no lo haces” dijo Masaru, quien había dejado de ver a Daitaro con tal de ponerle atención a la comida.

“Tengo mis razones” contestó Daitaro sin verse muy feliz. “Pero no quiero pensar en eso. Estoy enojado en este momento”

“¿De verdad te enojaste?”

“Sí” contestó simplemente.

 “Vaya…” 

“No es tan raro que me moleste, por más que les guste creer lo contrario”

“Es raro, pero supongo que la forma más sencilla de molestarte es tirarte de la cama” comentó Masaru al creer que eso enojaría a quien fuera.

“...”

“Ah, ¿creo que también te molestaba que se comieran tus pedazos de pastel?”

“...” notando el silencio, Masaru volteó a ver a Daitaro… Dándose cuenta que éste se había vuelto a dormir.

“¿Eh?...” El pelinegro se vio confundido por un momento. “Claro, super enojado” agregó con sarcasmo al no poder más que verlo con incredulidad.